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Confesiones de un director descalzo

Desde que Jorge Enrique Alomá sacó el out 27 del quinto juego y los Leñadores de Las Tunas ganaron su primer campeonato en series nacionales, Pablo Civil no duerme, y no dormirá durante varias noches

Autor:

Norland Rosendo

Santa Clara.— Desde que Jorge Enrique Alomá sacó el out 27 del quinto juego y los Leñadores de Las Tunas ganaron su primer campeonato en series nacionales, Pablo Civil no duerme, y no dormirá durante varias noches. A fin de cuentas, está entrenado para empatar un día con otro sin pasar por la cama.

En su tercera experiencia como timonel de los tuneros ya ha logrado lo que muchos otros mentores jamás han podido, pero su mérito mayor es haber articulado una excelente familia de hombres que juegan pelota y ganan divirtiéndose.

—¿Diseñaron la preparación desde el inicio del campeonato pensando en la postemporada?

—Desde que concluyó la final pasada ante Granma, hicimos el compromiso de ganar el título. Esa fue la idea que les inculcamos a los atletas cuando comenzamos la preparación para esta campaña. Sabíamos que nuestro equipo era altamente competitivo y si nuestra mente se enfocaba en ese objetivo, podíamos llegar al primer título de Las Tunas en series nacionales.

«Con ese espíritu jugamos toda la temporada, sabíamos que Danel Castro era un líder en el conjunto, por eso cuando estaba la incertidumbre de si seguía en activo, acordamos con él que jugara solo como home club en una primera etapa, lo necesitábamos para nuestro proyecto de ser campeones.

«El equipo fue avanzando, y aunque tuvimos un arranque adverso en la ronda inicial, nos repusimos y concluimos en primer lugar de acuerdo con el sistema de clasificación y en la segunda etapa encabezamos la tabla de posiciones.

«Esta medalla de oro tiene el nombre de todos, cada uno hizo su aporte. Hay atletas que no estuvieron a la altura del año pasado, pero que fueron decisivos en momentos importantes, los refuerzos felizmente nos han rendido siempre, ellos se incorporaron como un Leñador más. De manera integral el equipo ha madurado mucho.

«Ganamos la semifinal ante los Tigres de Ciego de Ávila por 4-1 y ese éxito nos confirmó que sí podíamos, porque era un rival exigente y fueron juegos tensos. Ahora también derrotamos a Villa Clara en cinco partidos, vinimos de abajo en el marcador tres veces y sabíamos que debíamos actuar con alta precisión táctica».

—Durante toda la temporada Las Tunas se distinguió por el juego lineal, o sea, muy parecido cuando estaban debajo en la pizarra a cuando iban encima. ¿Cómo lo lograron?

—La palabra lineal es importante, el equipo supo mantener alineaciones estables y muy integrales; la tanda de abajo y los dos primeros bates no solo cumplían la función de embasarse, hacer jugadas para desarticular la defensa rival, robar bases o conectar en determinados conteos, sino que también empujaron muchas carreras, y eso ayudó a obtener varias victorias, porque no le dejaban esa responsabilidad solo al centro del line up.

«Ahí está el caso de Denis Peña, que asumió la titularidad de la tercera base cuando se dio la indisciplina de Yordanis Alarcón y lo hizo de manera excelente; Andrés Quiala aportó su gran experiencia, y el hombre proa, Yuniesky Larduet, no solo llegaba con frecuencia a primera, empujó, fue líder en bases robadas y fue un defensor muy seguro».

—De manera general, tienen una buena disciplina en home y sus turnos al bate tienen calidad…

—Históricamente, los Leñadores éramos un grupo de peloteros muy ofensivos, de ahí ese mote, se conectaban muchos jonrones, pero no ganábamos; ahora hemos aprendido a fabricar carreras con todos los recursos disponibles, a veces hasta con pocos hits, y aprovechando lo que nos regala el contrario.

«Buena ofensiva no es solo batear jonrones, es también poner la pelota en juego, empujarla por detrás del corredor, tocar la bola, hacer lo que toca en cada momento.

«Hay situaciones en las que lo que conviene al equipo es sacrificarse, batear en determinado conteo, porque es en el que el pitcher no resulta efectivo, todo eso lo aporta el estudio minucioso del contrario, estudiamos a los lanzadores rivales».

—Debutaste como director en la Serie 50, pero por una situación lamentable de disciplina te alejaste del puesto de mando de los Leñadores. ¿Pensaste que no volverías más a este cargo?

—Mi vida es el béisbol, después de aquella primera experiencia que terminó como no hubiese querido, estuve par de años prestando colaboración en Venezuela, donde tuve buenos resultados en la pelota, al regresar fui metodólogo de la comisión provincial y luego comisionado, y cuando Ermidelio Urrutia decidió tomarse un descanso lo sustituí para la Serie 57. Me siento muy feliz, fui subcampeón el año pasado y le regalé a Las Tunas su primer título ahora.

—¿Cuál es tu estrategia como director?

—Mi mente está enfocada en el éxito. Dedico mucho tiempo al estudio de los juegos, tanto antes como después de efectuados. Estoy pendiente de todo lo relacionado con mi equipo, desde lo más significativo hasta lo que parezca intrascendente, todo importa.

«Me reúno con el colectivo de dirección por lo menos una hora diariamente, diseñamos la estrategia para cada partido, ningún juego se parece a otro, por eso hay que tener previstas alternativas para las posibles situaciones que se nos puedan presentar. El béisbol es un deporte muy rico en opciones tácticas, pero la improvisación suele dar al traste con un buen resultado.

«Si conocemos las deficiencias del rival, sus puntos vulnerables y sus fortalezas estamos en condiciones de tomar las mejores decisiones en cuestión de segundos».

—Un éxito así es el resultado de un gran equipo de dirección. ¿Cómo se arma un buen colectivo técnico?

—Primero que todo, no puede ser por amistad. Yo le doy prioridad a los más capaces, que sean talentosos y se entreguen. Busco a quienes después de su familia lo que más amen sea el béisbol, porque dirigir es un sacrificio muy grande a este nivel.

«Hay atletas con muchos conocimientos, y busco entrenadores que estén por encima siempre. Cuando un jugador sabe más que el preparador es un fracaso; si el técnico practicó este deporte es mucho mejor, porque tiene una experiencia que ayuda. Estoy orgulloso de mi equipo de dirección. Tiene prestigio, preparación y conocimientos».

—¿Cuánto se parece este equipo al que sueñas?

—Todavía no llegamos a la excelencia y hay mucho que mejorar, que crecer, pero se parece mucho. Tengo más de un capitán en el grupo. Yosvani Alarcón asume muy bien su responsabilidad, pero Larduet empuja mucho anímicamente y ataca lo negativo, juega a una intensidad alta; Jorge Yhonson tiene una alta madurez; Danel es un ejemplo, todo el mundo se fija en él, exhibe un estado físico que parece tener 20 años y no 42, y es un modelo de cómo se estudia al contrario para ser efectivo en el turno al bate.

—¿Ese cambio de mentalidad en el grupo les ha costado mucho trabajo?

—Ha sido un proceso largo, complejo, de muchas conversaciones con los atletas, de aglutinar, lograr una excelente familia, que es más que una familia. Que impregnara el concepto de que el equipo es más importante que cada uno de los atletas por separado, resultó un ejercicio paciente, que todos tuvieran el mismo espíritu de victoria, y que si no aportaban a la ofensiva, lo hicieran a la defensa y se sintieran protagonistas del resultado.

—¿Cómo se integran los refuerzos a la dinámica del equipo?

—Los observo mucho cuando llegan, en especial sus maneras de comunicarse con los atletas tuneros, y es interesante cómo se integran, se achican los nombres cariñosamente, existen articulaciones entre ellos que potencian la identidad del grupo y refuerzan la confianza en el triunfo.

—Se nota que es un conjunto muy disciplinado, incluso después de la sanción a Yordanis Alarcón en medio de la competencia…

—Soy muy exigente en ese sentido, predico con el ejemplo ante los atletas y demás entrenadores. Cuando hay entrega es porque hay disciplina, tristemente sucedió lo de Yordanis y tuvimos que tomar una medida con él; cuando suceden hechos así, el primero que se culpa soy yo, siento que debo prever más. Espero que esto haya sido una lección para él, con quien mantengo muy buenas relaciones, igual que con su familia. Después de ese hecho, el equipo no se amilanó y sus dos hermanos se comprometieron a hacer bien su trabajo. Confío en que Yordanis regresará a los Leñadores y su aporte será mayor.

—¿Te estresa mucho dirigir?

—Más de lo que muchos imaginan, duermo a lo sumo cuatro horas diarias, casi siempre menos, solo dos o tres, lo mismo cuando ganamos que cuando perdemos, la presión se me dispara.

—¿Y qué te calma?

—La familia, me quito los zapatos y camino descalzo por la casa, escucho música, leo algún libro, la prensa. Disfruto conversar con mi esposa y mis hijos, o con mis padres y mis amigos de la infancia en Puerto Padre.

—¿Te molestan las críticas de los periodistas?

—Todo lo contrario, cuando la prensa me hace señalamientos, los analizo, puede que no esté de acuerdo, pero siempre saco alguna lección, corrijo algo.

—¿Aspiras a dirigir la selección nacional?

—Por supuesto que sí. Si alguna vez me lo dan trataré de hacerlo de la mejor manera posible, con mis métodos y aprendiendo de todos los que se sumen.

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