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Cine en pasado reciente y futuro inmediato

En febrero-marzo se entregan, en diversos países, algunos de los principales premios cinematográficos que agasajan lo mejor del año anterior

Autor:

Joel del Río

En febrero-marzo se entregan, en diversos países, algunos de los principales premios cinematográficos que agasajan lo mejor del año anterior. Repasemos algunos de los que se confieren en Estados Unidos, excluyendo esta vez al Oscar y a los Globos de Oro, que suelen concentrar la mayor parte de la atención mediática, a ver si encontramos alguna singularidad ilustrativa de lo que fue el cine en los últimos 14 meses.

El Sindicato de Directores de Estados Unidos reconoció a Christopher Nolan por Oppenheimer, y a Celine Song, por Vidas pasadas, como debutante. Además, la biografía del «padre de la bomba atómica» ha recibido ocho premios (siempre incluyendo el galardón como mejor película) de la Critics Choice Association, siete de la Academia Británica, y cinco Globos de Oro, además del premio de la Sociedad de Directores de Arte, y 13 nominaciones al Oscar.

El National Board of Review quiso romper la circularidad recurrente con la película de Nolan, y premió Los asesinos de la luna, de Martin Scorsese, no solo como película sino también el protagonismo de Lily Gladstone, y la fotografía del mexicano Rodrigo Prieto. Los que se quedaron, de Alexander Payne, ganó triple reconocimiento por mejor actor (Paul Giamatti), actriz secundaria (Davine Joy Randolph) y guion original, mientras que Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos, alcanzó solo dos reconocimientos: actor secundario (Mark Ruffalo) y guion adaptado.

Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos, alcanzó solo dos reconocimientos: actor secundario y guion adaptado, conferidos por el National Board of Review.

También confieren importantes premios las asociaciones de críticos de Nueva York y Los Ángeles. En esta última, en cuatro de las principales categorías fueron celebrados los méritos de la producción británica, hablada en alemán, La zona de interés, dirigida por Jonathan Grazer, y protagonizada por Sandra Hûller, quien por cierto fue premiada doblemente en tanto su galardón reconocía el trabajo no solo en la película mencionada, sino también en la producción francesa Anatomía de una caída, premiada con seis de los principales premios César, de 11 nominaciones, por la Academia francesa de cine.

En la costa este, es decir, en Nueva York, también reconocieron como mejor película y actriz, la magistral revisión de los orígenes de la nación norteamericana que es Los asesinos de la luna y a su protagonista, Lily Gladstone, mientras que Christopher Nolan ganaba, por Oppenheimer, los trofeos por mejor director y fotografía. Más sorprendentes fueron las opciones de la National Society of Film Critics, que eligió Vidas pasadas, como la mejor película, y a Jonathan Grazer como mejor director. De modo que cuando entreguen el Oscar, el 10 de marzo, una buena parte de los cinéfilos del mundo habrán vaticinado a los triunfadores.

Vidas pasadas ha sido muy bien valorada por la crítica cinematográfica.

Y las películas enviadas a competir por el Oscar también suelen ser un termómetro más o menos fiables de por dónde camina la producción en cada país. España concursa con La sociedad de la nieve, de J. A. Bayona, y la Academia de cine de este país le confirió nada menos que 12 premios Goya. Italia, Japón y Alemania propusieron, respectivamente, Yo capitán; Días perfectos, y Sala de profesores, y las tres han recibido, además de las nominaciones, una lluvia de distinciones y reseñas elogiosas. Y otros que se quedaron fuera de la competencia, como la chilena La memoria infinita, de Maité Alberdi, y la mexicana Tótem, de Lila Avilés, se cuentan por consenso entre lo mejor del cine mundial en 2023. Y lo sabemos en Cuba porque las vimos durante el festival de La Habana.

Mientras en Norteamérica creen estar decidiendo lo mejor y lo peor del cine mundial, en Alemania ocurrió, por estos días, el primer gran festival del calendario anual; tuvo lugar en Berlín, y seguramente marcará la pauta de la temporada cinematográfica de 2024, por lo menos hasta que se celebren los otros demarcadores de calidad, es decir, Cannes, Toronto y Venecia. Con prestigio de conceder mayor espacio a los temas políticos y sociales que sus homólogos, el festival de Berlín cerró su edición número 74, con la entrega del premio máximo Oso de Oro al documental Dahomey, de la realizadora franco-senegalesa Mati Diop, quien filmó el proceso de restitución de 26
tesoros patrimoniales del antiguo Reino de Dahomey, en el viaje de regreso desde Francia hasta Benin. 

Y Berlín quiso marcar la diferencia no solo cuando le confirió su premio máximo a un documental de sesgo antimperialista, sus Osos de Plata, en las categorías de Gran Premio Especial del Jurado y Mejor Dirección, fueron entregados, respectivamente, a Las necesidades de un viajero, del director coreano Hong Sangsoo, y al filme titulado sencillamente Pepe, dirigido por el dominicano Nelson Carlo De los Santos Arias, quien marca un verdadero hito para el cine de su país, cuyas representaciones muy pocas veces alcanzan los selectivos foros europeos o norteamericanos.

Las necesidades de un viajero se mantiene fiel al estilo medio improvisado, y de comedia absurda, de Hong Sangsoo, quien ha recibido nada menos que cuatro Osos de Plata en Berlín, y cuando recibió este último se preguntó, en broma, qué le habían visto los jurados a una película como la suya. Ahora, igual que antes, el coreano utiliza una mezcla de drama melancólico y comedia absurda, en una trama muy laxa que se ambienta en Seúl, y tiene a la actriz francesa Isabelle Huppert en el papel principal de una mujer misteriosa que le gusta andar descalza y tenderse sobre las piedras. 

Otra de las sorpresas de Berlín, parece ser, según comentarios de los especialistas, Pepe, que combina documental, experimental y ficción de corte autoral, filosófico, al igual que Cocote, el filme anterior de ese director. El nuevo filme habla sobre un hipopótamo traído de África hasta el zoológico personal de Pablo Escobar en Colombia, y tanto el animal trasplantado, como sus fantasmas, provocan interesantes reflexiones sobre la realidad dominicana. Figuran como productores del filme los dominicanos Pablo Lozano y Tanya Valette, y la fotografía corrió a cargo del francés Roman Lechapelier y el argentino Camilo Soratti. Los cuatro son egresados de la Escuela Internacional de Cine y TV, de San Antonio de los Baños, y ella fungió varios años como su directora.

El Oso de Plata al mejor guion, y a la mejor fotografía, se confirieron, respectivamente, a Muriendo, dramedia de tres horas que muestra los diferentes aspectos de un deceso, en el ambiente de una familia disfuncional, mientras que El baño del demonio, codirigida por los austriacos Veronika Franz y Severin Fiala, fue laureada por un trabajo de cámara que contribuye a la atmósfera sombría del momento histórico en que se ambienta.

Los premios de la prensa especializada y del jurado ecuménico destacaron la producción iraní Mi pastel favorito, de  Maryam Moghaddam y Behtash Sanaeeha, sobre una viuda septuagenaria que emprende una nueva vida. Y del Medio Oriente procedía también el otro título que alcanzó máximo reconocimiento: No hay otra tierra, ganó el premio al mejor documental, y uno de sus directores, Basel Adra, pidió al Gobierno alemán, en la ceremonia de clausura, que deje de enviar armas a Israel. «Estoy aquí celebrando el premio, pero también es muy difícil para mí celebrar algo cuando hay decenas de miles de mi gente siendo masacrados por Israel en Gaza», declaró el joven cineasta palestino, quien decidió unirse al periodista israelí Yuval Abraham para realizar este documental, premiado también por el público del festival.

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