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Entrevista al boxeador cubano Guillermo Rigondeaux

Autor:

Juventud Rebelde

Julia Osendi.- Bueno, a la hora de hablar de boxeo en Cuba no se puede obviar el nombre de Guillermo Rigondeaux, que muchísimas veces hemos tenido la oportunidad de entrevistarlo y que ahora lo hacemos en una situación sui géneris, en una situación no acostumbrada.

¿Qué sucedió el día en que salieron de la villa, lamentablemente, cometiendo una indisciplina, desoyendo las orientaciones del mando de la delegación cubana? ¿Con quién se encontraron? ¿Ustedes conocían desde antes a esas personas? ¿Cómo fue ese encuentro?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, Julita, sí, el pueblo de Cuba está por saber qué pasó allí en Río. Yo peleé el día 20, a las 6:30 más o menos terminé el combate. Salimos para la calle Erislandy Lara y yo, fuimos a comprar un play-station, unas cositas y eso, y ahí nos encontramos a un alemán y a un cubano.

Julia Osendi.- ¿Eso fue de noche?

Guillermo Rigondeaux.- De noche, eran como las siete y un poquito. Salimos con ellos en un taxi, nos invitaron a tomar en un bar, empezamos a tomar con ellos ahí.

Julia Osendi.- ¿Ustedes salen así con cualquiera que los invite?

Guillermo Rigondeaux.- No. Lo que pasó fue que salimos, pero no pensábamos virar tan tarde, nos entretuvimos con ellos y se nos fueron las horas; porque teníamos que entrenar al otro día y Erislandy tenía que pelear por la discusión de la medalla de bronce, igual que yo también. Se nos fue el tiempo ahí, empezamos a comer, a tomar. Se nos fue el tiempo, pero nos dio miedo virar, porque ya no había tiempo a bajar de peso, íbamos a perder por la pesa, y eso se sabe que es tremenda sanción y tremenda deshonestidad por el equipo de Cuba. Nos dio miedo virar y seguimos con ellos. Por eso la policía no pudo encontrarnos, porque cambiábamos a distintos lugares, ¿no?, hoy estábamos aquí, por la madrugada salíamos para otro lugar, y la policía estaba concentrada en Río de Janeiro para los juegos. Fueron varios los lugares en que estuvimos. Estuvimos en la posada Dos amores, estuvimos en la posada Dos piratas, en varios lugares, y por último, ahí fue donde la policía... porque nosotros la llamamos, fue que la encontramos ahí.

Julia Osendi.- ¿Ustedes nunca mantuvieron, ya sea con esas personas o con otros, ningún intento de firmar un contrato? ¿No conocían a nadie de la mafia alemana esta del boxeo?

Guillermo Rigondeaux.- Ahí estaba el alemán —no recuerdo el nombre—, pero había un cubano también que era el que traducía. Después nos encontramos a dos brasileños. El alemán le decía al cubano que tradujera, le decía: «Diles a los muchachos que aquí hay una oferta...» No sé la cifra exacta, pero era bastante dinero el que estaban ofreciendo. Entonces parece que se cansaron de tanto insistir, que se fueron, ellos se fueron como dos días antes y nos dejaron con los dos brasileños de vale todo, Ricardo Arona y el otro no recuerdo el nombre ahora; pero eran dos. Ellos se fueron, los alemanes se fueron.

Julia Osendi.- ¿Ustedes no firmaron ningún contrato?

Guillermo Rigondeaux.- No, nosotros no firmamos ningún contrato, ellos nos estaban haciendo la propuesta, pero nosotros todo el tiempo: «No, nosotros nos queremos ir para Cuba». Pero ellos parece que se cansaron tanto que se fueron. Cuando llegaron al aeropuerto la Policía Federal los investigó, pero como no tenían ninguna carta firmada por ningún fiscal no los pudieron coger presos, se fueron, y entonces nos dejaron con los brasileños ahí. Los brasileños insistían: «Miren, no se vayan ya para Cuba, que cuando lleguen allá les espera una sanción grandísima». Y nosotros: «Compadre, nosotros queremos voltar para Cuba». «No, quédense aquí, que mira, qué sé yo, mañana los vamos a llevar; mañana sí, hoy no, mañana», iba pasando el tiempo, iba pasando el tiempo.

A nosotros nos daba más miedo todavía, porque ya la sanción iba aumentando; iba pasando el tiempo, iba pasando el tiempo. Dicen: «Mira, lo que les espera en Cuba... Mira, ahora mismo escribieron por Internet que ya ustedes son desertores de la patria». Y nosotros: «Compadre, nosotros así mismo queremos virar para Cuba».

Entonces, salieron los dueños de la posada cuando la policía llegó, porque nosotros la llamamos, porque había dos pescadores que estaban pescando ahí y les pedimos el número, qué sé yo, el 190; ellos llamaron a la Policía Federal y en 20 minutos estaban ahí. Nos llevaron para el pueblo, hablamos con el Comandante de la policía de ahí. Dice: «¿Ustedes quieren regresar para Cuba?». Y nosotros dijimos: «Sí, nosotros queremos regresar para Cuba». Y dice: «¿Ustedes saben lo que les espera en Cuba?». Y dijimos: «Nosotros estamos dispuestos... Ya, cometimos una indisciplina grave y ahora tenemos que pagar por la indisciplina que cometimos».

Se reunieron varios fiscales, todos nos decían lo mismo: «No se vayan para Cuba, que mira, que en Cuba les esperan grandes sanciones». Y nosotros: «Nosotros queremos regresar para Cuba».

Julia Osendi.- ¿Qué tú experimentas ahora, arrepentimiento, dolor, pesar por lo que hiciste, felicidad por estar aquí con la familia? ¿Qué tiene en la cabeza ahora Guillermo Rigondeaux?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, ahora me arrepiento; dolor, porque yo era una medalla de oro segura para el país, y el equipo estaba esperando por mí, ya que el equipo bajó un poquito con la ausencia de Erislandy Lara y la mía, que somos la nave proa, los que mantenemos siempre a los muchachos en guardia, y, entonces, me arrepiento ahora por eso, por no alcanzar mi título de Campeón Panamericano.

Julia Osendi.- ¿En algún momento ustedes llevaban los teléfonos de Yurioski Gamboa, de Yan Bartelemí, de Odlanier Solís? ¿Trataron de comunicar con ellos?

Guillermo Rigondeaux.- No, yo no tenía teléfono; pero ellos sí tenían todos esos teléfonos, ellos sí tenían todo...

Julia Osendi.- ¿El alemán y los brasileños?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, ellos sí tenían todo eso. Ellos hablaban en su idioma, por eso nosotros no podemos decirte muy bien las demás cosas, porque hablaban en alemán.

Julia Osendi.- ¿Y en algún momento ellos les dijeron de ponerlos en comunicación a ustedes con ellos?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, ellos estaban tratando eso; pero como nosotros lo que queríamos: «No, no nosotros nos vamos para Cuba». Ellos insistían tanto y nosotros: «Nos vamos para Cuba, nos vamos para Cuba». Ellos se fueron parece que un poco disgustados y nos dejaron los brasileños ahí, y se mantenían en contacto unos con otros.

Julia Osendi.- Rigondeaux, cuando tú viste que a ti se te iba la posibilidad del pesaje porque comiste, porque tomaste, porque hiciste lo que hiciste, ¿qué hicieron, por qué no decidieron virar a la villa en ese momento y afrontar lo mismo que han afrontado ahora? Ahora lo enfrentaron regresando a Cuba. ¿No era más fácil virar a la villa?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, era más fácil, pero nos daba miedo, porque eso es una grave sanción, eso determina una gran sanción.

Julia Osendi.- ¿Y ahora no es más grave, Rigondeaux?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, ahora es grave también. Nosotros estamos arrepentidos, estamos dispuestos a hacer lo que sea, porque ya no se puede virar para atrás, ya estamos en la patria, en la Revolución, y ese delito que cometimos hay que pagarlo.

Julia Osendi.- ¿Cómo te has sentido aquí a tu regreso? ¿Cómo ha estado la familia?

Guillermo Rigondeaux.- No, la familia está muy bien, aquí todo el mundo nos está apoyando, y todo el mundo nos pregunta: «¿Qué pasó?». Y tenemos que explicarle al pueblo, para que el pueblo conozca la realidad.

Julia Osendi.- ¿Cómo te has sentido acogido?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, me he sentido muy acogido, porque yo he tenido mi cadena de victorias invicto para la patria, la Revolución, y sigo siendo uno de los atletas de los más importantes en esta Revolución. Ahora me siento muy adolorido.

Julia Osendi.- ¿Te has sentido apoyado por las personas que te han recibido?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, las personas que nos han recibido nos dan mucho apoyo y siempre nos dicen que siempre la verdad.

Julia Osendi.- ¿Tú crees que el boxeo cubano en sentido general siempre ha estado acosado, y en este momento más, por la mafia alemana?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, la mafia alemana..., esa gente está metida dondequiera, siempre están tratando de sobornar a un atleta, a otro, siempre te ofrecen; siempre están en todas partes.

Julia Osendi.- ¿Qué consejo tú les darías no solo a los boxeadores, sino a los deportistas jóvenes que van por primera vez a un evento, de este tipo múltiple, que tú sabes que están en villas? ¿Qué consejos tú les das, de que asimilen la disciplina —que no es por gusto— que establece la delegación cubana?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, la delegación establece una disciplina muy importante, eso no se puede desobedecer, porque ya mira lo que nos pasó a nosotros. Les digo que no se dejen llevar por nada, porque mira lo que nos pasó a nosotros por salir de la villa.

Julia Osendi.- Es increíble, Rigondeaux.

Rigondeaux, ¿tú te montaste en el taxi y te fuiste por ahí a tomar el refresco con el ron, el que sé yo, y perdieron la mente?

Guillermo Rigondeaux.- Nos asustamos más porque vimos la hora, ya habíamos comido, pero no había regreso atrás porque ya no podíamos bajar de peso, y nos daba más miedo, si virábamos, lo que iba a pasar, porque ya no podíamos pelear, íbamos a perder por la pesa.

Julia Osendi.- ¿Cómo ustedes comieron, porque estaban tomando?

Guillermo Rigondeaux.- No, ya comimos, porque nosotros estábamos bajando desde el día anterior de peso para discutir al otro día la medalla de bronce. Ya yo había peleado el día anterior, el día 20, y ya peleaba por la medalla de bronce.

Julia Osendi.- Sí, sí.

Explícame una cosa, ¿cuando tú acabaste la pelea, que le ganaste al puertorriqueño, ese día regresaron a la villa y ese mismo día fue el que salieron a comprar a las tiendas?

Guillermo Rigondeaux.- Ese mismo día fue que salimos, como a las seis y pico o las siete, más o menos, salimos.

Julia Osendi.- ¿Salieron a las tiendas?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, porque las tiendas cierran tarde. Ellos nos dijeron: «No, los vamos a llevar a un lugar que es más barato». Nos llevamos por ellos, y empezamos a tomar, nos metimos en los cabarets y eso, y de ahí no viramos más para atrás, hasta ahora que regresamos a la patria.

Julia Osendi.- ¿Está arrepentido, Rigondeaux, de esa indisciplina grave cometida?

Guillermo Rigondeaux.- Esa es una indisciplina muy grave y estoy muy arrepentido. Y pienso que más me duele que no alcancé mi título de Campeón Panamericano, que yo soy uno de los atletas que más responsabilidad tengo en esta Revolución. Pienso que estoy muy arrepentido.

Julia Osendi.- ¿Qué espera ahora Guillermo Rigondeaux? ¿Qué crees que suceda? ¿A qué estás dispuesto?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, yo estoy dispuesto a cumplir todas las tareas que los máximos representantes digan, y estoy aquí en la patria, en la Revolución. Que cuente conmigo todo el pueblo de Cuba, que yo dentro y fuera del país siempre gano mi medalla de oro.

Julia Osendi.- Rigondeaux, cuando los alemanes se disgustan, que ellos ven que no hay posibilidades de comprarlos a ustedes, que se quedan allá solos en la playa, ¿qué fue lo que pasó, cómo ustedes logran acceder al pescador, cómo el pescador llama a la policía, qué les decía la policía?

Guillermo Rigondeaux.- Bueno, ellos se fueron como dos días antes y nos dejaron con los brasileños. Ellos fueron a almorzar y nosotros salimos y les preguntamos a los pescadores si sabían algún número de la Policía Federal, ellos llamaron al 190, y en 20 minutos ya los policías estaban ahí, y se quedaron los dos brasileños con nosotros. Ya, todo el mundo fue para la Policía Federal y ya allí todos los delegados, todo el mundo nos decía: «Miren, quédense aquí, no vayan para Cuba, que allá en Cuba los está esperando una gran sanción.» Y nosotros: «No, nosotros queremos voltar para Cuba». «Oye, ¿seguro, ustedes están seguros de eso?» «No, nosotros sí estamos seguros». Y ya, todo el mundo nos hacía la misma pregunta.

Julia Osendi.- ¿Voltar, regresar?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, regresar.

Julia Osendi.- Guillermo Rigondeaux, ¿cómo encontraste la familia, el niño está bien? ¿Cuántos muchachos tienes tú?

Guillermo Rigondeaux.- Tengo uno y un hijastro que es más grande, tiene 15 años.

Julia Osendi.- ¿Que lo crías tú también?

Guillermo Rigondeaux.- Sí, lo crié yo también. Y la familia, mi mamá, mi hermana, todo el mundo se encuentra bastante bien.

Entrevista a Erislandy Lara Santoya 

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