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La Roja noquea y es más que Furia

Con goles de David Silva, Jordi Alba, el Niño Torres, y Juan Mata, España goleó de manera contundente (4 a 0) a Italia y se quedó con el título de la XIV edición de la Eurocopa de fútbol

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Si en algo sorprende España es que a todos los que nos place criticar cuando el seleccionador yerra o un jugador falla, cuando su propuesta parece encallar, nos cierra el pico con un resultado incólume, firme como piedra y que eriza hasta el más ecuánime de los escépticos. Nunca juego a favor de la Furia, lo confieso, me gusta ir contra corriente. Hace minutos perdí una apuesta –de lo que me alegro- y aún así brinqué de emoción con el segundo título europeo consecutivo de los pupilos de Vicente del Bosque (quien iguala a Helmut Schoen como único seleccionador campeón del orbe y de en un torneo del Viejo Continente), esta vez a costa de una nada desdeñable Italia (salvando el pulso final).

El marcador (4-0) habla por sí solo. El estadio olímpico de la ciudad de Kiev, Ucrania, fue testigo de la proeza: los españoles se convirtieron en los primeros en alcanzar dos Euros consecutivas, con un mundial en medio adornando el emparedado. Así, alcanzaron a Alemania (monarcas en 1972, 1980 y 1996) como máximo ganador, con 3 títulos.

Los de la Roja son dueños además de los títulos de 1964 y el de 2008.

No es nada fácil hacerle cuatro goles a la maestra de la defensa, Italia. Bueno, al menos desde la teoría, porque en la práctica los ibéricos parecía zarandear y dejar sin suela a la bota del Mediterráneo, desaparecida durante todo el partido.

Este es un resultado sin antecedentes en la historia porque esta selección, sencillamente, no ha existido en la historia.

En esta ocasión no hubo agonía ni réplicas, en esta ocasión España persiguió, y encontró, la perfección. Una demostración del espíritu coral del plantel que inventó Luis Aragonés y que ha terminado de redondear el bigotudo. La Roja es un equipo maduro hasta el tuétano y con una terrible variedad de registros.

La capacidad de esta Camerata para gestionar partidos, para hacer del triunfo una costumbre, será contada de generación en generación. La amarán como aman los niños a un Maradona que no han visto en vivo y aún así idolatran.

Experto ya en la liturgia de las finales, la Furia prescindió de los fastos y obvió la especialísima atmósfera que rodea estas citas. Su puesta en escena fue maravillosa, a la altura de la leyenda que ha escrito. Los quince primeros minutos fueron de película, un resumen muy logrado de estos años de dictadura universal que le convierten ya en irrepetible.

El primer gol es digno de estudio, se pasará en las escuelas de los cinco continentes como ejemplo de virtuosismo en la ejecución y saber hacer.  Iniesta, jugador del torneo, candidato de ley al Balón de Oro, observó un desmarque de Fábregas, el falso nueve que hizo de nueve y siete, de siete y nueve, y que es un número diez pura sangre. Cesc hizo una pausa maravillosa y esperó a que Silva, entrara pidiendo la comida servida. El Canario estampó un cabezazo al ángulo, imposible incluso para el gran Buffon.

Después pasaron un mal ratito en el siguiente cuarto de hora, claro que para eso ya estaba Casillas, inmenso, concentrado, responsabilizado, en fin, perfecto.

Hastiados de sufrir, los españoles pisaron el acelerador. Jordi Alba, que ha jugado la Eurocopa subido en una moto, empezó un «tropelaje» tremendo que Xavi convirtió en el gol de su carrera. El del Barcelona, arquitecto de la idea, hizo un cálculo matemático de la velocidad de Jordi y pum…finito. España tocaba las puertas del cielo (2-0).

A los de Prandelli se les vino encima toda la fatiga del torneo y España sacó los violines para el concierto. Italia ya tenía demasiadas piedras encima. La última, la lesión de Motta cuando Prandelli ya había realizado los tres cambios.

Fernando Torres puso la puntilla al anotar el lapidario tercer tanto. Luego llegó Mata y apuntaló el abuso. Cuatro perforaciones y llanto en Italia.

De nada valió el pasado. Los libros decían que Italia tenía una clara superioridad sobre España en cotejos oficiales de mundiales y eurocopas, ya que solo había perdido en una oportunidad durante ocho partidos diputados (tres triunfos y cuatro empates). La única vez que la Furia pudo vencer a la «Bota» fue en los cuartos de final de la Euro 2008 (definición desde el punto penal tras el empate).

La Roja hace historia y hoy día no tiene rival. Hasta la próxima.

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