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Poemas de otros: los continentes y los contenidos

En apenas 150 páginas y un poco más de 40 poemas, en sus dos partes: Pura semejanza y Antología de raros, habita un mundo, eficazmente explorado, a través de la búsqueda exhaustiva

Autor:

Alberto Peraza Ceballos

No hay que cruzarse de brazos frente a las puertas. Solo en el acto de tocar, insistir, abordar, emplazar y querer, ha encontrado acomodo Frank Padrón, uno de nuestros grandes críticos de arte y poeta, para dar riendas sueltas a su apetencia creativa y de comunicación sin fronteras.

Así ocurre con Poemas de otros, libro recién publicado por la Editorial Letras Cubanas, que ya había visto la luz en parte de su contenido mediante Pura semejanza (2002), Ediciones Loynaz. Al decir de Rufo Caballero, el autor objeto de esta presentación es nuestro hombre del Renacimiento… alguien que escribe, o puede escribir, de todo. De música, cine, literatura, ballet, teatro; y, antes, de la vida. Porque también, o primero, es poeta, narrador, compositor.

En apenas 150 páginas y un poco más de 40 poemas, en sus dos partes: Pura semejanza y Antología de raros, habita un mundo, eficazmente explorado, a través de la búsqueda exhaustiva, la traducción y la observación detallada bajo el microscopio de la Filología, como afirma Frank, donde la diversidad estilística, temática, diacrónica y sincrónica, de autores y jerarquías, son prueba de la existencia terrenal de confluencias en la senda, no menos libidinosa y aventurada, de la poesía.

Aquí yacen textos de escritores famosos, de otros menos conocidos y de algunos que resultarán novedosos e ignotos, pero todos ubicados, gracias al poder conductor de Frank Padrón, en una suerte de vasos comunicantes, transportadores de un aire único y elevado.

En Pura semejanza coexisten Salomón, Safo, Fray Luis de León, Whitman, José Martí, Alfonso Hernández Catá, Alma Rubens, Yeats, Gertrude Stein, Rubén Martínez Villena, Mihail Kuzmin, Carole King, Neruda, Manuel Bandeira, Borges, Mirta Aguirre, Alfredo Carol o «Wichy» Nogueras. Frank cuenta las peripecias para llegar a estos textos «originales» e «inéditos», las traducciones hechas por Nancy Morejón, Jesús David Curbel y Daniel Díaz Mantilla, entre otros. Muestra, además, un conjunto de interioridades de su materia prima, los «humanos» que conviven en esta gran orgía, desde el verso libre, la prosa poética, el villancico, el haikú, las estrofas de cuatro y cinco sílabas, el lenguaje interaccional y transaccional a manera de teatro o de estudio enjundioso, y el lector se sentirá transportado a épocas y tiempos inmemoriales, escenarios quijotescos, avatares en los que, una vez se vean abordados e incitados a formar fila en el gran desfile de los condenados o los implicados, ya no podrán o no querrán salir.

En Antología de los raros el autor es capaz (¿de qué no es capaz Frank Padrón?) de ultrajar a Guillaume de la Riviére, someterlo a su voluntad, hacerlo cómplice del «delito», y someter una vez más a los destinatarios de Poemas de otros a la mendicidad, a ser arrastrados por una corriente tan poderosa como las palabras, para adentrarse en la clarividencia de los otros. Otros que no esconderán sus pobrezas y sus riquezas: páginas del Diario de Robinson Crusoe, actas del cabaré Voltaire (de los dadaístas), pacientes internados de un hospital siquiátrico de Buenos Aires, precursores de los talleres literarios desde hace más de dos siglos o de contemporaneidad más próxima, como comienzos del siglo XXI, un cantar deuterocanónico, un investigador británico, anónimos, estudiosos del Antiguo Testamento

En ambas partes afloran el amor, el erotismo, la soledad, la muerte, las carencias, la universalización de lo particular y la particularización de lo universal, los deseos yacentes, los sueños cumplidos o cercenados, las tradiciones, las raíces, la buenaventura, la música, la urdimbre que trenzan las emociones y los sentimientos más procaces o susceptibles; los afectos y rumbos, los derroteros, las luces o la falta de luz, el desamor, el triunfo de la «belleza interior» en tiempos de barbarie, la mitología, el poder de la observación, el zoom in y el zoom back o la cámara lenta o rápida como recursos de sobrevivencia…

En Poemas de otros sobresalen intertextos, palabras en diferentes idiomas, la invocación y la evocación, el juego mental, el diálogo directo e indirecto con el lector, la gran estafa… y, finalmente la confesión. Una vez más hemos sido vilmente manipulados, al punto de no tener fuerzas de contención para el grito. Descubrir y transcribir la gran confesión es tarea de los queridísimos lectores, porque yo soy un inexperto en economía, como la editora de este libro, cuando a la hora de dar crédito y derecho de autor a tantos congregados en estas páginas, quedó anonadada ante la confesión descarada y audaz de Frank Padrón. Confesión que solamente conocerán aquellos privilegiados que puedan comprar Poemas de otros.

Por cierto, no le pregunté a mi amigo el precio de su firma, porque un libro suyo autografiado es digno de una subasta importante.

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