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El Código de las Familias me da muchos derechos

En su mayoría el pueblo va a votar a favor, estima el jurista matancero Doctor Osvaldo Álvarez Torres

 

Autor:

Hugo García

MATANZAS.— La elocuencia de Osvaldo Álvarez Torres fascina a cualquier interlocutor. Tiene 66 años, tres hijos e igual número de nietos. Es Doctor en Ciencias Políticas, licenciado en Derecho, máster en Filosofía del Derecho y profesor auxiliar en la Universidad de Matanzas, donde imparte las asignaturas de Historia General del Estado y del Derecho en Cuba, Filosofía del Derecho, y Derecho de la Empresa.

 A todo esto se suma que, en muchas ocasiones, ha abordado en sus clases el tema del derecho de familia, lo que lo convierte en voz autorizada para conversar sobre la consulta del proyecto del Código de las Familias, realizada hace unos meses en los barrios cubanos.

—¿Por qué se considera que este es un código abarcador?

—No solo es abarcador: está basado en no quitar derechos, sino en dar muchos; en ser solidario y estar en contra de la discriminación. Además tiene una postura transversal contra cualquier tipo de violencia.

«En cuanto a la violencia específica contra la mujer, la nueva ley establece conminaciones económicas: las personas que la ejerzan tendrán que enfrentar consecuencias desde el punto de vista económico, por ejemplo.

«Y también protege a los ancianos, pues deja claro que si son violentados no tendrán derecho a la herencia quienes los han maltratado esperando a que mueran para heredarlos».

—¿Qué significa que Cuba sea un país de familias en plural?

—En Cuba hace muchos años que no hay un solo tipo de familias. Conocemos la de madre, padre y niños: esa fue la clásica familia del matrimonio civil de la Constitución de 1940, pero hay muchas más.

«En el proyecto no se define cuántas familias hay. Se habla de distintos grupos porque tenemos, por ejemplo, las ensambladas o reconstituidas, que es cuando los que van a contraer matrimonio o viven unidos tienen hijos de un matrimonio anterior, y además pueden tener hijos comunes.

«Está la familia homoparental, producto de una relación de dos personas homosexuales, que en la práctica cubana crían a muchachos sin estar casados y, a contrapelo de lo que piensan los adultos ajenos, esos niños en su inteligencia natural dicen “tengo dos papás” o “dos mamás” sin ningún resquemor.

«También hay un tipo de familia que vivimos muchos cubanos, que es la familia extendida: ese hogar en que viven cuatro o cinco generaciones».

—He oído comentarios acerca de que el proyecto protege demasiado a los niños…

—No es que se les proteja mucho: se les está dando el derecho a ser escuchados, atendidos, criados sin golpes… Que como padre no creas que son un objeto tuyo, sino sujetos con derechos, como tú, entre otras cosas a ser escuchados y a ser criados en el amor.

«Eso no quiere decir que los niños hagan lo que quieran. Siempre habrá un respeto, no impuesto por miedo, sí con amor, cariño, afecto mutuo… Hay que lograr que los niños sientan que esos son sus padres, responden por ellos y pueden en algún momento reprenderlos, regañarlos o ponerles una penitencia cuando es necesario, pero no a través del golpe, la amenaza o el grito».

—¿Los abuelos como usted tendrán más derechos?

—No nos están dando ningún privilegio. Nos reconocen un derecho que nos hemos ganado. Durante más de 50 años los abuelos cubanos hemos tenido encima de nuestros hombros a las familias, porque si nuestros hijos estudiaron, si cumplen una misión o están fuera del país por cualquier razón, es porque los abuelos nos hemos ocupado de sus hijos con amor y cariño desmedido.

«No pretendemos quitarles los hijos a nuestros hijos ni quitarles la responsabilidad como padres. Nos hemos ganado el derecho a que, si los padres se separan, se nos permita comunicarnos con nuestros nietos, por ejemplo».

—¿Se aprecia confusión entre la población al mencionar con insistencia el tema del matrimonio igualitario?

—El Código define el matrimonio como unión voluntariamente concertada de dos personas con un proyecto de vida, a fin de hacer vida en común y que primen el amor, los afectos, la solidaridad, el respeto… No distingue que sea de un mismo sexo o de los dos sexos, heterosexuales u homosexuales.

«La confusión viene por la palabra igualitaria, y lo que se define es la institución del matrimonio; fíjate que no se menciona entre hombre y mujer,  sino entre dos personas, con el objetivo de llevar adelante un proyecto con lealtades mutuas, sin distinción.

«Esta es una concepción moderna para un código moderno, y para una sociedad que en la práctica tiene uniones homoafectivas que participan en actividades sociales, hacen una vida en común y muchas personas los respetan sin tabú. La sociedad cubana ha avanzado tanto que es capaz de darse cuenta de eso. Se lleva ahora al texto de la ley lo que es ya una realidad».

—¿Los menores de edad no serán autorizados a casarse?

—El proyecto en eso es radical. En primer lugar, porque Cuba siempre ha estado afiliada a la Convención sobre los Derechos del Niño, y se es menor hasta los 18 años.

«En la ley de 1975 había una excepcionalidad para varones con 16 años cumplidos y niñas con 14 años, para que pudieran contraer matrimonio con autorización de los padres o del tribunal. En el nuevo Código está bien claro que, para cuidar a la niñez, el matrimonio es a partir de los 18. Antes no será posible».

—¿Y usted ve bien que los menores no puedan casarse?

—Sí lo veo bien, porque desde el punto de vista de su salud siempre fue muy arriesgado permitir esos matrimonios; podía después surgir algún problema a la hora de la concepción o del parto, y también daño sicológico, sobre todo en las niñas. Me parece que se ha sido práctico al actuar a tono con la Convención.

«Supongamos que un joven de 16 años y una niña de 15 tengan una relación sexual y la muchachita salga embarazada… ambos pueden inscribir a ese hijo con sus apellidos, aunque no se puedan casar, pero hay una derivación de la responsabilidad parental de esos muchachos hacia sus padres, que son los adultos, en cualquier cuestión que tenga que ver con el desarrollo de ese nieto».

—¿Se mejora todo lo que tiene que ver con la filiación?

—Todo se mejora, porque parte de la parentalidad o relaciones entre parientes, de la filiación consanguínea, adoptiva o por técnicas de reproducción asistida.

«Un nuevo elemento que reconoce el proyecto es la socioafectividad. Esto hace años que la familia cubana lo reconoce en la práctica. Por ejemplo, un hermano o un hijo de crianza, que no tienen la sangre de esa familia, pero ha sido criado por ellos toda la vida por determinadas razones.

«Con este nuevo código esa relación socioafectiva puede ser legal si se demuestra en un proceso ante un tribunal, lo cual implica que ese parentesco socioafectivo se equipare al parentesco por consanguineidad, y ese pariente podrá tener los mismos derechos que el hijo o hermano consanguíneo».

—¿Usted está de acuerdo con la gestación solidaria?

—Estoy de acuerdo porque es una manera de que las personas que no pueden tener hijos por determinadas razones biológicas, los tengan. Lo importante de esto es que la gestación solidaria está ajena a cualquier tipo de mercantilismo o alquiler de vientres. Además, porque como requisito previo para que se apruebe por el tribunal tiene que haber un acendrado estudio de las interdisciplinas de las ciencias médicas que involucra».

—¿Cuál cree que fue el principal reto durante la consulta?

—El reto fue la propia consulta. Participé en varias reuniones y te aseguro que jóvenes y personas mayores apoyan el nuevo Código por la justeza que significa para todos. En lo personal no creí necesario emitir ningún señalamiento porque es un código amplio, que no me quita nada y sí me da muchos derechos.

«Al final, mi opinión es que el pueblo va a votar en su mayoría por el sí, porque incluye a todos espiritualmente, desde la idea de la unidad». 

 

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