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El placer de compartir lo que se tiene

Este gran amigo de Cuba y de la Revolución renunció a la ciudadanía estadounidense al involucrarse en la lucha por el regreso de los Cinco Héroes cubanos. A propósito de su más reciente donación al país de 40 obras gráficas de André Masson, JR dialoga con el destacado curador y coleccionista de arte

Autor:

Aracelys Bedevia

Gilbert Brownstone tiene una renombrada carrera en el mundo de la plástica y ha sido curador del Museo de Arte Moderno de París y del Museo Israel, en Jerusalén, así como director del Museo Picasso, en Antibes. Estudió Historia del Arte en la Sorbona y es presidente de la fundación que lleva su nombre, creada en 1999 para impulsar acciones a favor del desarrollo cultural y la educación de los pueblos.

Radicado en París desde los 19 años, este gran amigo de Cuba y de la Revolución es, además, un activista político y social. Nació en Estados Unidos, pero renunció a la ciudadanía estadounidense al involucrarse en la lucha por el regreso de los Cinco Héroes cubanos. Posee la Medalla De la Amistad, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba, y es una de las pocas personas que pudo ver a Gerardo Hernández en prisión.

Desde que visitó por vez primera la Isla, en 2001, Gilbert Brownstone se ha ido integrando a los procesos culturales del país y ha realizado importantes donaciones de obras de arte (Marcel Duchamp, Pablo Picasso, Joan Miró, Andy Warhol). El destinatario de esas piezas es el pueblo de Cuba, aun cuando el Consejo Nacional de las Artes Plásticas junto al Museo Nacional de Bellas Artes y el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam velen por ellas.

«No existe en el mundo un Gobierno que haga tanto por la cultura de su pueblo como lo hace  el de Cuba», afirmó Gilbert. Las obras que he donado, resaltó, han sido expuestas en Guantánamo, Santiago, Holguín, Santa Clara, Sancti Spíritus, Pinar del Río y también en Mayabeque, Artemisa y La Habana.

«Ha sido muy conmovedor para mí ver a tantas personas mirándolas con tanta alegría e interés. En uno de esos periplos por la Isla tuve la oportunidad de intercambiar con unos campesinos que fueron a ver la exposición y recuerdo que me dijeron que habían oído hablar de Picasso, pero que no pensaron nunca que iban a tener la oportunidad de estar frente a una obra de él. Fue un sueño realizado tanto para ellos como para mí».

A las donaciones realizadas, se suman ahora alrededor de 40 obras gráficas de André Masson. «Permanecerán en depósito en Cuba y el que quiera estudiarlas deberá viajar a La Habana», aseveró Brownstone, autor del libro André Masson, vagabundo del surrealismo, el cual será presentado próximamente por el sello editorial Arte Cubano.

Esas piezas pueden ser apreciadas en el Centro Wifredo Lam, donde actualmente se exhiben como parte de la muestra Masson-Lam: Diálogos imaginarios, gracias al altruismo de este hombre de bien (quien ha sido además uno de sus curadores), y a la familia del renombrado pintor francés, que donó también algunas de ellas.

La exposición, calificada por Rubén del Valle, presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP), como «la más importante después de la 12 Bienal de La Habana», incluye igualmente 37 creaciones de Wifredo Lam. Diálogos…, permite apreciar una etapa esencial en la carrera de ambos creadores, al tiempo que intenta reivindicar al grabado como una de las vías de experimentación más grandes que puede tener un artista de la plástica.

La idea de hacer esta muestra, comentó Gilbert en un encuentro con JR, surgió hace mucho tiempo. «Viene de cuando conocí en el ISA a Jorge Fernández (actual director del Centro Wifredo Lam), durante mi primera visita a Cuba.

«Masson por varias razones es parte de mi vida. Hablamos en su casa e hice mi maestría sobre él. Aquí entre nosotros no hay muchas personas que estén al corriente del movimiento surrealista y de la obra que hizo. Se conoce a Lam, Miró; pero cuando alguien ve un cuadro de Masson pregunta quién es porque resulta difícil de identificar. Él no tuvo el éxito ni el reconocimiento que merecía (salvo en Francia y Estados Unidos)», expresó.

—¿Por qué comparte su colección con los cubanos?

—Es justa reciprocidad ante tanto amor compartido. Me da placer saber que van a aprovechar eso. Son impresionantes los avances de esta nación en materia cultural. Cuba y la Revolución han hecho tanto por la cultura y por su pueblo. Me enamoré de este país y de su gente. Tengo muchos amigos y considero que Cuba me ha dado la oportunidad de muchas cosas. Es parte de mí. Es mi patria. Vivo seis meses aquí y el resto en Francia.

—Como coleccionista de arte, ¿qué criterios tiene en cuenta al adquirir una obra?

—No me considero un coleccionista. Si la obra me habla me interesa. Las primeras piezas que compré, y que están aquí, son de Masson y las adquirí en el 68. Nunca lo he hecho pensando en una colección. He dado todo y ahora no tengo casi nada, porque mis obras están en Cuba. No las necesito. Además, todas las colecciones terminan en los museos. Yo tengo la oportunidad de saber, antes de mi muerte, que las obras que me gustan y son parte de mi vida estarán en el mejor lugar posible.

—¿Ha realizado donaciones a otros países?

—Sí. Al museo Pompidu, de Francia. Pero no de esta importancia.

—A partir de lo que sucedió el 17 de diciembre, con las relaciones entre la Isla y EE.UU., algunos se aventuraron a asegurar que Cuba se convertiría en la meca del arte.

—Cuba desde hace muchos años está produciendo arte. Hay tantos artistas buenos. No es de hoy lo que Estados Unidos va a «descubrir». Ellos no hablan de arte sino de mercado del arte. Allá casi todos los museos son privados y se muestra lo que los dueños tienen en su colección, porque eso les permite subirles los precios a esos artistas. Es un círculo vicioso.

«Aquí descubrirán el tesoro que representa la calidad de las creaciones cubanas, porque desde los 60 a la actualidad se han hecho pocas exposiciones de arte cubano en Estados Unidos.

«De todas maneras, durante todos estos años ha sido legal en las leyes norteamericanas comprar obras de arte. Ya muchos artistas cubanos están en colecciones en Estados Unidos porque los coleccionistas no han esperado el fin del bloqueo y hace tiempo que vienen a comprar. Quienes vendrán más ahora y ya lo están haciendo son los inversores en arte, para después subirles el precio a esas obras».

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