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¿Por qué la derrota del equipo de Pinar de Río?

El equipo de la más occidental de las provincias cubanas fue víctima de la ansiedad por llevarle a su afición el título de campeón

Autor:

Juventud Rebelde

Pinareños y habaneros brindaron un play off de alto voltaje, pero los primeros quedaron «electrocutados». Foto: Franklin Reyes Ensimismado, como quien ha disfrutado de una obra de arte, presencié el inesperado final que tuvo el juego del pasado lunes entre Pinar del Río y La Habana, tras el cual los vueltabajeros quedaron tendidos sin aliento en el terreno del Capitán San Luis, bajo la mirada atónita de miles de sus seguidores.

Los números de los pinareños, ya se sabe, eran los mejores de la etapa preliminar, y por ello todos —o casi todos, que no hay nada definitivo en esta vida— les colgamos sobre las espaldas el «cartelito» de favoritos para avanzar incluso hasta la discusión del título.

Su rival en cuartos de final era un equipo Habana que llegaba a esa fase «pidiendo el agua por señas», como se dice en mi barrio. Parecía «pan comido». Parecía, pero no.

Súbitamente, como esos amores que se desvanecen sin explicación alguna, Pinar cambió de actitud y se volvió indeciso, zigzagueante. Perdonó más de una vez al adversario y este, sin embargo, le pasó factura. ¿Era un espejismo entonces la solidez del conjunto verde? ¿Mintieron las estadísticas?

Por toda respuesta, vayamos, por ejemplo, al memorable quinto juego, ese que nos hizo comernos las uñas, seamos o no simpatizantes de alguno de los contendientes. Claro que el mérito principal fue de los habaneros, quienes de nuevo supieron barrer todos los obstáculos y se burlaron de los pronósticos como niños traviesos ante el regaño de sus padres.

Al final, los «vaqueros» de Esteban Lombillo soportaron estoicamente la presión de jugar en patio ajeno, e incluso se quitaron de encima al mismísimo Pedro Luis Lazo, a quien le marcaron dos en el inning de apertura y luego lo expulsaron del box ruidosamente en el segundo capítulo con otro paquete de cinco anotaciones.

Por cierto, el gigante de Vueltabajo, afectado quizá por el excesivo descanso de seis días (la nueva regulación del pitcheo perjudica a lanzadores como él, acostumbrados a trabajar más), tuvo una noche aciaga, como aquella del Preolímpico frente a Estados Unidos. Estaba duro, sí, durísimo, pero demasiado alto, y fue bateado con facilidad. Además, sus compañeros le jugaron mal a la defensa, pues los errores de Olivera y Raidel resultaron lapidarios.

Así, Vladimir Baños vino en su rescate y lo hizo bien casi todo el tiempo, pero tuvo un verdugo en Ernesto Molinet, quien le pegó par de dobletes a la hora buena, con los cuales impulsó las tres carreras que definieron el partido.

¿Había que pasarlo en la décima entrada y trabajar a Juan Carlos Linares? Quizá, porque este último se veía muy presionado y no parecía en condiciones de erigirse en protagonista.

Pero no le reprocho eso al mentor Jorge Fuentes, y sí el hecho de sustituir a Jorge Padrón por un corredor, una de las poquísimas veces en que hemos visto a un primer bate ser remplazado por otro más veloz. Igualmente, le recrimino a un piloto tan experimentado aferrarse a una alineación que hacía tiempo no funcionaba.

Peraza y Norlys, por solo citar dos casos, son bateadores de características similares que en mi opinión no deben estar colocados uno detrás de otro, sobre todo cuando andan mal con el madero. Para el primero, continúa siendo una asignatura pendiente batear con soltura en un play off.

¿No había sustitutos en el banco para hombres como Raidel Hernández, de muy pobre rendimiento ofensivo durante casi todo el campeonato? Creo que sí, y Luis Giraldo González lo demostró dando hit en el décimo episodio, cuando fue «enfriado» en la goma el corredor Mijaíl Rivera, quien se lanzó suicidamente a buscar el empate y dejó al público con los gritos de euforia congelados en la garganta.

En fin, que la ansiedad por demostrar que la debacle del pasado año era cosa del pasado, o por llevarle a su afición un título que espera ansiosamente desde hace diez años, pudo haber mellado la concentración de los vueltabajeros. No creo, sin embargo, en esos comentarios que acusan a los verdes de no saber jugar finales cerrados. Pienso, eso sí, y La Habana lo demostró, que la autoestima es siempre un aliado si se lleva erguida la cabeza. Por el contrario, si las dudas pueden más que las razones, entonces tenemos a cuestas al peor enemigo posible.

RESULTADO DEL LUNES CAPITÁN SAN LUIS C H E HAB 250 000 000 1- 8 12 0 PRI 201 300 001 0- 7 14 2 Ganó: M. Lahera (4-5) Perdió: V. Baños (9-5) HR: A. Ramírez

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