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Canoterapia con amor se paga

Simpatías entre personas en situación de discapacidad intelectual y otras patologías, y canes del club de Labradores de Holguín, refuerzan un proyecto en beneficio de la calidad de vida

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

HOLGUÍN.— Tal como los describen en internet (grande, de constitución fuerte y buena estructura ósea y muscular), es Aria, la Labradora Retriever amarilla. Samuel Fruto la miró receloso y escogió acercarse a Bruno y Dudú, preferentemente al primero, pues se hizo de una pelota para lanzársela y se «adueñó» de este aquella mañana.

Luego, de regreso a casa, estuvo pendiente de cada publicación en redes sociales, dándoles likes a fotos y videos, y contó en familia del jadeo de los perros y lo necesario que es para mantener su temperatura corporal.

Samuel Fruto, estudiante de Secundaria Básica, fue una de las personas con discapacidad intelectual u otras patologías que asistió el 18 de febrero, Día Internacional del síndrome de Asperger (trastorno del espectro autista), a la primera actividad
de un proyecto encabezado por el club de Labradores de la provincia, cuya membresía los acompañó en el parque Calixto García.

Dueña de las amigables Jade y Nala, Yamilé González, presidenta del club, admira a estos perros de raza muy noble: «Son tiernos e inteligentes. El papá de una de mis perras fue empleado en labores de rescate en el hotel Saratoga. Te entienden, analizan el contexto, y se muestran cariñosos con niños y niñas. Para nada gruñen o atacan.

«Creemos que solo en la ciudad de Holguín hay más de 300. Constituimos el club en 2019 y empezamos a reunirnos cuando se pudo durante el período de pandemia, que nos unió como miembros».

Querían desarrollar primero el proyecto en hogares de ancianos, pero eso se concretó ahora, explica González. Conocían de experiencias anteriores en Holguín vinculadas con la equinoterapia, y procuraron, al ser diestros en el cuidado de animales y recibir orientaciones de especialistas, propiciar el encuentro de ese domingo, del que salió su corazón «hinchado de felicidad».

El mejor amigo

El interés de su esposa no entró en conflicto con el de Roberto Sánchez, director de la Unidad de Aseguramiento y Apoyo a la Salud, convertido igualmente en gestor de la iniciativa: «La idea de hacer algo viene de hace mucho tiempo, cuando trabajaba en el Pediátrico nuestro. Viéndolos a ella y sus perros, el amor que les tiene, y también la seriedad y entrega de los miembros del club, fui identificándome con la canoterapia, técnica para reha-
bilitar a personas con discapacidades físicas, mentales y problemas emocionales. Esta se realiza en aras de estimular la participación de pacientes en diferentes actividades sensoriales y perceptivas.

«Yamilé y yo leímos, y buscamos asesoramiento de integrantes de la Asociación Cubana de Personas en Situación de Discapacidad Intelectual (ACPDI), y además de compañeros de Rehabilitación del Pediátrico y del personal del servicio de Siquiatría Infantil de allí, quienes habían trabajado anteriormente la equinoterapia.

«Encontramos unánime aprobación y nos propusimos seguir adelante. Prevemos encaminar el proyecto también científicamente, apoyándonos en investigaciones del Departamento de Sicología de la Universidad holguinera (UHo) y la propia ACPDI, e inclusive, ampliarlo al centro médico sicopedagógico Modesto Fornaris».

Madre de un pequeño de 12 años con Trastorno del Espectro Autista (TEA), Danae Mouso, vicepresidenta de Comunicación e Información en Holguín de la ACPDI, observa con buenos ojos las intenciones del club nororiental: «Nacionalmente, nuestra asociación se formó en junio de 2023 y la provincia, una de las cuatro que posee representación, se sumó ese mismo año, en diciembre.

«Se nos acercaron, desde la Unidad de Aseguramiento y Apoyo a la Salud, con la aspiración de organizar encuentros con fines terapéuticos. Y mostramos interés, porque la raza Labrador es apropiada para la llamada zooterapia, consistente en acudir a animales a fin de aumentar la calidad de vida de personas con dificultades físicas, sicológicas o siquiátricas.

«En nuestro caso se incluyen discapacidades leves, moderadas o severas, como Síndrome de Down, TEA, parálisis cerebral, Síndrome de West u otras patologías. Nos encantó la idea y convocamos también a la Sociedad Cubana de Sicología, el departamento de Siquiatría Infantil del Pediátrico holguinero y la Dirección Provincial de Salud Pública».

Tienen previsto, según Mouso, llevar a cabo estudios y ver las respuestas de personas con discapacidad intelectual a interacciones con perros. Y aunque todavía buscan un nombre para el proyecto, andan coordinando el próximo intercambio. Para en el futuro se han propuesto efectuar más de uno cada mes, ya que no imaginaron tanta aceptación entre familias y dueños de animales, y por la calidez que apreciaron en el inicial.

En la confianza está la felicidad

Ni una vez tuvo Zoe de los Ángeles Suárez, mamá de Samuel Fruto, que hacer uso de la «coraza» para protegerlo de grandotes y bonachonas. La también Vicepresidenta de Funcionamiento Orgánico de la ACPDI acá precisa que «la convocatoria, inicialmente pensada para alrededor de diez personas en situación de discapacidad intelectual, terminó siendo abierta, y la cifra de participantes fue bastante considerable.

«Empezamos nerviosos, mas todo fluyó durante unas tres horas. Los asociados nuestros más pequeños fueron ganando en confianza, y caminaron con los perritos, conduciéndolos por las correas, y se tomaron fotos o les pasaban la mano».

Comprobó Alicia Serrano, profesora del departamento de Sicología de la UHo, la disciplina de los Labradores en la contestación de órdenes y la armonía reinante este 18 de febrero: «Son muchas las investigaciones que dan fe de beneficios que ofrece el vínculo entre animales afectivos y personas, contribuyendo notablemente a mejorar la salud y el bienestar físico, sicológico y social. Este estaría mediado por la hormona del amor, ya que diferentes estudios han demostrado que los niveles de oxitocina tienden a incrementarse durante interacciones afectivas entre ambas especies.

«Se considera que la oxitocina u hormona del amor está relacionada con el aumento de empatía y conductas de acercamiento, confianza y apego. Y se ha evidenciado que diferentes pacientes han mejorado su estado de ánimo a través del vínculo con su animal de compañía, y es que esa interacción disminuye síntomas de ansiedad y depresión».

Ramona Estupiñán, trabajadora de Salud Pública, en diálogo con su hijo de 15 años le mencionó la actividad y él le preguntaba si estaba segura de que iba a sentirse bien o cómodo… Incluso, ella le dijo que no había problemas si decidía irse o dejaba de interactuar. Al llegar al Calixto García, él le advirtió: «Trata de mantenerlos alejados de mí».

Su muchacho permanecía todo el tiempo pendiente de que algún perro no lo fuera a morder, ya que le parecían inmensos. Pero minutos después, reconoce Estupiñán, era otra persona, cuando conoció a otros niños y niñas con su diagnóstico de TEA u otros, disfrutando de las mascotas.

A ambos les quedó la sensación de que van a rencontrar al club de Labradores muchas veces. Y se fueron conversando de elegantes ladridos e improbables ferocidades, convencidos de que no van solos, «que la familia es más grande de la que imaginaba David Alejandro».

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