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Cuando Mella subió a la Sierra vestido de bronce

Detrás del ascenso de la figura del fundador de la FEU a la Sierra Maestra hay hermosas historias que deberían contarse

 

Autor:

Osviel Castro Medel

BARTOLOMÉ MASÓ, Granma— Fue un viaje muy complicado. Había neblina en aquel enero de 1996 y no se pudo subir hasta la montaña deseada.

El helicóptero tuvo que aterrizar en el estadio de pelota de Bartolomé Masó y eso generó un enjambre de curiosos, incluyendo niños, deseosos de saber qué había en aquellos sacos amarrados con sogas.

Era un busto de Julio Antonio Mella (25 de marzo de 1903-10 de enero de 1929), obra del artista santiaguero Alberto Lescay, realizada con bronce donado por incontables personas de todo el país.

«Desde el estadio tuvimos que trasladarlo en un camión ZIL hasta Altos de Naranjo», cuenta hoy, 27 años después, Domingo Cuza Pedrera, quien había sido dirigente nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

La idea consistía en vencer el trayecto final en mulo, pero la estrechez del sendero y la tupida vegetación de la Sierra Maestra impidieron ese propósito; entonces jóvenes universitarios y varios campesinos cargaron el busto en sus hombros varios kilómetos hasta el Pico Mella.

«Costó trabajo ponerlo en la base porque uno de los pernos no coincidía con el tamaño del busto, hubo que dar varios golpes y quebrar un poco la base para poder entrarlo», añade Domingo Cuza, actual director de Infotur (oficinas de información turística) en Granma.

Un aspecto poco conocido es que después de la develación se le colocó una colmena de abejas dentro del busto porque, como señala Cuza, «queríamos tener a un Mella murmurador, laborioso, vinculado con los trabajadores y porque hay un mito griego que dice que el cráneo en el cual se alojara una colmena era el de un bendecido de los dioses del Olimpo, y queríamos llevar ese concepto al busto. La colmena estuvo un tiempo, pero al parecer no eran buenas las condiciones naturales y se retiró».

Existe una historia hermosa relacionada con la realización del busto, pues, como contara Richard Velázquez Camilo, entonces dirigente nacional de la FEU, «incontables personas llegaron a la sede de nuestro Secretariado Nacional con una llave, un tornillo, una estatuilla, hasta objetos de gran valor. Eran los momentos más duros del período especial y la forma de recaudar metal para este noble propósito fue la colecta pública. Un busto idéntico fue colocado en el Distrito Federal de México, donde cayó abatido Mella».

Y añade que a él le correspondió liderar la campaña de comunicación. «La llamamos “Un gramo de bronce para Mella”. Hicimos carteles, pasquines, cuñas radiales y hasta un spot de televisión. El General de Ejército Raúl Castro nos ayudó en todo».

Por su parte, Domingo Cuza recuerda que antes de esa obra en bronce existieron en el Pico Mella dos bustos: el primero de yeso (situado en 1994) y el segundo de concreto (colocado un año después). Y él estuvo en los tres viajes.

«Fueron hermosos retos trasladar cada uno, sobre todo el de cemento, porque era muy pequeño y demasiado pesado; el de bronce era más voluminoso y pesaba menos», explica Cuza.

Añade que el busto de yeso —inspirado, como los demás, en la célebre fotografía hecha por Tina Modotti— se llevó para el Instituto Superior Pedagógico Blas Roca Calderío, de Manzanillo, y el de concreto para la Universidad de Ciencias Médicas, de esa propia ciudad, y todavía permanecen en esas instituciones.

Desde el 10 de enero de 1996 han sido constantes las escaladas de los jóvenes cubanos a esa elevación, que adquirió su nombre en mayo de 1950, cuando un grupo de estudiantes ortodoxos, socialistas y de otras afiliaciones, como parte del programa para conmemorar el centenario de la bandera cubana, ascendió al Turquino y le puso el apelativo de Mella a una de las estribaciones relativamente cercanas a la montaña más alta del país.

La tradición de subir cada 10 de enero a homenajear al fundador de la FEU en la Sierra Maestra debería mantenerse viva en el tiempo; como vivo tiene que estar Mella en el corazón de cada cubano.

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