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Cuba es el rey del ring

Con las medallas de oro de Yoenlis Hernández, Andy Cruz y Julio César La Cruz, nuestro país se coronó como campeón por equipos en Serbia

 

Autor:

Luis Autié Cantón

El fin de semana pintaba grande para Cuba en el Campeonato Mundial de Boxeo de Belgrado, Serbia, toda vez que la posibilidad de imponerse en el medallero por países era grande, muy grande, pero no existía margen de error alguno.

Quizá, por un segundo, Andy Cruz (63,5kg) se vio sorprendido por la falta de complejo de su rival, el turco Kerem Oezmen. Quizá, por un segundo —solo por un segundo— pensó en la posibilidad de perder su tercer oro mundial consecutivo. Pero en el Stark Arena de Belgrado, sede del evento, no hubo sorpresas.

El jab de derecha del turco era bueno, muy bueno. No obstante, los cinco jueces vieron al nuestro ganar. Una combinación de derecha con gancho de izquierda le dio a Andy la ventaja en el round inicial. Y ya, como decía mi abuela, «muerto el perro se acabó la rabia».

Una vez que al cubano se le pasó la modorra del inicio, al rival se le fue también la inspiración y las posibilidades de victoria. Cuando a Andy se le calienta la cintura no hay puño que lo toque. A medida que pasaban los minutos, Oezmen intentaba agarrar al matancero, para agarrar también un respiro. Los guantes pesan más cuando escasean las opciones. Andy, preso de los «abrazos» del turco, golpeaba fuertemente al cuerpo, al abdomen.

En el tercer episodio, un jab de derecha del yumurino casi sella el combate. Un beso turco a la lona y conteo. Cada golpe de Andy iba al rostro de Oezmen y repercutía en sus piernas. Hasta cuatro veces perdió el balance.

Ya sabedor de su victoria, para no variar, nuevos pasos de baile. Marca registrada. Aplausos cerrados del recinto y victoria enorme de Andy, su número 15 al hilo en estos certámenes. En adición, fue electo el mejor boxeador del torneo. Grande.

Todo quedó listo entonces para que Julio César La Cruz (92kg) viniera en condición de cerrador. La analogía beisbolera no viene a la ligera. El camagüeyano tenía en sus guantes la posibilidad de llegar a la cifra cerrada de 255 victorias en su carrera, coronarse por quinta ocasión como rey del orbe, sumar la medalla número 80 para Cuba en campeonatos mundiales y, como guinda del pastel, certificar la victoria del equipo dirigido por Rolando Acebal en la edición serbia.

Julio César La Cruz ganó su quinta corona del orbe. Foto: AIBA.

La Cruz tiene otro paladar boxístico. Sabe cómo modificar los tiempos y las estrategias. Su rival por la corona, el italiano Aziz Abbes Mouhiidine, de 23 años y campéon europeo en 2018, había sido victimario del español Enmanuel Reyes Pla, quizá el favorito inicial para discutir la división con el camagüeyano.

De brazos muy largos, Mouhiidine le complicó las cosas al cubano, que debido a su desventaja física comenzó con la guardia en alto, desde la media distancia. Entraba, pegaba y salía, con golpes de derecha al rostro del italiano. Sus movimientos y el plan de ataque tuvieron que adaptarse para solventar el rango de alcance de su rival. Era como pelear contra un palo de escoba blandiendo un palillo de dientes.

Antes del final del primer asalto, golpeó con su cabeza a la ceja derecha del italiano, por lo que la pelea tuvo que detenerse unos segundos. Estoy seguro de que a media Cuba se le heló la sangre mientras la del italiano brotaba. La detención del combate, sin votación inicial, trajo de vuelta fantasmas del inicio de este Mundial, toda vez que no se sabía quién llevaba la ventaja en las boletas.

Julio César tienta con la guardia baja. Cuando sus rivales creen que lo tienen fácil, atacan y ahí es cuando el nuestro contrataca y hace daño. A pesar de que el combate fue muy parejo, el camagüeyano golpeó como quiso en el último round, ya con el italiano a la desesperada. Después del veredicto final, ambos púgiles terminaron abrazados en el ring, brazos en alto. El deporte deja en ocasiones este tipo de gestos.

Cabe decir que Julio César subió casi 11 kg, y apenas pudo poder a prueba su nuevo peso, sumó su quinta presea de oro mundial. Así, se le fue por encima a otra gloria de los encerados, el pinareño Juan Hernández Sierra. Solo Félix Savón, con seis coronas, lo supera en títulos del orbe. Tanto Julio César como Andy logran así ser campeones olímpicos y mundiales en el mismo año.

Con anterioridad, Yoenlis Feliciano Hernández había cerrado el viernes la actuación más formidable de su todavía joven carrera deportiva. El muchacho de Camagüey, uno de los que menos tiempo lleva en el equipo nacional de boxeo, se colgó la medalla de oro en los 75kg, tras derrotar fácilmente al ruso Dzhambulat Bizhamov.

El joven agramontino de 24 años demostró soltura en su boxeo, y una seguridad sobre el ring propia de los que están destinados a ser grandes.

La actuación del equipo cubano no tiene otro calificativo que tremenda. Los nuestros obtuvieron 27 victorias y cinco derrotas. Dejamos de pelear en cinco divisiones, por lo que la suma de metales pudo haber sido mejor. Lo que no pasó, no pasó. Pero el mensaje es que Cuba sigue siendo el rival a batir en el boxeo aficionado.

Los novatos fueron una parte fundamental de la victoria por países. La cantera criolla, con el 50 por ciento de los púgiles en liza, demostró que se avecinan tiempos dulces. Chapó por nuestros boxeadores

 

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