Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Sin miedo y mirando «pa’lante»

Juventud Rebelde conversó con Pedro Pablo Pichardo, quien en 2012 pasó de ser un desconocido a convertirse en campeón mundial juvenil de triple salto

Autores:

Abdul Nasser Thabet
Luis A. Autié Cantón

«Muchacho, ¿terminaste con ese disco?», le preguntó la multilaureada triplista Yargelis Savigne al tiempo que acomodaba la barra y se incorporaba jadeante, chorreando deseos de volver a la élite. La sesión de pesas casi concluía y, aun frente a nuestras narices, no reconocíamos a Pedro Pablo Pichardo, vigente campeón mundial juvenil de triple salto.

Entre tantos monstruos del atletismo universal, por mucho que lo intentamos, no pudimos identificarlo. Yipsi Moreno de un lado, Mabel Gay por otro, el paralímpico Luis Manuel Galano allá. ¿Cómo pensar que ese flaco alto sería nuestro entrevistado? Tal vez usando la ley de la decantación…

Fue uno de los entrenadores quien lo señaló cuando todavía le faltaban un par de tandas de un ejercicio tan extraño como exigente, en un local que evocaba al Macondo de García Márquez, pues solo con magia se explica que de ahí salieran tantos monarcas y glorias del deporte rey.

Nos pidió un poco de agua, con hipoclorito, y empezó el traqueteo a pleno sol, entre carreras y martillazos.

—Pasaste de ser un desconocido a convertirte en monarca universal, una transición agradablemente abrupta, ¿no?

—Claro. Fue en el Mundial juvenil de Barcelona, del 10 al 15 de julio de 2012. Yo era un desconocido. Me sentía un poco desanimado porque siempre hablaban de los atletas más descollantes, y de mí ni una palabra. Ya yo había ganado el Centroamericano de El Salvador, pero a ese nivel no tienen muy en cuenta títulos regionales fuera de Europa.

«El rival más difícil que tuve fue el ruso Artem Primak, que iba con la mejor marca del año: 16,76 metros. Era el primero en el ranking y favorito para ganar. También destacaban el bahamés Latario Collie-Minns (16,64), campeón vigente, y el chino Haitao Fu (16,38), plateado en la edición anterior».

—Imagino que esos antecedentes te hayan añadido una presión extra. ¿Cómo te fue frente a esos rivales?

—Las cosas me salieron bien. Salté solamente tres veces. Cometí foul en el primer intento y me preocupé un poco, pensé que los nervios me iban a fallar. Pero en el segundo llegué hasta 16,62 y en el tercero logré ese 16,79 que me dio el oro. Luego no continué porque sentí una molestia en el tobillo.

—Vamos a la génesis de todo. Cuéntanos de tu primer «brinco» a la pista.

—Realmente empecé en las vallas, me gustaban más. Todo fue por embullo de mi hermana, que entrenaba con mi papá allá en Santiago de Cuba. Yo tenía siete años y era como un juego: iba, hacía carreras con ella, me divertía. Entonces mi padre vio que tenía talento para correr y empecé a entrenar con él. Los primeros dos años no lo tomaba tan en serio, pues mi edad no estaba en una categoría oficial. Iba, entrenaba un día, faltaba dos, así. Después, ya con diez años, comencé a correr de verdad. Así, participé en los Juegos Pioneriles, y obtuve una medalla de bronce.

«Luego mi padre se fue para Venezuela e ingresé entonces en la Academia de Atletismo de Santiago de Cuba, con el profesor Jacinto. Mi papá regresó en el año 2006, y comencé a entrenar con él nuevamente. Se dio cuenta de que eso no era lo mío y me hizo probar con el triple. Vio que tenía talento y bueno, aquí estamos».

—¿Cómo llegas a La Habana e ingresas al equipo nacional?

—Arribé en marzo del 2012. Ingresé porque mi papá y yo veníamos a competir de vez en cuando. Los profesores de aquí vieron que tenía buena técnica para saltar. Hice la marca para el mundial juvenil y me quedé.

—Cuando llegaste aquí comenzaste con un nuevo entrenador, te enfrentaste a otro mundo. Imaginamos que las condiciones y la exigencia de la preparación sean diferentes a las de tu ciudad natal…

—Estoy con Ponce desde septiembre. Llegué aquí con varios errores, pues en Santiago no había muchas condiciones para entrenar. Todo lo que me falta, él poco a poco me lo está enseñando. Siempre conversamos sobre lo que debo hacer, cómo va mi desarrollo, lo que falta por mejorar. Es como si fuera mi padre aquí.

—Hablando de lo que te falta: ¿cuánto debes pulir para estar en la élite de tu especialidad?

—Me caracterizo por ser rápido en la carrera de impulso, por lo que no pierdo tanta velocidad en los saltos. Mi principal deficiencia está en el segundo paso, pues se me queda la rodilla un poco por debajo y no me elevo tanto. Los triplistas cubanos se caracterizan por elevar bastante la rodilla y quedar «suspendidos» en el aire. A mí me falta lograr eso todavía.

—Ahora que mencionas la técnica, ¿tienes algún ídolo, alguien a quien admires y sigas?

—De Cuba admiro mucho a Alexis Copello, e internacionalmente me gusta el británico Phillips Idowu. Prefiero a los atletas estables. De nada vale que saltes una vez y establezcas alguna plusmarca. Cuando se entrena a diario, el récord puede salir repentinamente, pero la estabilidad es la que dice si eres buen deportista.

—El Mundial absoluto, con sede en Moscú del 10 al 18 de agosto, es tu principal meta del año. ¿Podrás con la cota fijada para la clasificación?

—Tengo que hacer 17,20 y mi mejor salto es de 16,79, precisamente con el que triunfé en España. Como ves, la diferencia no es muy grande y ya estamos trabajando para clasificar. Según mi entrenador, todo indica que podré fácilmente con la distancia, pues las pruebas y ejercicios, si bien aún no miden mi progreso por cuestiones de planificación, indican que sí.

«Todavía no entreno con la carrera completa. Como estamos a principios de año nos ocupamos solamente de solucionar los errores técnicos que tengo para luego ir con todo. Después en Moscú veremos qué pasa».

—Eres el único juvenil cubano que podría estar en esta cita de mayores, ¿a qué aspiras en Rusia, toda vez que te enfrentarás a los mejores del mundo en tu disciplina?

—Lo primero es llegar, pues soy nuevo en esta categoría. Me estoy preparando para ver qué sale. Espero que sea un buen resultado, porque voy allá a guapear igual que en Barcelona, a tratar de alcanzar una medalla.

«Estar en un mundial es un logro, pero soy de las personas que no van por ir. Si asisto es para hacerlo bien. Ahora mismo no hay «principales figuras» en el equipo. Ya no están Alexis Copello, Yoandris Betanzos ni David Girat. Por lo tanto, los jóvenes tenemos que sacar la cara, saltando».

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