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Historias íntimas para rodar

Fernando Pérez vuelve a ser protagonista del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en el que presenta Últimos días en La Habana

Autor:

Alejandro A. Madorrán Durán

Con una carrera consolidada, lo cual se expresa en el Premio Nacional de Cine que se le otorgó en 2007, en reconocimiento a su notable obra creativa, Fernando Pérez vuelve a ser protagonista del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el mismo que lo distinguió en 1987 con un Coral por su ópera prima Clandestinos. Ahora en la 38 edición presenta Últimos días en La Habana, a la cual prefiere definirla como un drama alegre.

La película narra la relación entre dos amigos: Miguel (Patricio Wood) y Diego (Jorge Martínez), quienes conjugan su presente y sus expectativas en un marginal barrio habanero. El primero, pesimista e introvertido, sueña con irse a vivir a Nueva York; mientras su compañero, convaleciente de sida, trata de enfrentar su realidad con optimismo. Una inesperada visa será el punto de inflexión que revelará los secretos de Miguel, según vaticina la sinopsis.

Y con esa incógnita nos deja Fernando Pérez, con quien pudo conversar un grupo de reporteros en la presentación del número 200 de la revista Cine Cubano, que tuvo lugar en el capitalino espacio Fresa y Chocolate. El director, caracterizado por una gentileza tan grande como su talla de artista, accedió a contarnos sobre el proceso creativo de su largometraje, que concursa con otros 17 de Latinoamérica.

«Últimos días… es una película muy sencilla y fue lo que más me interesó a la hora de filmar el guion que me propuso Abel Rodríguez, con quien trabajo por primera vez. Es una historia de amistad en un contexto que merece reflejarse, porque pertenece a personas que viven en barrios marginales, escenarios que también he mostrado en otras de mis películas».

Y cuando pensamos en la filmografía de Fernando, y en esa preocupación por reflejar el día a día de sus coterráneos que habitan en lugares que nada tienen que ver con postales turísticas, nos viene a la mente Suite Habana, una película que oscila entre la ficción y el documental, y que se propone contarnos las historias íntimas de sus protagonistas.

Ante la pregunta de cuáles eran las principales diferencias entre esos dos filmes, Fernando explicó que «desde 2003, año en que se rodó Suite Habana, a la actualidad, la situación ha cambiado un poco y los personajes de mi última obra se diferencian en el sentido de que en su sobrevivencia toman determinadas decisiones que pueden crear prejuicios en el espectador. Porque también es una película sobre el prejuicio».

Ambas propuestas llevan implícita una búsqueda sociológica, una preocupación por las problemáticas reales de la vida cotidiana. Combinar esas nociones de lo objetivo —más recurridas en el documental— con los trucos de la narrativa en la ficción puede resultar, en primera instancia, una contradicción.

Pero Fernando dejó ver que tiene claros sus propósitos. Por ello enfatizó en que «quería que el contexto estuviera expresado como entorno, y no como enfoque fundamental. La mayor parte de la película transcurre en la habitación de Diego, y se deja un espacio muy breve a la ciudad. Y en ese espacio breve, más que dar una imagen totalizadora, quise crear vivencias y detectar rasgos que, en mi opinión, caracterizan esa parte de nuestra realidad, generalmente, menos representada en nuestros medios, y casi siempre tratada de manera general».

Siguiendo esa línea de análisis social, en Últimos días en La Habana, además de los protagonistas, Diego y Miguel, aparece el personaje de una adolescente de 15 años a quien Fernando califica como una joven «rebelde».

«Yusisleydis representa ese sector de nuestra juventud que ha perdido referentes y, por lo tanto, se crea otros que son más cercanos a la banalidad.

«El problema radica, con frecuencia, en la desorientación que viven muchos de ellos, quienes no han logrado encontrar los valores humanos necesarios a causa del contexto de sobrevivencia en que se ven inmersos. Aunque, de alguna manera, en esos jóvenes continúa predominando una profunda sensibilidad».

Para encontrar a la actriz que asumiera el papel de Yusisleydis, el también autor de Madagascar y La pared de las palabras realizó un «cuidadoso y largo casting», en el cual Gabriela Ramos obtuvo el papel que la hizo debutar en la gran pantalla.

Al respecto, el director indicó que «para ese personaje necesitaba de mucha frescura, y eso lo quise obtener en jóvenes aspirantes a actrices, que tuvieran la misma edad y pudieran ofrecerme esa naturalidad que no debía partir de una caracterización, sino de la espontaneidad de la intérprete».

La dirección de actores resulta fascinante para Fernando Pérez, y ha de haber sido necesario para él dominar esa técnica, ya que en sus películas podemos encontrar personajes con disímiles rasgos, como la arriesgada pareja que interpretan Isabel Santos y Luis Alberto García en Clandestinos, o la soñadora Larita en Hello Hemingway, que le valió a Laura de la Uz el Premio Coral a la mejor actuación femenina, cuando contaba con solo 20 años.

«Los personajes que más me interesan son aquellos que no son perfectos, que pueden desconcertar, que pueden tener dudas, cometer errores, eso es lo que los define como seres humanos. Lo que marca, por ejemplo, a Yusisleydi es su sensibilidad».

Y como en esta ocasión sus personajes convergen en un solar, con las consabidas peculiaridades que tienen esos espacios, quisimos indagar sobre las experiencias del rodaje, aunque Fernando, con su significativa experiencia, parece moverse como pez en el agua cuando de filmar en exteriores se trata. Tal vez esa facilidad para llevar adelante el trabajo fuera de estudios se explique en el hecho de que comenzó a dirigir documentales para el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) en 1975, hasta que encontró en la ficción el género que más se correspondía con sus intereses expresivos.

De cualquier manera, Fernando confiesa que «si algo me emociona de mi ciudad es que La Habana es un gran set cinematográfico. No es solo el solar, son las calles. Últimamente cuando ruedo una película de situaciones contemporáneas no llevo ni extras, ni figurantes, coloco simplemente la cámara en la calle y aquellos que pasan por allí terminan muchas veces participando.

«Eso no ocurre en otros países. Aquí es muy cálida la participación de los cubanos».

Para este incansable creador, igual resulta muy motivador recibir criterios divergentes en el público que visiona sus películas, como, según dice, ha sucedido con Últimos días…, la cual ya fue preestrenada en la más reciente Muestra Joven Icaic y en la 17 edición del Taller Nacional de Crítica Cinematográfica.

Quedará entonces para los asistentes a esta 38 edición del Festival de Cine de La Habana sumarse a esa construcción simbólica de imágenes y sonidos que propone Fernando Pérez, quien por su parte ya coordina detalles para emprender el camino de su siguiente producción, con título Insumisa, un largometraje de ficción que abordará una historia real acaecida a inicios del siglo XX en Cuba, de la cual su director espera provocar también resonancias.

Por ahora, la cinta se halla solo en proyectos, por lo que los amantes del buen cine cubano y de la obra de Fernando Pérez tendremos que esperar a su término, momento en el cual JR propiciará el encuentro de sus lectores con el prestigioso creador.

Fotograma de Últimos días en La Habana.

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