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El son de Cuba es nuestra identidad

No estoy dispuesto a sacrificar el prestigio de la música que hago, quizá por tener un poco más de público; en eso no voy a claudicar, no voy a hacer concesiones, dijo a JR el maestro Adalberto Álvarez, «el Caballero del Son», después de recibir la distinción como Embajador Cultural que otorga el Instituto Latino de la Música

Autor:

Juan Manuel Montoto Pascual

«Ser premiado y reconocido por el Instituto Latino de la Música es muy importante, valioso; un hecho que al mismo tiempo sirve de ejemplo para las futuras generaciones, porque de seguro habrá más distinciones. Creo que resulta esencial mantener el nivel de a quién se galardona y con quién se comparte, como ocurrió en mi caso en el que me sentí feliz y honrado de haber recibido el nombramiento junto a Edesio Alejandro y a mi hermano Pupy, dos buenos amigos y extraordinarios músicos, quienes sin dudas realzaron todavía más este galardón».

Así lo expresó a Juventud Rebelde el maestro Adalberto Álvarez, cuando dicha institución lo distinguió como Embajador Cultural.

«Se trata de una institución con mucha historia; cuando nos pusimos a averiguar sobre la tarea que llevan a cabo Daniel Martín y Matías Romero, sus dos presidentes, nos percatamos de que realizan una labor hermosa, a partir de haberse propuesto rescatar los valores que siempre defendió el Instituto Latino de la Música. El hecho de que ahora haya puesto en práctica la iniciativa de reconocer a personalidades de la música latina, le otorga a esa organización un doble valor, porque en estos tiempos en los que hay tanta influencia de ritmos extranjeros en gran parte del mundo, latinos o no latinos, pero que no representan lo mejor hecho en América, que exista un instituto que se dedique y preocupe por resaltar los verdaderos valores autóctonos de cada uno de nuestros países constituye un suceso transcendental».

—Teniendo en cuenta el momento que vive la música cubana, ¿cuál es el compromiso de Adalberto Álvarez y su Son con la misma?

—Tuvimos un estilo de música desde los mismos inicios, que empezamos a mostrar primero en el Conjunto Rumbavana, luego en Son 14 y finalmente en mi orquesta, Adalberto Álvarez y su Son; un estilo que defiende fundamentalmente nuestro son, que hemos mantenido lleno de cubanía. Para nosotros ha sido primordial cuidar las letras de los temas, que sean siempre respetuosas. No por casualidad he tenido el privilegio de ser el compositor más grabado por otros músicos en diferentes partes del mundo, y creo que se debe a que las letras que hemos escrito pueden ser cantadas en cualquier lugar.

«Digo en este momento que no estoy dispuesto a sacrificar el prestigio de la música que hago por tener quizá un poco más de público, para que asistan más personas a los bailables; no empezaré a escribir letras banales y cursis que no dicen nada y se alejan de la educación y de la ética. No voy a claudicar, no haré concesiones.

«Esa es mi forma de mirar la realidad que hoy vivimos y esa es mi exhortación a los músicos jóvenes: que escuchen a los grandes músicos, que se cultiven, que lean y aprendan de los grandes escritores; no es que hagan la música como nosotros, porque mi son no es el de Arsenio, ni mi trova la de Sindo Garay. Hago mi propio son, pero basado en el gran legado que todos ellos nos dejaron.

«Hay que tratar de oír lo mejor; siempre he dicho que la cultura y la educación comienzan en la casa y se reafirman en la escuela. Pienso que en sentido general debemos recuperar la educación cívica, hacer nuestras frases tan sencillas, pero tan necesarias como: Buenos días, Buenas tardes, Buenas noches, Gracias... A veces la gente sale a la calle y las deja todas guardadas en la casa.

«Todo eso se refleja a la hora de escribir una canción y a la hora de cantar una canción. Creo que el Estado cubano, no solamente el Ministerio de Cultura, debe prestar mayor atención a lo que se está escuchando, a lo que se está cantando, y se repite una y otra vez. ¿Qué sucederá con las próximas generaciones en unos años? ¿Qué cantarán esos muchachos? Me asusto de ver lo que muchos niños cantan hoy, realmente me preocupa. Habrá que tomar una determinación para salvar la autenticidad, para salvar la cubanía, para salvar nuestras raíces. Esa debe ser una preocupación de todos.

«En estos momentos, a pesar de contar con un nivel de instrucción increíble, estamos catalogados entre los países con menos educación, entre los que muestran más chabacanería al hablar. Debemos trabajar en ese sentido y la música juega un rol esencial; debemos lograr que en la radio, en la televisión, esté, sencillamente, lo mejor.

«Toda la vida ha habido canciones muy malas, no quiero decir que ahora son peores, pero antes no se ponían en la radio, no tenían esa jerarquía en los medios, en los espacios públicos».

—¿Qué sucederá con el Festival del Son? ¿Seguirá Adalberto dirigiéndolo?

—El Festival del Son se trató de organizar. Yo tenía un embullo muy grande; soñé con un festival en Santiago de Cuba, como hace muchos años que no se hacía, pero a este evento se le fue perdiendo el interés desde hace más de cuatro o cinco años, desde el primero que tuve la oportunidad de dirigir. Recuerdo que allí estuvo la mayoría de las orquestas importantes del país, por ahí anda un video que quedó como testimonio de ese momento, pero a partir de entonces las siguientes ediciones empezaron a decaer y a decaer. Mientras otros eventos que no son los más representativos de nuestra música cogían fuerza, este se iba muriendo.

«Pienso que hubo falta de preocupación de muchas partes; a veces me preguntaba si es que ya el son no le interesa a quienes tiene que interesarle, si es que el son no le interesa a los que pueden ayudar. Un festival como ese en Santiago de Cuba, cuna del son, debiera ser el evento por excelencia de la música popular cubana, pero no acaba de recibir el apoyo que necesita».

«Porque, ¿a qué vienen los turistas a Cuba? ¿Qué buscan? Pero no hablamos del turista que a fin de cuentas es nuestro invitado, hablemos del pueblo de Cuba. ¿Qué quiere el pueblo de Cuba? El pueblo de Cuba quiere bailar en la calle y ver a sus orquestas. Quiere tener un evento que realmente nos represente. ¿Y cuál es ese? Que me digan un nombre, uno que pueda representar musicalmente a los cubanos y que no sea el Festival del Son.

«El Festival del Son se creó en Santiago de Cuba para que participaran en él las principales orquestas de este país, allá en carretera del Morro y calle 3, y fuera una fiesta en todo Santiago y en toda Cuba; para que el 8 de mayo, que fue la propuesta que hice, se declarara el Día nacional del son, recordando la fecha de nacimiento de Miguel Matamoros, que además fue el día en que se fundó el trío, el día en que también vino a este mundo Miguelito Cuní, y estos acontecimientos podían de alguna manera resumir la herencia que nos han dejado los grandes soneros, pero parece que a nadie más le interesa eso.

«Ahora, increíblemente, existe un movimiento grandísimo en España a partir de esta idea: muchas personas proponiendo celebrar en el mundo el 8 de mayo como el Día nacional del son, hay una campaña tremenda con eso, y nosotros no nos hemos enterado, pero la información aparece en Facebook, y esta propuesta se defiende en Argentina, en Uruguay… Reconocen que fue una idea mía, pero me da vergüenza que no se haya hecho en Cuba.

«La historia le pasará la cuenta a muchos algún día, porque he dicho que no hago más el Festival del Son hasta que realmente pueda tener las mismas características de los otros. Es como cuando se habla de las canciones: no abogo por hacerle la guerra al reguetón, solo quiero que estemos al mismo nivel de cualquier músico en la Isla. Aquí toda la vida se bailó rock and roll, mozambique... y se bailó todo lo que estuvo de moda a un nivel parejo.

«La cuestión no está en eliminar otros eventos, sino en que este cuente con el mismo glamur y las mismas cámaras de los demás, y que todo lo que se utilice para unos esté al alcance también en Santiago de Cuba para un género que se lo merece: el son de Cuba, que es nuestra identidad».

—¿Cómo le ha ido a la orquesta en estos tiempos?

—Recientemente terminamos una gira muy interesante por Estados Unidos, donde realizamos un concierto muy lindo con Gilberto Santa Rosa, el cual se nombró Un encuentro entre caballeros. Allí pudimos constatar una vez más la fuerza que tienen el son y la música cubana en general. Te pongo el ejemplo de lo que pasó con Gilberto cuando vino a Cuba, ¿Cómo estaba La Piragua?… ¿Cómo fue eso? ¿Qué cantó y qué canta Gilberto? ¡Música cubana! o música hecha en Puerto Rico, pero a partir del género del son. ¿Qué hicimos nosotros ahora en Chicago con Gilberto? Hicimos cosas preciosas. Él cantó con nosotros frente a 25 000 o 30 000 personas, y pronto repetiremos varios conciertos.

«Seguiremos promocionando nuestro fonograma más reciente, De Cuba pa’l mundo entero, y preparando un concierto para fin de año en el teatro Karl Marx por mis 45 años de vida artística; de esa manera celebraremos los 35 de mi orquesta, que se cumplen en 2019.

«Por lo demás, continuaré insistiendo que nosotros los músicos debemos unirnos con fuerza para salvaguardar el son. El evento que no se le ocurra a las instituciones se nos tiene que ocurrir a nosotros; debemos juntarnos todos los que cultivamos la música popular cubana; tenemos que sembrar y crear ideas. Como dice ogunda masa (signo de Ifá): en la unión está la fuerza».

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