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El irresistible acorde de Changüí Guantánamo

El grupo, oriundo de la tierra del río Guaso, lleva más de seis décadas enarbolando una melodía que simboliza a toda una región

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Una noche entera pudieran escucharlos y sorprenderse, en cada sencillo interpretado, con las historias que nos cuentan. Son personajes sacados de la cotidianidad, de esa misma ciudad que los aclama. Tienen una forma de hacer música cadenciosa y muy auténtica porque cultivan el changüí en su ambiente natural.

Changüí Guantánamo tiene la capacidad de asombrar no solo al bailador, también a quienes sienten la curiosidad de seguirlos desde el auditorio. El grupo, oriundo de la tierra del río Guaso, lleva más de seis décadas enarbolando una melodía que simboliza a toda una región.

Su actual director, Andrés Fistó Cobas, conocido en los escenarios como «Tabera», siente que la agrupación es abanderada de un género universal.

«El changüí gusta en cualquier parte del mundo», dice «Tabera» a Juventud Rebelde, luego de hacer mover los pies a decenas de personas en la céntrica calle Los Maceos de la ciudad más oriental de la Isla.

Confiesa el artista que tal sensación la ha vivido no solo entre sus compatriotas, sino en países con tradiciones culturales tan diferentes como Estados Unidos, Bélgica, Holanda, Francia, España y Reino Unido.

Aunque muchos tratan de encontrarle similitudes al changüí y al son, Changüí Guantánamo muestra en sus presentaciones que también existen muchos puntos en los que ambos estilos se diferencian.

Fistó Cobas explica que «en el son, los treseros trabajan con acordes. Nosotros no podemos trabajar así, pues ese instrumentista debe doblar la melodía de los cantantes. El bongó toca muy distinto al del son, y en su forma física es un poco más grande el nuestro. En fin, que aquí se dice que el changüí se baila como se toca, como comentara mi coterráneo Marcelino Ruiz en una de sus canciones, que tenemos montada en el grupo».

Changüí Guantánamo fue fundado el 11 de agosto de 1945. El grupo tuvo entre sus filas al bongosero Arturo Latamblé y a su hermano Chito (tresero), así como al marimbulero Pedro Speck. Hoy es una de las agrupaciones emblemáticas de la ciudad.

«Tabera» conoció a los fundadores del grupo, pues en sus comienzos, allá por 1978, tuvo la «inmensa suerte de tocar con ellos». Siempre se encargó allí de la marímbula, un instrumento del que aprendió sus secretos en su natal Cacimba de Yateras; y que denomina como una especie de contrabajo muy común en la región, e instrumento indispensable, junto al tres y al bongó, del changüí.

El repertorio del grupo es extenso. «Tenemos más de 200 números», asegura Fistó Cobas. Desde Canto a tu memoria, dedicado a las madres del mundo, y Mujer caprichosa, hasta Yo soy el campeón, una de las últimas composiciones, la formación musical guantanamera refleja el entorno en el que conviven a través de la mirada de cuatro de sus siete integrantes: Carmelo Irbe, José Antonio Moró, Andrés Rodríguez y Andrés Fistó Cobas.

Tampoco dejan fuera de sus actuaciones a esos «clásicos» del terruño, como el célebre Guararey de Pastora, uno de los números representativos de la agrupación.

Para quienes visitan la urbe oriental y gustan de escuchar una música raigal, pueden encontrar a Changüí Guantánamo cada sábado y domingo en una iniciativa cultural llamada La noche guantanamera y en la Casa del Changüí, entre otros espacios.

Bongó de monte, premiado en la Feria Internacional Cubadisco 2000, es uno de los cuatro discos grabados por el grupo, y constituye además otra oportunidad para apreciar el hacer de estos artistas.

Porque a estos hombres el changüí le viene en los genes. Ellos ven en la figura de Elio Revé Matos al primero en promover esta música y llevarla fuera de Guantánamo. Igualmente admiran el amplio movimiento de cultores del género en el territorio, el cual integran también jóvenes y niños.

¿Habrá changüí pa’ rato?, es una pregunta que les hice al cierre de una de sus presentaciones en el pasado Festival Nacional del Changüí. «Como no», respondieron al unísono. Y la aseveración es una muestra de ese propósito que tienen los hacedores de la melodía de convertirla en eterna.

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