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Firmeza y Ars Longa en Bellas Artes

Ambas exposiciones se exhiben en el capitalino Museo de Bellas Artes

Autor:

Israel González Limia

Firmeza es una muestra antológica de excelencia, espléndida dentro de las curadurías y las museografías que se realizan en el Museo Nacional de Bellas Artes. Su curadora, la joven talentosa Laura Arañó Arencibia, organizó la exposición de una manera impecable, creando un «ambiente» de locuaz comunicación. Nos presenta a la artista Marta María Pérez Bravo, la cual usa la fotografía como testimonio documental de sus actos e ideas.

Primeramente el accionar de Marta María Pérez Bravo se dirigió a la naturaleza, relacionando su obra al land art y al arte povera. Luego proyectó su interés sobre el cuerpo y sus directrices se enfatizaron sobre el happening, el performance y el movimiento Fluxus, sin participar de la actividad estos.

La creadora ha sido influenciada por los trabajos de Ana Mendieta y el grupo Hexágono, y por las búsquedas antropológicas de Juan Francisco Elso, José Bedia y Ricardo Rodríguez Brey, quienes por los años 80 del siglo pasado indagaban en propuestas que marcarían pauta. Debido a esto toda su obra son actos no exhibidos, solo registrados por el lente fotográfico.

Su atrevida manera de dialogar con el cuerpo nos remite a ciertas aristas de carácter sadomasoquistas, aunque su principal objetivo está distante del sexo. La tortura es, en su obra, un puente a la reflexión basado en las creencias místico-religiosas, como practicante de cierto exorcismo personal a través de un monólogo de lo simbólico. Seguidora tal vez del Marqués de Sade y del cine surrealista de Luis Buñuel, reflexiona sobre el instinto básico del mundo femenino. Marta María Pérez Bravo es hechicera de la idea y el dolor sicológico, que con frialdad calcula la imagen y sus consecuencias. Habría que indagar desde el sicoanálisis freudiano el alcance de cada uno de sus fotos y videos, para dilucidar hasta qué punto diálogo-eros–género-sadomasoquismo se interconectan en su obra como ritualidad y su relación con la etnografía desde el posmodernismo.

De todo lo anterior dan fe series al estilo de Para concebir (1985-1986) y Recuerdos de nuestro bebé (1987-1888). La artista, consciente del fuerte impacto visual que contenían sus actos, ideó un mecanismo para amortiguar la ruptura con las costumbres establecidas del consumo de la imagen de una mujer como obra de arte. Utilizó el retrato como escudo, pero no fue convencional en la recreación de la imagen de su rostro. Incluye su cuerpo en segmentos como herramienta de identidad autobiográfica, apoyándose en lo sicológico y lo conceptual.

La conceptualización y la manera de componer la imagen, y de simbolizar los contenidos que le interesa abordar; su síntesis de las ideas, el uso del blanco y negro, abren un camino de estrategia que sentó las bases para generaciones posteriores. A partir de aquí estas tuvieron un espacio donde poder discursar dentro de las instituciones, con temáticas de fuerte contenido respecto al género, la raza, el estatus y la ideología. Artistas como Cirenaica Moreira, René Peña, Eduardo Hernández Santos, Yuri Obregón, por citar algunos, han seguido este camino. De hecho, han sido muchos los creadores que, gracias a Marta María Pérez Bravo, a lo largo de todo el país y desde los 90, han podido mostrar sus obras de una manera más tolerada.

Los videos que expone evidencian la necesidad de expresar su arte e ideas en movimiento. Los registros fotográficos de sus obras han tenido gran aceptación y una amplia divulgación nacional e internacional. Marta María Pérez Bravo ya es una figura consagrada para los ojos de muchos. Es un privilegio que sus admiradores la vean hoy desde el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

Ars Longa

Ars longa, frase latina que evoca lo imperecedero del arte, se titula la exposición personal de José Ángel Toirac (Guantánamo, 1966), cuya serie Tiempos Nuevos, realizada en Cuba entre los años 1995 y 1997, en pleno período especial, se muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Las circunstancias económico-sociales de la época, la despenalización del dólar, la apertura a la industria del turismo, la firma de convenios comerciales con corporaciones internacionales, crean una paradoja que es representada en una serie de pinturas mostrando símbolos políticos y publicitarios. Refleja así la contradicción entre lo nacional y lo foráneo. El antecedente directo de este proyecto es el arte pop (movimiento neodadaísta) y la obra de Andy Warhol, cuyo interés radicaba en trabajar los artículos de consumo y las figuras icónicas de la cultura de masas, donde cada una de ellas refleja un contenido ideológico; también la cartelística propagandística de la Revolución, realizada en vallas publicitarias por todo el país.

Toirac escenifica la lucha entre el poder del Estado y el poder corporativo, aborda íconos ideológicos-políticos-culturales en el caso de las personalidades como el Papa Juan Pablo II, Nelson Mandela, Mijaíl Gorbachov, Che Guevara y Fidel Castro, los que encarnan los derechos civiles, sociales, religiosos y el Estado como nación. Estos son yuxtapuestos a los íconos ideológicos-políticos-culturales de las maquinarias de las transnacionales: Coca-Cola, Benetton, Calvin Klein, Marlboro, Canon, que representan el poder corporativo sobre el Estado, la explotación del hombre por el hombre, el uso de la plusvalía, el valor del capital y la ideología del mercado.

Toirac exhibe la forma en que se expande la publicidad de estas empresas, tratando de ocupar el centro de la sociedad en todos los aspectos. Muestra los ideales de aquellos que tratan por todos los medios de que esto no ocupe todo el ámbito social; al mismo tiempo ironiza sobre la necesidad humana del consumo, como un mal inherente al hombre, que lo obliga, producto del círculo del desarrollo humano y de la ciencia, a alcanzar de esta manera nuevas calidades de vida y confort que son necesarias e impostergables. Al mismo tiempo, contrapone la lucha de resistencia de los pueblos y su defensa de la identidad nacional, a la divulgación de una cultura globalizada, impulsada por los mecanismos de las marcas en la búsqueda de la promoción de una cultura cool.

La serie Tiempos Nuevos es el recuento de la historia a través de imágenes, de uno de los problemas fundamentales del siglo XX y del XXI: la lucha de los ideales progresistas del pensamiento político de izquierda y humanista contra los valores conservadores y mercantilistas de la política oligárquica de la derecha. Tiempos Nuevos es una Ilíada pictórica, donde el artista encarna un Homero posmoderno que narra la vida del héroe y sus humanas contradicciones.

 

*Artista multidisciplinario, curador y crítico de arte.

 

Artcronica Canon de la expo Ars Longa, José A. Toirac. Óleo/Tela, 90x60 cm.

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