Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Anatomía de una caída o de una verdad?

Pocos escenarios presenta el filme, no permite distracciones y nos encierra en una trama que deseamos ver resuelta

Autor:

Beliza Ramos Fernández

El pasado domingo 24 de marzo, por el canal Cubavisión, salió al aire otra de las películas de interés del pasado año y que ocupó las listas de nominaciones en varias categorías en la reciente gala de los premios Óscar 2024. Se trata de Anatomía de una caída (Anatomy of a fall en inglés), la cual tuvo su estreno en los cines franceses el 23 de agosto de 2023, luego en un grupo reducido de cines en Estados Unidos el 13 de octubre, y ya en manos de la distribuidora Elastica Films en España el 6 de diciembre del propio año.

Protagonizada por la actriz alemana Sandra Hüller, a quien también vimos en La zona de interés, y quien interpreta a Sandra, una mujer alemana y de carácter un poco frío, escritora de novelas, esposa de un francés y madre de Daniel. Al inicio del filme se especula sobre su culpabilidad en la muerte de su esposo, quien cae desde el tercer piso de su acogedora casa en los Alpes franceses, el supuesto paraíso al que se mudó junto a su familia, por decisión de su esposo Samuel (Samuel Theis, actor revelación), un escritor fracasado, que solo se ocupaba de los quehaceres del hogar y de la educación de su hijo Daniel, un niño con discapacidad visual.

Al inicio de la cinta poco se alude en torno al matrimonio que llevaban antes del suceso y las contradicciones que escondían. Más bien, las escenas se concentran en la supuesta culpabilidad de Sandra en el asesinato de su esposo. Se nos muestra también un niño desesperado, inquieto por saber qué pasó en realidad, si fue su madre capaz de cometer los crímenes de los que la acusan. ¿En verdad ella lo mató o acaso Samuel decidió suicidarse? Es difícil llegar a una conclusión puesto que nadie estuvo en el ático desde donde el cuerpo cayó.

Pero, más adelante, Justine Triet, directora del filme, juega sutilmente con el guion y nos percatamos de cómo arranca desde el supuesto asesinato, que le aporta a la película las extensas escenas de un caso judicial, hasta llegar a lo que realmente es: un drama sobre un matrimonio en crisis. De esta forma, en un juicio mediático que parece interminable, nos adentramos en la vida doméstica de Sandra y Samuel, a la vez que se muestran continuamente muchas pruebas ante el tribunal: moretones en el cuerpo, infidelidades, problemas de depresión, entre otras.

En las escenas de las sesiones del juicio destacan dos partes fundamentales. Por un lado, el papel del abogado de Sandra, Vincent Renzi (Swann Arlaud), quien se dedica al estudio de la muerte de Samuel con ayuda de un equipo de abogados y un experto en salpicaduras de sangre y, por otro, la contraparte, el fiscal Antoine Reinartz, quien se mantiene incisivo, de premisas legales sexistas, y se muestra obsesionado con la culpabilidad de la acusada. Pero, esta dureza en la forma de intervenir de ambas partes, sumada a los demás testimonios y pruebas, logran que, con el tiempo, el público varíe de forma extraordinaria su concepción de la verdad o la mentira. ¿A quién debemos creerle?

Otro aspecto llamativo es la relación entre Sandra y su hijo Daniel. Ella se muestra amorosa hacia él, pero desconoce su actitud y preocupaciones, pues él, obligatoriamente, presencia los juicios y tiene un lenguaje más adulto que infantil. Sin dudas, constituye una gran actuación del niño francés Milo Machado-Graner, quien no lo tiene nada fácil al interpretar este personaje, un menor de edad que se encuentra en medio de la difícil relación de sus padres, cuyas peleas escuchaba, pero nunca tan fuertes como para concluir que su madre podría llegar a asesinarlo.

Es sobre este telón de fondo que la directora francesa desarrolla la milimétrica elaboración del caso. Tal como se va mostrando, la intención luego de tantas horas de grabación no es solamente esclarecer la culpabilidad de Sandra, puesto que aquí no se persigue construir situaciones que den un giro con respecto a la muerte de Samuel. El juicio, por el contrario, es el pretexto narrativo con el cual el filme indaga alrededor de la relación entre la pareja de escritores: sus miedos, sus frustraciones y sus conflictos. Los resentimientos, las marcas del pasado que no han podido eliminar, las heridas aún abiertas; todo ello finalmente se solidifica ante el tribunal, como muchos otros dramas judiciales.

El filme escasea de variedad de escenografías y de música. En pantalla se presentan pocos escenarios más allá de la casa de Sandra y la sala del tribunal donde sesiona el juicio, lo cual no permite distracciones y nos encierra en una trama que ansiamos ver resuelta. 

No dejes de saber

Anatomía de una caída fue nominada para los Premios de la Academia en las categorías de Mejor película, Mejor dirección (Justine Triet), Mejor actriz (Sandra Hüller), Mejor montaje (Laurent Sénéchel) y Mejor guion original (Justine Triet y Arthur Harari). De estas cinco nominaciones resultó ser ganadora en la útima categoría tras la celebración de los premios Óscar el pasado 10 de marzo.

Esta cinta de drama y suspenso ha tenido gran éxito con los lauros desde su estreno, el 21 de mayo de 2023, en la 76ta. edición del Festival de Cine de Cannes, certamen en el que se llevó la Palma de Oro y el Premio Palm Dog. Recientemente, en los Globos de Oro de este año, ganó en las categorías de Mejor película de habla no inglesa y Mejor guion.

Tal vez recordemos a 50 Cents, el reconocido compositor y rapero estadounidense. Pero, ¿incluirlo en un drama legal francés? Eso sí es algo que muy pocos podríamos imaginar, pero sucedió. O al menos, no directamente él, sino con una de sus canciones más importantes: PIMP, en una versión instrumental del grupo de funk alemán Bacao Rhythm & Steel Band. En las primeras escenas de la cinta, Samuel pone la mundialmente conocida intro de la canción, que se reproduce en bucle una y otra vez hasta el extremo que la invitada de Sandra se va incómoda. «Parece que estaba imponiendo su presencia sin mostrarse», indicó la joven en su testimonio y esto fue suficiente para la fiscalía, que arremetió contra la acusada alegando que, en teoría, ella estaba harta de él y este último incidente la había hecho perder la paciencia.

En la cinta, Daniel es un niño ciego que tiene la mala suerte de encontrar el cuerpo sin vida de su padre. Un actor que carga con la discapacidad visual y además tiene que soportar la emotividad de la escena final de su testimonio. Para elegir a Milo Machado Graner, de 15 años, pasaron varios aspirantes, hasta que llegó él, aunque primero tuvo que llevar lecciones de piano y algunas visitas a personas con discapacidad visual para pulir su interpretación.

El drama legal goza de una característica que se disfruta y agradece: un ritmo vertiginoso en los juicios que da muy poco tiempo para procesar lo que sucede. El intercambio, con las emociones compartidas por los actores, hace que la acción no se detenga. Ante esto, la producción decidió no incluir cortes en retrospectiva o flashbacks que arruinen el desarrollo. En las dos oportunidades que el recurso pudo ser empleado, la pelea y el viaje en coche al veterinario, se recurrió a modo de testimonio en la sala del tribunal, como una narración con una grabación de audio.

Fotograma del filme.

Durante 150 minutos, la película se enfoca en lo que parece ser un crimen o un accidente. ¿Sandra lo mató o Samuel se suicidó? ¿Ella estaba harta de él o su conducta depresiva causó la tragedia? ¿Inocente o culpable? Esas preguntas resumen el conflicto. Sin embargo, todo esto se derrumba ante los ojos de Daniel, quien debe conciliar la versión que ahora tiene de su madre, una mujer que engañó a su padre y vivía en constante conflicto con él. Marge, su cuidadora, lo rescata de su contradicción personal y le recuerda que «lo único que podemos hacer es decidir» si seguimos en nuestro propio infierno o luchamos por salir.

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