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Sonera sin discusión

Con dos décadas de carrera artística, la cantante es una fiel cultora del género, algo que podemos apreciar en Mala, su última producción discográfica

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Haila María Mompié defiende cada partitura escrita para el son. Siente que en estas se reverencia a un género singular, muy nuestro y eterno. Pero le inquieta que sean menos las cantantes que en el mundo se dedican a reverenciar un estilo capaz de inspirar la más sensible frase: «el son es lo más sublime para el alma divertir; se debiera de morir quien por bueno no lo estime».

En Cuba, dice la intérprete a JR, «existen muchas soneras, pero en el mundo hay un vacío. No hay una representación ahora mismo que te permita decir: “Esta es la cantante de salsa”. Sin embargo, es un género del que se deriva mucha música. Es la fuente de toda creación».

Mala, su quinta producción discográfica, que Haila acaba de presentar, lleva mucho de esa raíz sonera que profesa desde sus comienzos artísticos y a la que siempre le ha guardado un espacio en su carrera, que ya suma dos décadas.

En este nuevo volumen, la ex vocalista de orquestas tan populares como Bamboleo y Azúcar Negra, hace gala de su capacidad para caminar con soltura por el ritmo. «Este es más bien un disco para el bailador. Hemos querido rescatar eso que se ha perdido en Cuba, y es que la gente ya no quiere bailar salsa.

«Hay que volver a las raíces, con las cuales hemos crecido y aprendido. No permitamos que otros vivan de esta música, porque es nuestra. Si otras personas la tocan a diario, hacen funciones y millones de discos, por qué no podemos hacerlo. Estamos vetados por un lado, con el bloqueo que tiene también un pie puesto encima de los artistas; pero sí se puede», asegura la cantante.

En Mala, Haila suscribe su condición de mujer independiente, madura y familiar, a la vez que invita a figuras del pentagrama internacional, como la boricua Olga Tañón y la cubana Omara Portuondo.

Relata que su amistad con la Tañón surgió a raíz del Concierto por la Paz. Auxilió en esos días a la puertorriqueña, tras una afección vocal que padecía. «A partir de ese momento ella nos nombró sus “angelitos de la guarda”. De hecho, estuve recientemente de gira en Miami y estuvimos un día departiendo. Porque Olga es un gran ser humano. Es una mujer con temperamento. En eso nos parecemos mucho. También en que somos muy luchadoras.

«A Omara le profeso un cariño de muchos años. Tenemos un amigo en común, el maestro Santiago Alfonso, quien nos adora. Con ella solo fue pedírselo y amorosamente aceptó. Fue divina para el estudio sin haber oído la canción. Cogió su papel, escuchó la letra y la grabamos de una sola vez. Ella es de lo más grande que tenemos en este país; para mí es la número uno».

—Has dicho que tu padre tuvo mucho que ver en tu vinculación con el arte.

—Soy el sueño logrado de lo que mi padre no pudo ser. Él tenía una gran voz y era artista aficionado allá, en mi natal Amancio Rodríguez. Y supe que iba a ser artista desde que me engendraron, en el vientre de mi mamá. Porque eso no se enseña; se nace con ello.

—No todos conocen que comenzaste por la música tradicional.

—Al principio canté con el septeto La Tradición. Después trabajé en un lugar muy conocido en La Habana, Las Avenidas, en la misma esquina de las calles Infanta y Carlos III. Allí conocí al chino Lang, hijo del maestro Jesús Lang, director de Habana Son, y por medio de él llegué a la orquesta. Luego me fui a una gira de seis meses por España, convocada por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Ese espectáculo se llamó Guajira habanera e interpreté todo tipo de música.

—Muchos se asombraron cuando no te vieron más en la nómina de Bamboleo. ¿Cuál fue la causa de tu partida?

—Bamboleo forma y formará parte de mis vivencias tanto personales como musicales, porque fue el grupo que me dio la popularidad que tengo hoy. Le debo casi todo lo que soy, como el aprender a dirigirme a todo tipo de público.

«Una tiene necesidades como artista y a veces los lugares nos van quedando estrechos. Siempre tuve la ambición musical de seguir creciendo. Eso no me lo pueden tachar, porque a todos nos gusta crecer. Y fue lo que pasó. Me habían propuesto integrar una orquesta donde sería la cantante solista y es ahí donde viene lo de Azúcar Negra, con Leonel Limonta».

—¿Cómo te fue en Tropicana, un escenario al que muchos le temen por su exigencia y por el número de artistas reconocidos que ha desfilado por allí?

—Era uno de mis grandes sueños. Me presenté a unas audiciones que hizo el cabaret. Conocí un día al maestro Santiago Alfonso, que hoy es uno de esos grandes padres que me regaló la vida. Es un hombre muy dedicado a su trabajo y muy profesional. Simplemente me dejé llevar.

«Santiago siempre tuvo a una figura invitada en Tropicana. Por muchos años fue Omara Portuondo y él estuvo buscando a otra cantante joven para cuando ella no estuviera por sus compromisos internacionales. Y he sido una de las elegidas. Siempre estoy bien ligada a su carrera y él a la mía».

—Un vuelco en tu carrera ha sido Haila diferente. ¿Temiste en algún momento que ese disco no fuera a resultar?

—Ese álbum se hizo muy apresurado. Era mi tercera producción y mi esposo y yo planeamos hacer un cambio dentro de mi carrera. Como la Charanga Habanera había hecho su CD Charanga light, me dije que podía hacerlo también. Nos pusimos de acuerdo con David Calzado y dijimos: «Vamos a lanzarnos».

«Pero la Charanga tiene mucho trabajo y era muy complicado, ya que esta era la primera producción que hacía David, aparte de las de la orquesta. Estábamos grabando tres discos a la vez, el de la Charanga, el mío y otro titulado Cuba canta a Serrat.

«Por eso Haila diferente fue muy alocado. No quedó como hubiese podido ser, pero ahí está. Aparecen en él compositores como Alberto Pujols, Ricardo Amaray, Leoni Torres, Osmani Collado y Pedro Dikán, autor del hit Quién fue.

«El álbum se comercializó primero en Japón y después en Cuba. Transcurrió un año entero para que fuera un suceso aquí. Me parecía que no iba a pasar nada con él. Pero resulta que fuimos de gira a Europa y cuando retornamos, eran las celebraciones por el 28 de Septiembre, y toda Cuba se llenó de caldosa y música. Yo me decía: “¿Qué es esto?”. Es el disco que le dio la patadita de la buena suerte a la carrera de Haila, ¿no?».

—Incursionaste en la música infantil y lo hiciste al tiempo de reguetón. ¿Crees que asirse de un género actual para llegar a este tipo de público puede ser acertado?

—Ahora mismo estamos preparando una producción de reguetón con música infantil que dedicamos a nuestro hijo. El primer tema que grabamos es El niño caníbal. Y se deriva de ese proyecto anterior, de la canción M con A, N con I, donde nos dijimos: “Vamos a probar un poquito de este chocolate y hagamos un tema en tiempo de reguetón para los niños”. Ha sido un éxito rotundo.

—Cuidas mucho tu imagen. ¿Podrías revelarnos algunos de tus secretos?

—Primero que todo, me debo al público, desde los más pequeños hasta los más adultos. Estoy las 24 horas del día arreglada, hasta para cocinar, que me gusta mucho. Suelo estar muy pocas veces desaliñada y cuando alguien de fuera de mi círculo me ve así, pues quiero morirme.

«Debemos ser cuidadosos con la imagen al presentarnos en un escenario. Ese consejo se lo doy a mis compañeras. Si hago un concierto en provincia, me visto igual que para una gira internacional. No tengo diferencias. Aunque esté cantando en una plaza donde el terreno esté áspero, me pongo mis tacones. Sufro y lloro por mis zapatos, pero ahí estoy».

—¿Cómo es la vida de Haila en el plano familiar?

—Soy una mujer tranquila. No me gusta salir de casa después de las 6:00 p.m., a no ser que tenga un compromiso. A veces abro una botella de vino y me tomo unas copitas. Veo la televisión mientras cocino…

«Soy muy amorosa con mi hijo Haned. Es el hombre al que más amor le profeso en este mundo, al que más beso. Llevo 12 años de matrimonio con mi esposo. Es alguien a quien admiro muchísimo por su capacidad y por su empeño hacia la vida. Es el mejor de los amigos, al que voy a amar todos los días de mi vida».

—Hace poco hablabas de sueños cumplidos y de los que quedan. ¿Por qué no nos haces una mezcla de ambos para ver qué sale?

—Soñé un día con ser una cantante famosa; todavía no lo soy, pero sí bastante popular. También con cantar un día con Pablo Milanés, que ha sido mi ídolo de toda la vida, y así fue. Anhelé conocer a Olga Tañón, y se me dio. Pero no solo ella, sino Pitbull, el Chino (el de Chino y Nacho)…

«Sin cumplir está el deseo que tengo de actuar en el Madison Square Garden, y si fuera con Marc Anthony, mejor. Es un gran cantante y mi ídolo internacional».

—Háblanos de esos otros proyectos a los cuales estás muy ligada y que se salen del ámbito musical.

—Hace muchos años que formo parte de Un canto a la esperanza, iniciativa de la ONG Semi di Pace en el Hospital Infantil Juan Manuel Márquez. Participamos muchísimos artistas y hacemos actividades allí, llevamos juguetes a los niños...

«Este año Haila alza su voz para departir con los pacientes con VIH. Hemos hecho un videoclip de la canción De hoy en adelante, compuesta por Pedro Dikán e incluida en mi último CD. La idea es darles mayor motivación a esas personas y decirles que siempre hay un rayito de luz en el camino. También concientizar a aquellas personas que todavía no son capaces de ver la magnitud de dicha enfermedad, e insistirles en que es necesario protegerse.

«La otra iniciativa es la de la lucha contra la violencia femenina, una campaña que la ONU presentó en 2008 y Cuba se suma este año. Participé junto a David Torrens en unos talleres que tuvieron lugar en Panamá, en septiembre pasado, donde departí con 26 artistas de Latinoamérica y el Caribe. Es una experiencia bonita, pero fuerte, porque nosotros los cubanos no estamos acostumbrados a esas cosas.

«Las cubanas somos muy desenvueltas e independientes, aunque no todas son así, desafortunadamente. Hay que hacerles conciencia a ellas de que no se trata solo del maltrato físico; peor es el psicológico.  Todavía hay que educarse un poquito más en estos temas. Les digo a todos que abran los ojos, que se traten con más amor, respeto y cariño. Yo digo no a la violencia contra la mujer».

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