Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La ruta de los jóvenes emprendedores

Experiencias compartidas de quienes, con pocos años, están al frente de empresas privadas de diverso tipo, evidencian que el denominador común es el deseo de levantar la economía del país

Autor:

Margarita Barrios

No se rinden ante las adversidades y no titubean al decir que es aquí, en su país, donde aspiran a materializar sus sueños. Despliegan toda la fuerza que la juventud —divino tesoro— les hace correr por las venas y se las ingenian para, con conocimientos y algunos recursos indispensables, echar a andar los sueños. Están conscientes de que el camino puede tener algunas piedras y ojalá no tropiecen con ellas dos veces, porque con una bastará para aprender a pisar mejor.

«Somos un ejemplo de que los retos, por muy altos que parezcan, son alcanzables. Queríamos hacer ingeniería en Cuba, de una vertiente que no se hacía en nuestro país y lo logramos», afirmó a este diario Fernando Suárez Concepción, director general de EMSI Farma, uno de los jóvenes que expuso su experiencia en la recién finalizada 39na. Feria Internacional de La Habana.

Allí, aunque muy nuevos en estos empeños, él como el resto de sus compañeros hablaron de retos, logros y sueños. «Hoy todavía somos los únicos que nos dedicamos a la automatización de procesos de fabricación de medicamentos en la industria farmacéutica y biotecnológica, ojalá que pronto sean muchos más», subrayó Fernando.

Fernando asegura que trabajan por cumplir sus sueños profesionales y por garantizar soberanía tecnológica en el país. Fotos: Margarita Barrios

—¿Qué es EMSI Farma?

—Es una pequeña empresa del Parque Científico Tecnológico de La Habana. Está conformada por 17 personas, la mayoría ingenieros automáticos, eléctricos y químicos. Nos dedicamos a la automatización de procesos para la fabricación de medicamentos en la industria farmacéutica del país.

Entre sus proyectos, Fernando destacó el trabajo realizado con un fermentador de la planta de desarrollo del Instituto Finlay de Vacunas. «Ellos tenían la parte tecnológica, la mecánica, y nosotros hicimos el sistema de control del proceso, el software que gobierna la fermentación.

«En siete años —primero trabajando por cuenta propia y luego como empresa— hemos hecho más de 30 proyectos. Trabajamos con equipos a los que el fabricante dejó de darles el servicio técnico en el país en algún momento y nosotros llegamos y le cambiamos el cerebro a ese equipo», explicó.

Contó que mayoritariamente han realizado el trabajo en la Empresa Laboratorios Aica y esos equipos que han automatizado ya están insertados en las cadenas de producción de más de 70 medicamentos. «Significa que la tecnología es nuestra, así que cualquier situación que tengan es muy fácil porque
nosotros lo resolvemos. Si tienen
que mandar a comprar una pieza puede que esto demore seis meses, mientras que nosotros lo solucionamos en tres días y eso es soberanía tecnológica.

«Estos proyectos se hacían antes con europeos, porque las tecnologías se compran allí, y un proyecto de automatización no baja de los 100 000 euros, así que además de lograr prontitud en el arreglo, también le ahorramos divisas al país», destacó.

Fernando precisó que todos los participantes en el proyecto son ingenieros graduados de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae) y de la Universidad de las Ciencias Informáticas. «También tenemos profesores de la Cujae insertados en la empresa. Ellos no tienen que dejar sus clases para participar, lo hacen de manera paralela.

«Lo anterior contribuye a su actualización de conocimientos, dan mejores clases y no se perjudica la universidad porque no pierde a sus docentes. Esto tributa al vínculo universidad-empresa. Con todos los resultados en nuestros proyectos recibimos en 2022 el Premio Nacional a la Innovación», apuntó.

Fernando recuerda que trabajaba en el Centro de Inmunología Molecular. «Allí mi labor estaba relacionada con el mantenimiento de las máquinas, pero yo soñaba con hacer ingeniería y decidí dejar de ser plantilla de ese laboratorio, porque quería ir un poco más allá.

«Empezamos a superar “un tongón” de obstáculos y nos dimos cuenta de que era más difícil de lo que imaginábamos, pero por muy complejo que haya sido hemos sabido salir adelante y nuestro sueño de ejercer nuestra profesión en Cuba, de tener un proyecto de vida, lo hemos alcanzado.
Ojalá muchos tengan la valentía de perseguir sus sueños profesionales y si lo pueden desarrollar en el país mejor».

Alimentar la ciudad desde la ciudad

«Nuestro reto es crear una ciudad más sostenible desde el alimento», afirmó Oliesky Fabré Del Castillo, cofundador y director general de Enparalelo, empresa privada que incluye una mipyme y un proyecto de desarrollo local. «Somos una empresa joven, que surgió durante la pandemia de la COVID-19 y estamos entre las 35 primeras mipymes creadas en el país.

Nosotros conjugamos dos actores económicos: una empresa privada y un proyecto de desarrollo local, afirma Oliesky. Fotos: Margarita Barrios

«Queremos alimentar a la ciudad desde la propia ciudad, así como conjugar dos actores económicos: una empresa privada y un proyecto de desarrollo local. Nuestro objetivo es crear una red de micro unidades urbanas de producción, para primeramente empoderar a estas personas económicamente. También tenemos una responsabilidad educacional, pues queremos lograr cambiar hábitos alimentarios», subrayó.

—¿Cuáles son las producciones que ustedes realizan?

—Son los llamados microvegetales, o sea, hojas comestibles en su etapa bebé. Son fáciles de cultivar en espacios pequeños, no requieren de mucha agua, tienen ciclos cortos de una a tres semanas y, sobre todo, poseen muchos nutrientes, entre cinco y 40 veces más vitaminas, minerales y antioxidantes que esas mismas plantas cuando son adultas.

«La dieta del cubano medio es pobre en nutrientes, no es variada y tampoco saludable, por ello queremos también influir en los hábitos alimentarios. La Habana tiene más de 60 barrios en desventaja social, allí hacemos nuestra labor. A los interesados les ofrecemos un curso teórico y luego les damos los sustratos, las semillas, los enseñamos a producir… Todo de manera gratuita.

«Para esto hacemos uso de la economía circular, los circuitos cortos de comercialización, los enfoques de la agricultura vertical, mediante sistema de hidroponía, aeroponía vertical, entre otras técnicas, siempre utilizando las mejores prácticas agroecológicas para su implementación y haciendo uso de las fuentes renovables de energía. Además, tenemos líneas de investigación y de exploración sobre el cultivo de flores comestibles, hongos y algas, siempre que sean en entornos urbanos».

Pero como toda experiencia que comienza, Oliesky y sus acompañantes en el proyecto han tenido que abrirse camino sorteando dificultades. Hemos participado de un proceso de aprendizaje, subrayó, siempre que hablamos de actores económicos decimos que la economía es una sola, tenemos que encadenarnos para poder desarrollarnos mejor.

«Aquellos que deciden emprender en Cuba es porque decidieron apostar por este país. Es más fácil rendirse por el camino, pero muchos de esos obstáculos se vencen creando alianzas estratégicas y colaboraciones. El camino ha sido duro pero vamos adelante», destacó.

—¿Antes de emprender este camino qué hacías?

—Soy arquitecto de formación, graduado de la Cujae. Colaboraba con un proyecto cultural que se llama Arte, industria, paisaje. También teníamos un emprendimiento que era un gimnasio, pero con determinadas características, porque era para promover actividad física para las embarazadas y mujeres en la etapa posparto, así como para los niños de cero a dos años. Era un espacio de encuentro para la familia, pero lamentablemente vino la COVID-19 y tuvimos que cerrar.

«En paralelo, y de ahí parte también nuestro nombre, teníamos mucho tiempo en la casa para investigar, y lo que hicimos fue convertir esa etapa de crisis, que era un obstáculo, en una oportunidad. Como urbanista tenía “ese bichito” de trabajar con el sistema alimentario de la ciudad, para que fuera más sostenible.

«En principio fue una exploración familiar, para alimentar a los de casa, y luego se fue ampliando. Desde esta oportunidad que me das de hablarles a los jóvenes, a los cubanos, quiero decirles que hay que seguir, que es posible emprender, que debemos reactivar nuestra economía si queremos construir ese país más próspero que deseamos».

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