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Van Van te pone la cabeza buena

El «Tren» de Cuba se presentará en concierto este 5 de diciembre en la Escalinata de la Universidad de La Habana

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Van Van es un superexpreso que camina por el corazón de los cubanos. Un peculiar tono, saboreado por 45 años, trasciende las fronteras de una isla musical por antonomasia y que la orquesta representa con esplendor.

Su líder fundador, Juan Formell Cortina, sintetizó desde el 4 de diciembre de 1969 ideas renovadoras capaces de convertir en emblema a una agrupación esencial en el panorama sonoro de la Mayor de las Antillas.

Al calor de un efervescente decenio musical como lo fue el de 1960, Formell y sus muchachos renovaron el son criollo desde la melodía y los textos, y patentizaron una tendencia de ese estilo denominada songo. De la mirada creativa e inquieta del artista se desprendieron aportes indiscutibles en la base musical del género que ahora son indispensables en una formación de ese tipo.

La introducción de los trombones de vara, los sintetizadores y el bajo eléctrico, así como la manera de hacer sonar la percusión y el cuidado melódico de los instrumentos de cuerda, son aportes sustanciales que hoy reconocen tanto bailadores como entendidos en la materia. A ello se suma esa capacidad para reflejar en las canciones la cotidianidad de un país diverso, rico por su cultura y con un humanismo altruista manifestado a través de su solidaridad y de su buen sentido del humor.

Un Formell intenso y revolucionario, que se rodeó de talentosos músicos a lo largo de estos nueve lustros, creó un «tren» sonoro imparable, capaz de «arrasar» en cada escenario y que ha sido merecedor de importantes reconocimientos en certámenes como las ferias internacionales Cubadisco y Womex, y los premios Grammy.

Pero apreciar a Van Van por dentro es una de las intenciones de este reportaje de Juventud Rebelde que, motivado por la cercanía de tan especial aniversario, se acerca a la visión que tienen de la orquesta algunos de sus integrantes.

Para la cantante Yenisel Valdés, este grupo es su reto cotidiano, su alegría, su orgullo, su reafirmación de lo cubana que es. «Es mi filosofía de vida. Me provoca sensaciones extremas. Si lloro, lo hago mucho con Van Van. Si me alegro, aquí lo hago infinitamente. Siempre digo que Van Van ha sido lo mejor que me ha pasado después de mi hijo», dijo Yeni.

A su colega Robertón Hernández, Van Van le pone la cabeza mala, en el mejor sentido de la palabra. «Es algo que se lleva en el alma. Lo llevan los vanvaneros y todo el pueblo de Cuba. Y para mí en particular, es un complemento para seguir viviendo. Es una encomienda. Es un compromiso perpetuo que se lleva en el corazón. En fin, son tantas palabras que se me agolpan», aseguró.

Con toda una vida en el grupo, el trombonista Edmundo Pina se siente realizado en la orquesta, gracias a esa visión de su líder fundador de introducir el instrumento que defiende en este tipo de formación musical. Primero, explicó Mundo —como mejor se le conoce en los escenarios—, «por haber estado al lado del “genio”, Juan Formell. Segundo, por ser parte de la agrupación; y tercero por interpretar esta música en disímiles plazas. Esta ha sido mi vida por 32 años. Van Van es como la titimanía, te atrapa y no te suelta».

Heredero de un estilo en la manera de tocar la flauta en el grupo, Jorge Leliebre ya suma 19 años en esas filas y ha dejado una huella, como sus antecesores José Luis Cortés y Orlando Canto. A Leliebre se le deben también éxitos como Un año después (La costurera), de La Maquinaria (Egrem, 2011). El músico evoca esa manera en que Formell guió el grupo y fue «hermano, padre, amigo».

El desafío del violinista Irving Frontela fue grande cuando en 2001, a su entrada a la orquesta, Juan le pidió que se hiciera cargo de dirigir las cuerdas y luego, de grabar los violines y las violas en los discos.

Irving opina que Van Van ha renovado la utilización de estos instrumentos en la música popular bailable. «Las cuerdas aportan suavidad y melodía a la agrupación. Si se fijan bien, no utilizamos trompetas, sino trombones de vara, los cuales no son estridentes e invitan al baile. Los violines aportan melodía y cuando viene el estribillo llegan los tumbaos. La sonoridad de Van Van es una combinación muy agradable», subrayó Frontela.

Uno de los nuevos rostros del conjunto, Efraín Chibás, más conocido por sus colegas como «Pacho», coincide en lo necesario que es mantener el timbre característico del grupo y, sobre todo, el marcado por los «tumbaos» de piano, en los que impuso su sello personal César «Pupy» Pedroso.

«Este es un puesto muy difícil. Me antecedieron grandes de la música cubana y quiero aportar mi granito de arena para que Van Van siga sonando bien. Porque es la mejor orquesta de Cuba. Formell fue un padre para mí. Siguió mi carrera y confió en mí, lo cual le agradeceré siempre», resaltó Chibás.

Otro de los instrumentos imprescindibles dentro de la sonoridad de los denominados Rolling Stone de la salsa, encuentra en Juan Carlos Formell a un abnegado representante. Preservar la fuerza del bajo es su prioridad actual, ahora que acaba de integrarse a la agrupación, aunque su relación con Van Van empezó desde niño.

«Mi papá tuvo la idea, hace un año, de que trabajara aquí. Quería que fuera el guitarrista primeramente, pero cuando comenzamos el nuevo disco, él decidió que grabara el bajo. Antes de fallecer, una de sus decisiones expresas fue que me incorporara al grupo, porque conozco su estilo a la perfección y ya había colaborado con algunos temas en álbumes anteriores (Control, del CD La Maquinaria; y Bótalo y guárdalo, del recién acabado La Fantasía). Ahora estoy arriba del “tren”», sentenció Juan Carlos, cuyas cartas credenciales precisamente son su carrera como cantautor desarrollada en Nueva York, y seis fonogramas grabados en solitario, algunos de ellos nominados al Grammy.

Su hermano Samuel Formell, comandante actual de la tropa, piensa que la estética a seguir está clara y avalada en estas más de cuatro décadas de trabajo. En su mensaje a los seguidores, el destacado baterista destacó que Van Van continuará su paso indetenible. «Vamos a seguir haciendo música pensando en el pueblo cubano, que es la razón de la salud eterna que tiene la orquesta», puntualizó Samuel.

Y ello es lo que motivará el concierto de ese expreso este 5 de diciembre, a las 9:00 de la noche, en la Escalinata de la Universidad de La Habana. La velada tendrá como director artístico al maestro Santiago Alfonso. Allí actuarán, en calidad de invitados especiales, la compañía de teatro infantil La Colmenita y de la orquesta La Tabla. Será una noche mágica que pondrá punto final al recorrido que iniciaron en julio último por toda la Isla y el mejor momento para festejar estos 45 años de buena música.

Arrasando con La Fantasía

Lo que se sabe no se pregunta, dicen los Van Van en Somos diferentes, un sencillo que dibuja la singularidad de los cubanos y deviene crónica indispensable para mirarnos por dentro. No exagero cuando digo que el denominado «tren» de la música popular bailable ha subido la parada con su nueva placa discográfica, titulada La Fantasía (Egrem, 2014). El superexpreso insular ha reunido en un compacto 14 temas y con ellos celebra su aniversario 45.

Samuel Formell, su productor, afirmó en la presentación del CD para la prensa, que este es uno de álbumes más completos de la orquesta. Trasciende, acotó, por su sonoridad, lograda fundamentalmente por la calidad de los músicos del grupo y de artistas invitados como el trompetista Alexander Abreu, el cellista Pedro Cárdenas y el percusionista Joel Drigg, quien estuvo a cargo de tambores batá.

La Fantasía contiene números ya promocionados en la radio y la televisión como Todo se acabó, del propio Samuel; mientras Se vende fue escrito por Juan Formell a partir de su colaboración en la banda sonora del largometraje de Jorge Perugorría, y se incluye también de Juan, El aparecido.

Otros compositores integran el universo autoral del volumen. Tales son los casos de los vocalistas Armando Cantero (Soy añejo) y Robertón Hernández (Somos diferentes y La moda), el flautista Jorge Leliebre (Soy la mujer que quiero ser y Voy a decirte cosas) y el bajista Juan Carlos Formell (Bótalo y guárdalo), al tiempo que su hermano Samuel firmó Soy Van Van; y Juan Ballesteros lo hizo en No me digas hello.

Emotiva es la interpretación de Juan Formell en el track que da título al disco, la cual lleva una sensible orquestación del pianista Efraín Chibás y contó con la participación especial del Coro Diminuto, dirigido por la maestra Carmen Rosa López.

El CD sobresale también por su proceso de mezcla y masterización —hecho en los GML Recording Studios de Estados Unidos—, y por su empaque, que cuenta con la obra de Ernesto Rancaño en la portada, las fotos de Iván Soca y el diseño gráfico de Alberto Medina Peña.

Los seguidores de Van Van tendrán a mano el CD para fin de año,  según directivos de la Egrem.

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