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Liset y Los cuentos de Mamidela

La guionista y directora Liset Prego Díaz, quien lleva por segundo nombre Adela, es la autora del fabuloso proyecto narrativo que son estos cuentos, porque jamás ha dejado de acompañarla

Autor:

Yunier Riquenes García

Mamidela solo puede ser alguien muy especial, una abuela seguramente. Eso es lo que uno piensa en cuanto observa en la imagen a la viejita en un sillón, muy cerca un niño, una niña y un gato. Uno enseguida presiente que va a encontrar en Los cuentos de Mamidela un universo fabuloso.

Pero estos relatos tienen otra magia, se escuchan en la propia voz de sus escritores y hasta incluso de una jovencísima y atenta lectora, que de vez en cuando los reproduce. También tienen la particularidad de ser introducidos por un breve texto jocoso, dulce, concebido por su «inventora», la guionista y directora Liset Prego Díaz, quien lleva por segundo nombre Adela, como su mamá y como esa abuelita amada que, aunque ya no está físicamente, inspiró el proyecto, porque jamás ha dejado de acompañarla.

Cuenta Liset que entre las más valiosas colaboraciones encontró la de Alain Romero Cuba, a quien conoció en la Feria del Libro de Holguín 2019, el cual aceptó de inmediato participar en el proyecto. En pocos días, este ilustrador que ya ha puesto su talento al servicio de libros cubanos dedicados al público infantil, creó la imagen que sirve de portada al podcast Los cuentos de Mamidela, la primera entrega de Proyecto NarraTK, una biblioteca sonora colaborativa.

«Desde que empezó el aislamiento por la pandemia del COVID-19, me escribe Alain, vi que muchos artistas contribuían ofreciendo su arte al público para ser disfrutado desde sus casas: canciones, conciertos, libros y lecturas, videos de danzas en las redes... Siempre consideré que era una actitud muy noble y me preguntaba qué podía hacer yo como ilustrador, cómo aportar a esta causa común. Al recibir la invitación de Liset me sentí muy feliz, pero, sobre todo, útil».

Desde la misma ilustración uno se entera de que la edición corresponde a Marjel Morales Gato. Lo que no consigue descubrir es que este reconocido profesional y Liset tienen una familia, que completan Adela Lucía (¡otra generación de Adela!) y Marjelito, sus hijos. Igual aparecen en los créditos, no solo el título de cada cuento y su autor, sino también de los compositores de la música, todos cubanos que viven dentro y fuera del país: Edelis Loyola, Rita del Prado, Dúo Karma y el trovador Alito Abad.

Liset es periodista del semanario ¡Ahora!, de la oriental provincia de Holguín. Máster en Ciencias de la Comunicación, egresó del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Su primer libro, La casa de los gatos perdidos, está en proceso editorial, mientras parte de su obra ha sido incluida en La joven luz: Entrada de emergencia. Selección de poetas en Holguín, ambos preparados por Ediciones La Luz, donde funge, además, como editora.

Esta muchacha es de las que cree firmemente, como le hizo saber en una entrevista a su colega Erián Peña, que «…la hipermedia es el presente, no ya el futuro, el mundo se mueve en bits y quien no se adecue a esta realidad simplemente se estanca. No se trata de abandonar el libro tradicional, tan necesario, sino de abrir el abanico de posibilidades para los lectores, la pluralidad de soportes y lecturas desde códigos diversos y el establecimiento de un diálogo con la generación emergente».

Ello explica que desde el 5 de marzo de 2019 Liset ideara para el portal Cubadebate el podcast Manual para padres impacientes, motivada por haber redescubierto, a partir de su presencia en La Luz «que el ejercicio de la promoción es mágico, retador y necesario». Que la COVID-19 nos haya obligado a permanecer en casa, provocó que esta creativa holguinera nos sorprendiera ahora con Los cuentos de Mamidela.

—Entonces, ¿cómo llegan los escritores al proyecto?

—Los invité aprovechando Facebook, etiqueté junto a la convocatoria a algunos amigos del mundo literario cubano: Enrique Pérez, Eldys Baratute, Rubén Rodríguez, Maikel José Rodríguez Calviño, Lilibeth Alfonso, Leonel Daimel, Yadián Carbonell, algunos periodistas, amigos, promotores, en fin mucha gente, y a ti, por supuesto. Algunos respondieron encantados, otros han prometido ayudar.

«Hasta la fecha, han salido cinco episodios pero tengo en producción al menos cinco más. Además de ti, han colaborado con sus textos Rubén, Lilibeth, Yadián y Leonel. Adela Lucía, mi hija, que es otra lectora voraz, leyó poemas de Alexis Díaz-Pimienta».

—¿Cómo nació esta idea de la NarraTK?

—Hace unos meses le comenté a mi papá que me gustaría hacer un podcast o repositorio de cuentos en audio para los niños que no tenían cerca a sus padres o para que los padres se los dejaran a los hijos en su voz por si estaban fuera de casa. En principio estaba dirigido a pequeños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Luego comenzó la cuarentena y fue el momento de hacer algo por los otros y para mantenernos activos.

«Siempre digo que tengo musa hidráulica, las mejores ideas me llegan cuando friego o lavo, tal vez porque me sobra tiempo conmigo misma para cavilar mientras corre el agua. Con los cuatro en casa todo el día,durante semanas, hay mucho por fregar. Así surgió la NarraTK, con el propósito de acercarnos con la voz y con el basamento además de la literapia, es decir, de la literatura como recurso terapéutico. Bajo el principio de la construcción colectiva de sentidos producimos un texto sonoro, en este caso para comunicar la literatura.

«La NarraTK es, a fin de cuentas, una biblioteca sonora colaborativa, virtual y gratuita para los niños que están en aislamiento social o enfermos, para los que tienen a sus padres lejos por trabajo o a causa de la pandemia, y para cualquier amante de la narración oral. O sea, es un proyecto más ambicioso que aún no termino de dimensionar y vislumbrar. El podcast Los cuentos de Mamidela está dentro de él».

—¿Cómo fuiste recibiendo los audios?

—Ha sido una aventura, porque llegan por vía electrónica (WhatsApp, Facebook o Gmail) y no todos son muy duchos o tienen saldo y megas. En muchos casos ha sido un reto, pero hemos buscado alternativas para por fin obtenerlos. Importante fue seguir el consejo de un amigo realizador de establecer algunas pautas básicas para la grabación y envío, nada complicado, solo rudimentos elementales que ayudarán a la calidad del podcast.

—¿Quién edita los audios? ¿Es como un ejercicio familiar?

—Es preciso trabajar en equipo porque no soy machete-bumerán-mortero. Mi esposo, que tiene una inteligencia muy diversa, se desempeña como editor, diseñador y Community Manager del proyecto. Lucía es sujeto de prueba junto a su hermano de tres años, Marjelito. Aún probamos para diseñar la dramaturgia de cada podcast, porque todo es muy espontáneo y urgente. Por el día escribo los guiones, gestiono los audios de los amigos colaboradores y muevo las cosas en las redes. Edito los libros pendientes de Ediciones La Luz, y cumplo con mis responsabilidades con ¡Ahora!

Los cuentos de Mamidela ha sido un proyecto de toda la familia. Foto: Cortesía de la entrevistada

«Ah, igual lavo, cocino, friego, recojo regueros infinitos, regaño a los niños que están impacientes por la cuarentena, los acompaño en algún invento y tomo café hasta la gastritis irreversible. Grabo de madrugada cuando los niños se han dormido, y sorteo los romances de los gatos callejeros, las serenatas de los gallos de los vecinos, los sonajeros de mi terraza y los perros guardianes dando el parte. Mi estudio es la cocina. Mi equipo, la grabadora con la que hago Periodismo, una Olympus digital. Nuestra computadora, una laptop anciana que comparto por turnos con Marjel. Luego él edita, también de madrugada. Por el día somos zombis, porque los niños se levantan normalmente y nosotros estamos muertos. Por eso a veces me sale la voz un poco cansada.

«Pero estoy feliz con Los cuentos de Mamidela, un homenaje a mi abuela, Luz Adela Beltrán Sarracén, primera de su nombre, reina del arroz con leche, quién era una extraordinaria narradora y a quien mis primos le acortaron el nombre hasta que comenzó a sonar Mamidela. En este momento su matriarcado llega a las ocho Adelas, yo soy la tercera... Sentía que se había ido y yo me quedé con muchas deudas. No es la solución, pero sí un ejercicio de sanación, de duelo necesario, a partir de lo mucho bueno que me dejó».

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