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Universitarios vuelven a sus raíces

No sin temores e inquietudes, muchos estudiantes combinan un pupitre en sus especialidades con el rol de profesores en secundarias, preuniversitarios o politécnicos para aliviar el déficit de docentes en varias provincias del país

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

De alguna manera, abrazar al contingente Educando por amor terminó siendo para Thalía Tapia León un suceso importante, pues cumplía así con uno de esos sueños o proyectos que dejamos anclados desde la niñez. A ella no hubo que proponerle mucho la tarea: desde el primer llamado que hiciera el Instituto Internacional de Relaciones Internacionales (ISRI) se sumó a la noble labor, sin más recursos que la voluntad, la responsabilidad y sus conocimientos.

«Me vinculé a Educando por amor cuando iba a comenzar el segundo semestre de la carrera, porque hacía falta cubrir aulas sin profesores por las dificultades que existían y persisten en la capital», dice quien hoy imparte clases a adolescentes de 8vo. grado en la secundaria básica Rubén Martínez Villena, del Vedado habanero.

Para su generación, esta encomienda que nació en 2014 y cada curso escolar cobra mayor vigencia, ha sido una oportunidad de apoyar directamente al país en momentos tan complejos para la cobertura docente, sobre todo después de la etapa de pandemia de COVID-19.

En este proyecto del Movimiento de Alumnos Ayudantes Frank País García, auspiciado por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se entrelazan varios objetivos que necesita y demanda Cuba: la creatividad, la juventud y la enseñanza, como paso imprescindible para mejorar los demás procesos dentro de la sociedad, comenta la joven.

Enfrentarse a las diversas dinámicas de un aula con adolescentes que casi nunca les ven como personas adultas no es sencillo, reconoce. Necesitan ser siempre muy activos y mantener una relación cercana a ellos, sin dejar de exigirles y con respeto, porque a veces la cercanía generacional se puede malinterpretar, y eso resquebraja la disciplina y la concentración hacia la asignatura.

No nos quita juventud

Esta tarea —de las más humanas y de mayor repercusión social asumidas por la organización joven más antigua de Cuba— cuenta este año con alrededor de 700 estudiantes en el país; más de 350 son jóvenes de las universidades ubicadas en La Habana.

Camila García Martínez, estudiante de 4to. año de Ingeniería Biomédica en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), se cuenta en entre ellos. Desde hace tres cursos ella imparte clases en el preuniversitario Presencia de Celia, del municipio habanero de La Lisa. Se dice fácil, pero ella enseña una asignatura difícil a estudiantes en edades muy complejas, en las que imperan las inquietudes y todo tipo de cambios: «Doy Biología a un grupo de 10mo. grado», aclara.

Sin embargo, su relación con los educandos es bastante buena, tal vez por la poca diferencia de edad, o por la reciprocidad del respeto que impera antes y durante sus clases. «No solamente sucede a día de hoy que imparto la asignatura a cuatro grupos —agrega—. Incluso, durante mis dos primeros años, según lo que me han dado a entender los alumnos, ellos se sentían bien conmigo, con mis clases y con mi actitud».

Esa disposición no ha variado ni con el hecho de dar sus turnos en la sesión de la tarde, que tiende a ser más tediosa para lograr la comprensión de los estudiantes. Curiosamente, los chicos se sienten un poco más relajados y distendidos en ese horario, y como esta tarea no le quita juventud a la profe, le hacen bromas, pero cuando toca impartir la clase reina el respeto, asegura.

Utilizar nuevos métodos de enseñanzas, al menos para esta universitaria aplicada a la pedagogía, resulta dificultoso. En muchas ocasiones, las aulas donde imparte la asignatura no cuentan con todas las condiciones para utilizar, por ejemplo, algo tan simple como un televisor. De ahí que Camila intente mejorar el intercambio oral con los estudiantes, como fórmula para que asimilen cada nuevo contenido.

Sus preocupaciones son las nuestras

La utilización eficaz del audiovisual hace que a esa edad se capten y asimilen rápido los conocimientos, al tiempo que complementa la clase o la explicación que el maestro puede dar, dice Edwin Cristian García Vivas, estudiante también de 2do. año del ISRI, quien imparte Cultura Política a alumnos de 11no. grado del preuniversitario Tomás David Rollo Valdés, del Vedado capitalino.

Él cree que enfrentarse al aula desde la posición de profesor siempre es complejo, y aún más en los momentos que vivimos, cuando no se puede desconocer la influencia de muchos factores externos en las dinámicas propias de la institución. Pero, reconoce, hay que trabajar para que el alumno venza los contenidos académicos con resultados satisfactorios.

Con ese propósito intenta ir Edwin cada día al aula. Allí, asevera, se ha sentido acompañado en todo momento, y ya se ve como un miembro más del claustro de profesores de la escuela, quienes lo apoyan en su doble función de joven trabajador y estudiante.

Él es de los que considera que para dar clases hay que salirse, en determinadas ocasiones, de lo «tradicional». Las dinámicas en el aula tienen que ajustarse más a las nuevas realidades que vivimos, también desde la influencia que va teniendo el desarrolllo de la sociedad en las distintas formas de pensar de los jóvenes.

En tiempos de revolución tecnológica, las métricas de un docente están obligadas a cambiar. De ahí que Edwin tenga creado un grupo de WhatsApp con sus estudiantes para ver las cuestiones más apremiantes. «Yo dejo abierto el grupo para que me pregunten sus dudas, comparto bibliografía con ellos y oriento trabajos de clase», detalla.

Uno de los desafíos mayores de quienes se integran a Educando con amor está relacionado con la manera en que compaginan la enseñanza con la carrera universitaria. Para Edwin constituye todo un reto, según describe, porque a la vez que es sometido a una evaluación constante por parte de sus profesores en el ISRI, tiene que ser capaz de cumplir con las expectativas de su estudiantado.

Al ser interrogado sobre las nuevas medidas en relación con los pagos adicionales a los trabajadores docentes, anunciadas en el recién finalizado 2do. Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su 10ma. Legislatura, Edwin apunta que son imprescindibles y beneficiosas para potenciar un sector estratégico del país.

Una cuestión de importancia es que esa mayor parte de los estímulos será por sobrecarga docente, antigüedad y otros pagos adicionales. Al profesor, sea contratado u ocupe plaza fija de una escuela, hay que estimularlo, también el reconocimiento moral y espiritual en estos tiempos resulta necesario, acotó.

Una tarea perfectible

Educando por amor es perfectible, porque ningún proyecto se puede considerar totalmente acabado. Siempre hay mucho por hacer, desde el estudiante que está en esta labor, hasta la institución y el alumno que recibe las clases, asegura Edwin.

Para Rixy Alexandra García Ruenes, quien integra ese contingente en la secundaria básica Carlos J. Finlay, donde imparte la asignatura de Química a 8vo. grado, una de las cosas más engorrosas es el papeleo del contrato. «Nuestros contratos son temporales, por un período que nunca sobrepasa los cuatro meses. Pero con todo lo de la universidad, casi no alcanza el tiempo para todo ese largo proceso de contratarnos, e incluso, recontratarnos, aunque eso termina siendo más sencillo», afirma.

¿Por qué no simplificar esos procesos, si las aulas demandan con urgencia una cobertura docente importante?, se preguntan estos jóvenes. Como también valora esta estudiante del ISRI, se debería respetar más la labor que realizan e intentan perfeccionar los miembros del contingente. «Hay cuestiones sencillas que solo llevan capacitación para que las hagamos bien, por ejemplo, llenar los registros de los alumnos de secundaria básica. Eso, por muy simple que parezca, nos hace sentir más útiles».

Lo cierto es que buena parte de las aulas de secundarias, preuniversitarios y politécnicos de La Habana —y de buena parte del país— llevan el sello de los estudiantes universitarios. Muchachos como Thalía, Camila, Edwin o la propia Rixy Alexandra, tienen claro que en los momentos difíciles es cuando más hay que educar a quienes les siguen en edad, y hacerlo siempre con responsabilidad y amor.

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