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Luis Posada Carriles: con cuna y protector

En la ciudad hondureña de San Pedro Sula, el asesino mayor siempre ha encontrado refugio seguro y el apoyo incondicional de un «empresario» que tiene, como él, las manos bien manchadas de sangre

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SAN PEDRO SULA, Honduras.— La mesa está servida para la cena. Todos platicamos animadamente de temas diferentes. El señor de la casa me indica la pantalla del televisor. «Ese es el Canal 6», advierte, sin que para mí significara algo especial. Giro la vista y lo primero que veo es una imagen de horror: el lente de la cámara se acerca al cuerpo de un hombre que hacía dos días habían prácticamente descuartizado a machetazos en una colonia (barrio periférico) de esta convulsa ciudad.

El señor, con esa paciencia formada quizá por la costumbre de vivir todos los días entre asesinatos, robos, secuestros y asaltos, apenas se inmuta y me exhorta a que siga observando: pasan una tras otra las imágenes de personas muertas a tiros, puñaladas, estranguladas, accidentadas... Toda una galería de dolor y muerte en un espacio estelar de la televisión. Las tomas acercan cada vez más las heridas abiertas, los cuellos cortados, los brazos arrancados, las moscas sobre los cadáveres, la sangre coagulada... Terror, puro terror.

«Eso es todos los días. Nada les importa que sea la hora de la cena o que los niños vean semejantes cosas. Solo se vanaglorian de que ese es el canal más visto de San Pedro Sula...», argumenta antes de ponerse de pie y poner otra televisora más sobria y humana, para decirlo de algún modo.

Empujo suavemente el plato hacia atrás y ni siquiera el justo reclamo de la esposa de mi amigo hizo que me llevara un bocado a la boca. Había desaparecido el apetito acumulado después de todo un día de vuelo desde La Habana.

Nos sentamos entonces en la pequeña sala. El tema seguía siendo el Canal 6 y su morbosidad desmedida.

Mi anfitrión hace silencio unos segundos, piensa y afirma con total seguridad: «El dueño es de origen cubano, tiene la nacionalidad norteamericana y..., es uno de los mejores amigos de Luis Posada Carriles».

No podía ser de otro modo. Los asesinos se buscan, se encuentran y se unen en cualquier sitio del mundo. Me dicen que se nombra Rafael Hernández Nodarse, prefiere que lo llamen Ralph, y ha sido, en esta hermosa y económicamente poderosa ciudad, el cicerone principal del más connotado terrorista del Occidente mundial.

La historia es, hasta cierto punto, conocida.

Posada utilizó no pocas veces a Honduras, y especialmente a San Pedro Sula, para sus operaciones sucias: tráfico de armas y drogas, apoyo a los Contras nicaragüenses, planificación de agresiones y atentados contra Cuba y Fidel Castro... Fue huésped del empresario Hernández Nodarse y con seguridad pudo contar no pocas veces con su apoyo monetario.

Lo confirman los acontecimientos tras el indulto presidencial concedido en Panamá por la entonces presidenta Mireya Moscoso. Materiales publicados entonces en la prensa dan cuenta de que «el 26 de agosto, tras ser indultado por la presidenta saliente, Mireya Moscoso, el terrorista y mercenario de origen cubano Luis Faustino Posada Carriles se “esfumó” en San Pedro Sula, 240 kilómetros al norte de Tegucigalpa, la capital hondureña, adonde había llegado en un vuelo privado.

«Los otros tres delincuentes perdonados, Pedro Crispín Remón, Gaspar Jiménez Escobedo y Guillermo Novo Sampoll, naturalizados estadounidenses y quienes, como Posada, han sido colaboradores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y especialistas en “operaciones encubiertas” durante más de cuatro décadas, siguieron el viaje a Estados Unidos, donde fueron recibidos como “héroes” por la mafia de Miami, que cuenta con la protección del gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano del actual inquilino de la Casa Blanca.

«La clandestinidad y evaporación de Posada Carriles en Honduras, a quien (el presidente Ricardo) Maduro ordenó ubicar “para proceder a su deportación”, resulta un tanto inverosímil. Según el ex director de Migración hondureño, Ramón Romero, el ex agente de la CIA y criminal confeso habría sido auxiliado por un empresario cubano-estadounidense “no identificado”.

«La impericia contrasta con las investigaciones de medios de prensa hondureños, que informaron que ese jueves Posada fue identificado en un hotel de San Pedro Sula cuando comía con el empresario Rafael Hernández Nodarse, dueño del Canal 6 de la televisión local. Después se le perdió el rastro; Posada desapareció de manera misteriosa».

La complicidad, a la luz del tiempo, resulta evidente. Algunos analistas aseguran que «con solo interrogar a Ralph Nodarse el caso pudo haberse cerrado. El emigrado de origen cubano es una figura pública y notoria en el país centroamericano. Naturalizado estadounidense, Hernández Nodarse está casado con una hondureña, reside en San Pedro Sula, en Quinta Avenida, entre 25 y 26, y es uno de los hombres más ricos del país. Él y su hijo Joaquín, residente en Circunvalación 26, son connotados traficantes de armas, aparte de sus actividades públicas en la esfera de la televisión».

Medios de difusión han asegurado que «existen documentos que demuestran que Hernández Nodarse hizo parte de su capital por medio del contrabando de mercancía entre Colombia y Estados Unidos. Ya en 1985, Ralph Nodarse era el representante de la revista Girón, órgano oficial de la Asociación de Combatientes de Bahía de Cochinos en Honduras, y ocupó ese cargo por lo menos hasta 1994. Es decir, fue una de las piezas clave del entramado de veteranos de operaciones de contrainsurgencia que dejó en ese país, como “células durmientes”, el ex embajador de Estados Unidos en Honduras, John Dimitri Negroponte».

Informes que reseñan parte de la vida del «ayudante personal» de Posada Carriles, informan que los antecedentes de Hernández Nodarse se remontan a los años 60, cuando comenzaron las transmisiones radiales con fines diversionistas en las frecuencias de onda media de Estados Unidos contra Cuba. Él fue uno de los operadores de Radio Swam, emisora financiada en forma encubierta por Washington para transmitir propaganda adversa a la Revolución Cubana desde la isla del Gran Cisne, en una frecuencia de 1 160 Khz».

En el libro autobiográfico Los caminos del guerrero, el asesino y terrorista confeso Luis Posada Carriles señala que Hernández Nodarse lo ayudó en 1990, cuando fue herido de gravedad en un atentado en Guatemala. «La gente de Miami (se refiere a la dirigencia de la Fundación Nacional Cubano-Americana) se comunica con Rafael Hernández Nodarse para que me dé apoyo. Rafael me lleva al mejor hotel de San Pedro Sula, el Copantl. Allí permanezco durante dos meses. Rafael paga los gastos. Sus hijos Tadeo y Joaquín me protegerán mientras dura mi lenta convalecencia. Rafael siempre estará cerca de mí» (página 376).

DE NUEVO MIAMI ACUDE EN SU AYUDA

Investigaciones realizadas posteriormente demuestran que tras el indulto otorgado por la Moscoso, «los aviones fueron alquilados en Miami por otro terrorista: Santiago Álvarez, empleando para ello dinero aportado por organizaciones como la FNCA y otras, lo que no excluye la intervención monetaria del gobierno norteamericano».

A Posada Carriles le entregaron un pasaporte norteamericano a nombre de Melvin Cloide Thompson, cuyo dueño original lo había reportado como perdido un tiempo antes en Costa Rica. Por su parte, Guillermo Novo Sampoll, Pedro Crispín Remón y Gaspar Jiménez Escobedo, saldrían de Panamá, ingresarían posteriormente en Honduras y entrarían finalmente a Miami, empleando pasaportes y nombres falsos, asumiendo las identidades de Ernesto Abreu, Orlando González y Miguel Álvarez, respectivamente.

Las naves aéreas aterrizaron en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, de esta ciudad, exactamente a las 7:30 a.m. Los cuatro terroristas eran esperados allí por Rafael Hernández Nodarse, quien les facilitó que realizaran los controles migratorios sin ningún problema. Posteriormente, Ralph los sacó de la instalación aeroportuaria, los montó en su lujosa camioneta Nissan Pathfinder, de color azul, haciéndose acompañar en el asiento del copiloto por Posada Carriles. A las 11:45 a.m. una avioneta Lear despegaría rumbo a Miami con solo tres de los terroristas. Posada Carriles se quedó en San Pedro Sula en compañía de los hijos de Nodarse.

HISTORIAL TERRORISTA EN HONDURAS

El asesino dirigió en dos oportunidades intentos de asesinato a un presidente de este país. Entre 1994 y 1996, encabezó también un grupo de sicarios de origen cubano que ejecutaron más de 40 atentados en diferentes puntos de la nación.

El dueño del Canal 6 de San Pedro Sula se comportó como un «perfecto anfitrión» para que Novo Sampoll (izquierda), Posada (derecha) y el resto de sus compinches se sintieran como en «casa».

 

 

 

 

 

 

 

Le pido a mi anfitrión que me acerque al sitio donde se genera la señal del sucio Canal 6 de TV. Las calles y avenidas principales de San Pedro Sula están iluminadas y realzan el esplendor de una urbe dominada comercialmente por grandes negocios norteamericanos: Pizza Hat, Wenddy’s, Burguer King...

Pasamos frente a uno de los Mall, copia fiel de los enormes supermercados estadounidenses, doblamos a la izquierda y tomamos por unas vías empinadas y estrechas, rodeadas a ambos lados de grandes cercas que protegen las gigantescas mansiones de los poderosos. Una sola de ellas puede ocupar toda una manzana y hasta un área mayor. Las tapias terminan en alambradas de púas aseguradas fuertemente en la parte superior para evitar el acceso de los ladrones que pululan en esta ciudad de grandes contrastes sociales. Candados y cerraduras aseguran las puertas de acceso hechas de metales fuertes. Todas anuncian que están protegidas por agencias de seguridad y alarmas. Tampoco puede verse lo que ocurre en esos feudos particulares por mucho que se intente.

El amigo me informa que uno de los buses del Canal 6 tiene una inscripción con letras grandes: «¡No viaje a Cuba!». Detiene el auto justo frente a la entrada de la televisora. Un estrecho pasillo da acceso a las instalaciones, protegidas por muros altos hechos con piedras.

El amigo acelera el motor del maltrecho auto para salir de esa colonia. Pasamos entonces cerca de donde aseguran vive Carlos Vicente López Sánchez, alias «Chente», otro de los compinches en San Pedro Sula del asesino mayor. Vamos reflexionando que el Canal 6 no podía tener otro matiz. Las manos que lo guían, las de Rafael «Ralph» Hernández Nodarse, están tan embarradas de sangre como las de Posada Carriles.

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