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Una FEU más conectada con su tiempo

Para Julio Emilio Morejón Pérez, recientemente electo como presidente de la FEU en el país, liderar esa centenaria organización supone un alto compromiso con la historia y con ese estudiantado diverso que habita las universidades cubanas

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Si algo marcó la vida del joven Julio Emilio Morejón Pérez en los últimos meses fue la huella demoledora dejada por el huracán Ian en su entrañable Pinar del Río. Su casa tuvo notables daños en el techo, y aún sin recoger lo poco que allí quedó, se sumó al llamado que hicieran las autoridades en la provincia para apoyar en la recuperación de comunidades fuertemente afectadas, como La Coloma.

El hecho de integrarse a la guerrilla, conformada por estudiantes de la universidad local y varias de La Habana, fue un paso de autosuperación, dice satisfecho. «De los momentos en La Coloma me llevo las excelentes amistades que pudimos hacer, los días de campaña compartiendo con personas que lo habían perdido todo y aun así mostraban una sonrisa, y el agradecimiento sincero cada vez que visitábamos sus casas o recuperábamos un espacio que había sido sepultado por el desastre», recuerda.

 Con esas fuerzas y deseos de trabajar abraza también la nueva responsabilidad que le encomendaron los delegados e invitados al 10mo. congreso de la Federación Estudiantil Universitaria: ser presidente de la organización joven más antigua del país.

Su elección ocurrió el 20 de diciembre último, justo cuando la FEU cumplía cien años de fundada. Con el abrazo del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y también de representantes de la Generación Histórica de la Revolución, este pinareño asumió un encargo que atesora entre sus significados el resguardo de un legado centenario y el empuje que le dieran Mella, José Antonio, Fidel y otros jóvenes, quienes se elevaron al grado superior de revolucionarios justo en la trinchera universitaria.

Como les sucedió a esas generaciones precedentes, hoy el camino  supone desafíos incuestionables para esa organización estudiantil, no menos difíciles que en pasadas décadas y que demandan respuestas cada vez más creativas y ágiles.

De ello entiende muy bien este estudiante de 3er. año de Lenguas Extranjeras en la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca. Y sabe de las inquietudes más acuciantes que mueven nuestras universidades porque acumula experiencias de trabajo muy valiosas en una provincia donde, según dice, se concentra una parte importante de su crecimiento familiar y como dirigente estudiantil.

La FEEM: El camino

 Con 22 años de vida, afirma que la primera escuela donde se forjó en él cualquier inquietud revolucionaria fue su paso por la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en el preuniversitario Isabel Rubio, de su ciudad natal. Poco tiempo después de su ingreso a ese plantel resultó electo por sus compañeros para integrar el secretariado municipal de la organización, y llegó a ser su presidente provincial.

Es entonces cuando Julio Emilio comienza a desenvolverse como líder e interactúa de forma directa con una masa mayor de estudiantes: «Desde esa responsabilidad voy encontrándome con fundamentos y principios esenciales. En esa etapa recorrí todos los municipios pinareños y pude conocer, incluso en rincones muy apartados, cómo piensan los estudiantes de las distintas enseñanzas y cuáles son las realidades objetivas que viven», agrega.

Quizá por ello, este joven afirma con total convicción que la FEEM fue fundamental en ese tiempo definitorio de solidificar ideales, de iniciar amistades sinceras y experiencias valiosas que le han sido útiles en el tránsito por la universidad.

Un espacio de crecimiento

A la carrera de Lenguas Extranjeras en la Universidad de Pinar del Río Julio Emilio no llega por casualidad. Durante una reunión con la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella, se hizo un llamado a quienes estaban en 12mo. grado para que se interesaran por las carreras de perfil pedagógico, respondiendo a la necesidad de profesores que atraviesa el país.

«Muchos de nosotros tomamos muy en serio la responsabilidad y decidimos dar el paso. Por aquel tiempo,  el mayor déficit en mi provincia estaba en especialidades como la que elegí. Además, ya había ganado concursos de inglés», comenta sonriente.

Mencionar la Universidad es para él evocación de un lugar reconfortante, que marca como ningún otro su desempeño estudiantil. «Aquí tengo mis mejores amistades, parte de mis mejores profesores y la experiencia magnífica de desenvolverme en sus aulas y pasillos».

Tal vez debido a esto último, y por sus méritos, su camino como dirigente de la FEU pinareña estuvo marcado por un vertiginoso crecimiento desde el 1er. año de la carrera, cuando asumió como presidente en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades.

Según recuerda, el reto fue alto porque coincidió con la pandemia, momento en que varios jóvenes se encontraban dando su aporte altruista en los centros de aislamiento. Luego de esa difícil etapa integró la candidatura de dirigentes de la FEU a nivel de universidad y resultó electo su presidente.

Sobre las diferencias en cuanto a liderar ambas organizaciones estudiantiles, reconoce que son notables: por la edad y por las características de sus miembros. En la FEEM todo transcurre de una forma más sana, rememora.  En la FEU debes enfrentarte a una mayor diversidad de criterios y debes saber conciliarlos de la mejor manera, desde tu posición de militante y dirigente, asevera.

Nuevos desafíos

«Pensar que pertenecemos a la generación del centenario de la FEU, y que asumo la responsabilidad justo en esa fecha histórica es un reto personal, porque todavía queda mucho por aprender y hacer desde las universidades», afirma este joven, quien también fuera delegado al 19no. Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes, desarrollado en Venezuela en noviembre último.

Por eso, apunta, el esfuerzo debe ir encaminado «a continuar aglutinando a estudiantes comprometidos con su tiempo, con sus criterios muy propios y diversos; pero revolucionarios en su más amplio sentido. También hacia el logro de una FEU más popular, inclusiva, transformadora, participativa… como proclamamos en la declaración final de nuestro 10mo. congreso.

«Al nuevo secretariado nacional nos corresponde guiar el camino y cumplir con la estrategia aprobada en esa cita, que es en sí la aplicación clara y precisa de cada uno de los acuerdos del el cónclave y de los planteamientos que realizaron desde la base muchos estudiantes.

«Debemos conducir y mantener el trabajo que se ha venido haciendo; y a la vez plantearnos nuevas metas y caminos para tener una FEU que conecte los proyectos individuales de nuestros estudiantes con la Revolución».

En cuanto a los retos de la organización luego de sus primeros cien años de existencia, resume: «A la FEU le resta todavía por alcanzar mayor dinamismo en la interacción directa con la membresía, y  llegarle a cada uno de sus miembros con la respuesta oportuna a sus planteamientos, con salidas concretas; poder decirle al estudiante con la mayor prontitud cuál es la solución definitiva del problema.

«Hay una condición que no debe perder nunca un joven universitario: la de revolucionario. Hoy debemos ser, ante todo, responsables con las misiones que se nos encomiendan; tener siempre la autopreparación como tarea de primera línea, y sensibilidad por los problemas sociales para rápidamente resolverlos de la manera más humana posible.

«Como organización nos corresponde no envejecer: seguir conectados con el país y con nuestro tiempo. Hacia ahí debemos ir irrenunciablemente los jóvenes de la FEU, pero sin ser portadores de discursos vacíos: ir con hechos concretos, porque, como decía el presidente Salvador Allende, ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica».

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