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Parte Ballet Nacional de Cuba hacia Inglaterra, Egipto y España

 Alicia Alonso,  directora del BNC, ofrece detalles acerca de esta gira y sobre el Festival Internacional de Ballet de La Habana que comenzará el próximo 28 de octubre

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

La prima ballerina assoluta mientras ensaya una de sus creaciones con los primeros bailarines Anette Delgado y Joel Carreño. Foto: Nancy Reyes

«Fue el mismo sueño. Es como si te respondiera por qué pensé fundar una compañía de ballet en Cuba o desarrollar ese arte de "élite" en esta pequeña Isla. Ahora se dice fácil, pero entonces era algo descabellado, inalcanzable. Estando el Comandante en Jefe en la Sierra Maestra, le hice llegar mi proposición sobre la compañía y la escuela a través de un amigo, el doctor Julio Martínez. Claro, era aún temprano para hablar del festival», rememora Alicia Alonso, mientras hace un espacio para conversar con JR sobre la edición 20 de la cita de la danza que tendrá lugar en la capital, Matanzas, Villa Clara y Cienfuegos.

De fondo, la música de compositores que han dejado una profunda huella en la cultura universal, y cuyas obras el Ballet Nacional de Cuba llena de hermosas imágenes y novedosos movimientos. En la casona de Calzada e/ D y E, en el Vedado, se ensaya a toda máquina. La compañía cubana más renombrada en el mundo parte este martes hacia Inglaterra, Egipto y España, pero no olvida que, entre el 28 de octubre y el 6 de noviembre, La Habana se convertirá en el centro de atención de bailarines, coreógrafos, maîtres, críticos, pedagogos... de los cinco continentes.

«No olvido que la compañía estaba recién reorganizada cuando hicimos el primer festival en marzo de 1960 en el antiguo Teatro Auditórium, principalmente. Se inauguró con El lago de los cisnes, que estuvo protagonizado por Nina Tymofeyeva y Boris Khokhlov, del Bolshoi. Justamente ella luego representó a la reina de las Wilis cuando interpreté Giselle en el hoy Gran Teatro de La Habana (GTH). En ese encuentro el BNC llevó a la escena, además, grandes clásicos como Coppelia y Las sílfides. Mira, en estas 19 ediciones se han presentado un poco más de medio centenar de compañías extranjeras y un número elevado de artistas. No te voy a hablar de los estrenos en Cuba y mundiales, cuya cifra no está muy lejos de mil», retoma la conversación Alicia.

«Un evento de esta magnitud solo se lleva a cabo en países que tienen grandes compañías y un movimiento sólido de ballet. El nuestro se distingue por no ser competitivo, sino artístico, cultural y ser uno de los más antiguos que existen. Hay algo muy significativo, y es que asisten figuras y agrupaciones relevantes por el prestigio que ha ganado. Las primeras vinieron por su amistad conmigo, por el respeto hacia mí como artista, después se sumó la admiración por el BNC y lo que simboliza Cuba».

—¿Podría adelantarnos algunas de esas personalidades que estarán?

—Han confirmado estrellas internacionales de la talla de Carla Fracci, Maximiliano Guerra, Julio Bocca, Ángel Corella, Alicia Amatriain, Joaquín de Luz, Leticia Giuliani, Simona Noja, Agnès Letestu, José Martínez, Ana Laguna y Mats Ek, así como los cubanos José Manuel Carreño y Carlos Acosta. Es decir, que aquí mostrarán su arte figuras de la Ópera de París, del New York City Ballet, del Stuttgart Ballet, del Ballet de la Ópera de Viena, del Royal Ballet de Londres, del Danish Royal Ballet, entre otras compañías.

—¿Y los estrenos?

—Este año no solo estaré yo con los míos, sino que hay varios coreógrafos procedentes de Canadá, Estados Unidos, Alemania, Italia, España, Francia..., y, por supuesto, Cuba. El joven Eduardo Blanco, por ejemplo, tiene dos obras en las manos; mientras Iván Tenorio, un coreógrafo muy interesante, trae Teseo y el Minotauro. Asimismo presentaremos piezas que se idearon para el BNC, como Prólogo para una tragedia, la cual será interpretada por Maximiliano Guerra y Sadaise Arencibia. El BNC es la única compañía que lo tiene, pues su autor así lo dejó establecido.

«Los empresarios y dueños de teatros se quedan boquiabiertos cuando saben que estas cosas suelen suceder en Cuba. ¿Eso es posible?, me preguntan. Y yo les digo: Sí, en Cuba hacemos milagros, gracias a este pueblo y a nuestro gobierno que está muy consciente de la importancia que tiene la cultura para el desarrollo pleno del ser humano».

—¿Cuáles son las propuestas de Alicia Alonso?

—Me entusiasmé con la partitura del compositor ruso Mussorgski para crear Cuadros de una exposición, como él tituló su obra. Este ballet mostrará una visita a una exposición, lo que permitirá que quienes están en el museo interactúen con los personajes de cada óleo. Así cada pieza musical corresponde a un cuadro diferente. He tenido el privilegio de que en este proyecto hayan trabajado conmigo artistas que son genios de las artes plásticas como Roberto Fabelo, Nelson Domínguez, Zaida del Río, Cosme Proenza, Arturo Montoto, Ileana Mulet, Alicia Leal, Ángel Ramírez, William Hernández, Gólgota y Alfredo Sosabravo, además de nuestro Ricardo Reymena, encargado de los diseños complementarios.

«Mi segunda obra, que también constituirá un estreno mundial, es Desnuda luz del amor, la cual fue realizada especialmente para Carla Fracci. Cuando escuché la música de Chausson, no podía dejar de pensar en que ella era la bailarina ideal para este rol. El ballet refleja la vida amorosa de una mujer, que evoca a los hombres que han sido decisivos en su existencia para descubrir su verdadero amor. Ya Carla lo tiene en sus manos y lo está ensayando. Después vendrá aquí y yo le daré los últimos retoques.

«En estos días estoy trabajando en una tercera coreografía. Voy a ver si lo logro, porque tenemos muchos compromisos internacionales. No sé si me podré dividir en tantos pedacitos. Trataré».

—Para Desnuda... ha confiado también en bailarines muy jóvenes...

—Bueno, uno ya es un primer bailarín, Víctor Gilí. Los otros son Javier Torres (bailarín principal) y Tara Domitro, que viene a toda velocidad. Es que ellos me han inspirado también, y les vienen muy bien los personajes. Yo tengo una confianza muy grande en los jóvenes. Y es que nosotros no llegamos y le decimos vas a bailar tal cosa, sino que lo preparamos para ese momento. No hay sorpresas. Cuando ves a alguien en escena puedes estar convencido de que está listo.

—¿Le tomó mucho tiempo crear estas coreografías?

—Desnuda... la monté en una semana. Sin embargo, Cuadros... me llevó mucho más tiempo. No obstante, soy una coreógrafa muy rápida. Me encierro en la sala de mi casa con una grabadora y un maître o un bailarín, que conoce mi modo de hacer, el cual va escribiendo mis ideas. Con una cámara filman el gesto que lleva el movimiento. Así cuando los bailarines llegan al salón no hay problemas. Lo que resta es aprenderse la secuencia de los pasos con la música. Después voy a los ensayos para pulir los detalles. Desde luego, eso conlleva a que mi mente no descanse, pero es muy excitante.

—En la edición anterior se representó su Shakespeare y sus máscaras en la Plaza Vieja. Ahora será Don Quijote en la Plaza de la Catedral...

—Será una función preciosa. ¿Sabes que en el 1er. Festival se ofreció una función especial y gratuita en la explanada de la Plaza de la Revolución? Ahora, como hace dos años, contamos con el apoyo de la Oficina del Historiador que nos han dado estas facilidades para que podamos presentar estas obras allí. Cuando llevamos Shakespeare... fue fabuloso, porque la gente estaba por todas partes: en las azoteas, los balcones, sentados en el suelo... y son personas que normalmente no van al GTH. Algunos se preguntan cómo lo haremos con Don Quijote, pero ahí está la magia del teatro. Lo importante es que no se pierda el ambiente, la historia.

—¿Cómo será esta gira?

—Nos presentaremos inicialmente en el famoso Teatro Sadler’s Wells de Londres, con dos programas: Don Quijote y La magia de la danza. En la capital británica estaremos hasta el 10 de septiembre para luego partir hacia Egipto, país que visitamos por primera vez. En el Gran Teatro de la Ópera del Cairo y en el de la Ópera de Alejandría mostraremos esta segunda propuesta, que recoge obras descollantes del arte coreográfico del siglo XIX. Finalmente partiremos hacia España, donde cumplimentaremos nuestra temporada en el Albéniz, de Madrid. Allí subirán a la escena El lago..., Giselle y un programa variado que incluye coreografías mías: Verbum, la última escena de Shakespeare...; Umbral y La flauta mágica. Las actuaciones en la península terminarán en Alicante y Altea.

—Al inicio hablaba de su vínculo con Fidel...

—Entre nosotros dos existe una admiración mutua. El primer encuentro con él fue muy sorpresivo. Una noche me tocaron la puerta y Núñez Jiménez me dijo: Hay alguien que quiere conocerte. Cuando fui estaba el Comandante en Jefe. Después de ese ha habido muchos, todos muy agradables. Fidel siempre se ha preocupado por mi salud, por saber cómo marcha la compañía, por el ballet.

«Cuando se dio a conocer la Proclama preferí conversar con los bailarines. Solo les pedí que miraran las cosas terribles que ocurrían en el mundo, las muertes, la cantidad de sangre inocente que hacían derramar los que se creen dueños del mundo, y que esos no podían pisar esta tierra. Nosotros somos la piedra, les dije, esa que le dio al gigante y lo derribó. Solo hay que trabajar, y hacerlo bien».

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