Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que «Pupy» nos legó en la música

César Pedroso «Pupy» falleció el pasado domingo 17 de julio; y había nacido el 24 de septiembre de 1946, cuatro años después que Juan Formell y dos meses antes que el trovador Silvio Rodríguez

Autor:

Rafael Lam

César Pedroso «Pupy» falleció el pasado domingo 17 de julio; había nacido el 24 de septiembre de 1946, cuatro años después que Juan Formell y dos meses antes que el trovador Silvio Rodríguez.

Más que contar la historia de un integrante de la orquesta de los Van Van, es la hora de hacer una valoración de sus aportes en la pianística cubana. César es el fruto de una tradición musical pianística que parte de su padre, «Nené», instrumentista sonero de Chapottín y sus Estrellas. «Comencé haciendo esa figura que de mi padre Nené aprendí, To tin to ton, esa fue la arrancada». Los músicos cubanos se enriquecen con muchas escuelas; después de su padre viene una extensa academia que va, desde lo que existía en su tiempo: Jesús López (Arcaño y sus Maravillas), Lino Frías (La Sonora Matancera), Lilí Martínez (Arsenio y Chapottín, Edmundo López, Odilio Urfé, Chucho Valdés…

Pero por la otra vía aparece en su vida un genio de los tiempos modernos llamado Juan Formell. «Entramos en amistad —cuenta Pupy— en 1967, a su llegada a la orquesta Revé. Yo era el pianista y director musical. Pero después de los aportes con tres de sus primeros éxitos, rarezas tales como El Changuí-shake, Qué bolá qué bolón y El martes, con la Revé, me percaté de que tenía la mano prohibida, la pluma encendida, era el hombre quien debía ser el director musical».

Formell venía con una nueva onda, con las influencias modernas del rock and roll, el pop español, la electrónica. Dejaba atrás una larga tradición conceptual de simples acordes, todo muy sencillo para el bailador de las charangas del chachachá (Aragón, Sensación, Fajardo y sus Estrellas). Era como el representante de una nueva música que se imponía. Venía con un nuevo pensamiento musical inédito, un verdadero fenómeno: sencillamente un genio musical, como se fue comprobando con el paso del tiempo.

Después de la separación de la orquesta de Revé, Formell recluta a Pupy, con quien ya tenía una afinidad musical (para no utilizar la gastada palabra de la complicidad). Ya con los Van Van, su director trae escrito un nuevo ritmo (o una nueva modalidad) llamada songo.

«El songo es una patente de Formell —recalca Pupy—, que consiste en el tumbao del piano repetitivo, interrelacionado con el bajo y con el apoyo en la batería y el timbal de José Luis Quintana “Changuito” que, indudablemente, como excelente percusionista puso lo suyo en este potaje musical que resultó una novedad. Fue una creación de Juanito con el trabajo colectivo de la orquesta».

Juan Formell y Pupy marcaron un antes y un después en la música cubana.Foto:Rafael Lam.

La ruptura de Formell con lo anterior no fue nada sencillo, estaba muy adelantado para su tiempo. Pupy dudó en seguir con el proyecto de su compañero musical. «En principio le dije a Formell que no quería seguir con la orquesta; no estaba preparado para tantos cambios, moñas y enredos musicales».

Formell llega al extremo de cambiar los tiempos del compás en muchas de sus obras. Rompía con muchas tradiciones ya impuestas, era algo inconcebible en aquellos momentos de los 60. Formell queda muy afectado con la declaración de Pupy de abandonar la orquesta. «Entonces me dijo: “Parece mentira que me vayas a dejar embarcado en un momento como este”. Bueno, finalmente me convenció y, para ventaja nuestra, los enredos administrativos permitieron que estuviéramos como nueve meses en ese laboratorio de ensayo hasta que fuimos poniéndonos de acuerdo en el proyecto bien atrevido de los Van Van».

Formell, en entrevistas que me ofreció para el libro Juan Formell y los Van Van: La leyenda, me puntualizó que «siempre yo hago el montaje del arreglo con mucha libertad colectiva, tomando en cuenta el alto nivel de ejecución que siempre han tenido los instrumentistas de mi orquesta: Pupy, Changuito, el tumbador de la etapa inicial, el Yulo. Era una base ritmática potente. Eso hacía que los números sufrieran una transformación beneficiosa. Además de que Pupy y hasta Angelito Bonne hacían sus propias orquestaciones».

En mi propia casa, Pupy, en una de sus visitas acude para escribirme su concepto en los tumbaos dentro del songo: «A medida que el tiempo fue pasando, por las exigencias de los frenéticos bailes, empezamos a destacar más los tumbaos del piano y el bajo muy rítmicamente. Con la diferencia de que en el acorde sol hago la tercera del acorde en la mano derecha y en la mano izquierda puedo hacer la dominante. También puedo hacer esos toques en otras direcciones, en sentido opuesto. Todo un experimento nada cerrado. Aplico muchas de las maneras de hacer los tumbaos como un tresero oriental. No olvidemos que el piano en la música popular bailable se asume como un  instrumento de percusión».

Formell reconoció con el tiempo que, junto a Pupy y los demás integrantes que fueron pasando por los Van Van lograron una escuela moderna del baile popular. «No éramos músicos de la alta escuela —explica—, éramos soneros de la calle, el oficio que te va preparando, los experimentos que atrevidamente hacemos, y eso al fin resulta una nueva música».

Pupy cuenta que desde aquellos primeros tiempos en la década de 1970, en los tremendos bailes (giras) de los Van Van en el Salón Mambí, en el parqueo del cabaré Tropicana, su padre le indica que se lance con nuevos tumbaos en la canción Si mami se va. Lo consultaron con Formell y aceptó esos audaces cambios.

Ya en la etapa en la que Pupy conforma su propia banda, el 4 de octubre de 2001, quiere distinguirse de lo hecho anteriormente con los Van Van, y ese concepto estriba en establecer mezclas y doblajes interesantes de distintos instrumentos, entre los que priman las cuidadosas interrelaciones del teclado con las trompetas y otros instrumentos. Se trata del aporte de los colchones armónicos del teclado, el tumbao particular del piano, y un fuerte reforzamiento de la base percutiva donde se unen el timbal cubano, la tumbadora, la batería y el güiro, unido al apoyo efectista del pack de percusión.

Pupy se mantuvo haciendo música más de medio siglo siempre en orquestas triunfadoras: la Revé, los Van Van y Pupy y los que Son Son. Ha tenido trascendencia en la historia musical cubana como pianista, arreglista, productor y compositor.

Deja obras muy difundidas y populares como: Hoy se cumplen seis semanas, El buena gente, Eso está bueno, Disco Azúcar, Ni bombones ni caramelos, Temba, tumba, timba y El negro está cocinando, Azúcar, Consejo de viejo, Después que te casaste, El bate de aluminio, El gato amaga y no araña, El pregonero, El vecino se mudó, El yerbero, La bomba soy yo, La fruta, La voluminosa, Las mujeres son, Mamita, pórtate bien, Mándalo y ven, ¡Qué cosas tiene la vida!, Se quema el instrumento, Te molesta que sea feliz, Tranquilo Mota, Vamos a gozar hasta fuera y Será que se acabó.

Pupy cuenta con un Premio Grammy 1999 con en el disco Van Van is here (Llegó Van Van). Recibió el premio Disco de Oro de la casa discográfica Caribe Production por haber vendido más de 5 000 copias del disco La fruta prohibida, en 1997. Por la magnitud e importancia de su obra para la cultura cubana, le fue conferido el Premio Nacional de Música en el año 2013.

La última conversación con Pupy, en un encuentro de prensa en el Hotel Nacional de Cuba, me reveló su interés de escribir un libro con anécdotas muy interesantes sobre su experiencia por el mundo con los Van Van. Me pidió su apoyo para la editora José Martí. El libro no se escribió, pero Pupy deja una leyenda musical para recordar.

 

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.