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Cumbre del Clima de Cancún: Combate y pragmatismo

Los Gobiernos tienen que hacer un frente conjunto y de manera consumada, instó Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, que celebrará en el balneario mejicano su Conferencia 16 de las Partes, del 29 de noviembre al 10 de diciembre

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Juventud Rebelde

El planeta vive en cuenta regresiva hacia la Cumbre del Clima de Cancún con un pedido de la ONU de atemperar pasiones y ganar flexibilidad y pragmatismo, en vistas de que tampoco habrá esta vez un tratado vinculante sobre reducción de emisiones.

Será ardua la tarea de convertir los vientos de fronda de los justos reclamos por salvar el planeta en refrescantes e inocuos alisios del sureste.

Una cosa es la sensatez, después de casi un año de infructuosas rondas de conversaciones en Bonn, Alemania; y del encuentro antesala de Tianjin, China, sin los resultados esperados, y otra es quedarse inermes ante los apremios del cambio climático.

Todo el mundo concuerda en que las inundaciones de Paquistán y China, con millones de damnificados; los procesos alternos de lluvias torrenciales y sequía en África y los incendios forestales en Rusia, durante el año en curso, son avisos de lo que nos espera cada vez con mayor frecuencia y severidad, si se sigue dando largas al asunto.

Desastres aparte, también en tiempos de calma en el mundo de hoy hay más hambrientos, enfermedades, desamparados y desplazados por los efectos del cambio climático. Son realidades verificadas por fuentes de toda credibilidad y autoridad.

De modo que mezclar pragmatismo, insatisfacción y lucha tenaz por lo no conseguido, sin cejar en los reclamos, podría ser la mejor manera de ir a las jornadas de Cancún, con la conciencia más tranquila.

Los Gobiernos tienen que hacer un frente conjunto y de manera consumada, instó Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva del Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, que celebrará en el balneario mejicano su Conferencia 16 de las Partes, del 29 de noviembre al 10 de diciembre.

De acuerdo con Figueres, el encuentro no será tanto para conseguir un tratado jurídicamente vinculante, sino más bien para avanzar sobre decisiones operativas acerca de financiación y transferencia de tecnología de los países industrializados a los países en desarrollo.

Tras varias rondas de encuentros y desencuentros, y de tanto tiempo perdido en Bonn y otros lares, justamente se debe aprovechar Cancún para tratar de conseguir, al fin, los mecanismos de entrega de los 30 mil millones de dólares anuales ofrecidos hace un año en Copenhague a los países en desarrollo para la mitigación y adaptación ante el cambio climático.

Y pensar que se debió llegar a la COP 16 con el camino allanado.

Llama la atención que ese financiamiento, tan demorado y condicionado, no forma parte de los programas de emisión  contemplados por la ONU y por el Convenio Marco sobre el clima, entre los fondos a largo plazo.

Está incluido entre las necesidades urgentes y a corto plazo, que urgen ante las catástrofes o crisis humanitarias, lo que hace más dramáticas las consecuencias de la dilación.

De acuerdo con la ONU, el tema de la llamada financiación a largo plazo es, sin embargo,    clave y motor propulsor de la lucha planetaria contra el cambio climático, porque debe enfocar además de la mitigación y la adaptación, el desarrollo sostenible a que tienen derecho las naciones sin recursos.

Sin embargo, después de Bonn, en la reunión previa de Tianjin, a principios de octubre pasado se conoció que la Unión Europea entregará dos mil 400 millones de euros para ayudar a los países en vías de desarrollo.

El llamado Grupo Paraguas, integrado por Estados Unidos,  Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Rusia y Ucrania, todavía no ha ofrecido nada; aunque, sin embargo, algunos optimistas confían que lo harán pronto.

Li Yan, de la organización Greenpeace, dijo que los países desarrollados están más preocupados por la forma en que se va emplear el dinero que por entregarlo.

La gente cree que en Cancún se pueden lograr progresos, a pesar de las diferencias que existen actualmente, declaró He Jianking, director del Laboratorio de energía de Bajo Carbono de la universidad de Tsinghua, en Beijing.

El señor He es de los que piensan que los países en desarrollo aprovecharán la COP 16 para retomar el asunto de los acuerdos urgentes sobre el clima y el Protocolo de Kyoto.

Señaló que además se debe discutir acerca de los acuerdos sobre los objetivos de reducción de las emisiones para después de 2012, cuando finalice la primera fase del Protocolo de Kyoto.

Se refirió a la necesidad de establecer pactos dirigidos a fomentar la inclusión de los países en desarrollo en el cumplimiento de los objetivos, teniendo en cuenta la diferencia de su situación con la del mundo industrializado.

Jiankin expresó que el principal problema estriba en que Estados Unidos y otras potencias mundiales están tratando de anular el Protocolo de Kyoto y de no asumir sus responsabilidades.

Los representantes de las llamadas economías emergentes como China, India, Suráfrica y Brasil, junto al resto de los países en vías de desarrollo, no aceptan medidas que los lleven a asumir y pagar los platos rotos causados históricamente por la irresponsable actuación ambiental de los desarrollados.

La propia  Christiana Figueres admitió en Tianjin que siempre habrá diferencias entre los países desarrollados y los por desarrollar.

En torno a la futura consecución de las bases para  un tratado jurídicamente vinculante en la próxima Cumbre de 2011 en Suráfica, los expertos pronostican un proceso de negociaciones igualmente arduo y lento.

China ha venido trabajando intensamente en los últimos años por su desarrollo económico y tal esfuerzo la ha llevado ser en los días que corren la segunda economía mundial.

Se esfuerzo por conseguir los objetivos van parejos a los programas por alcanzar una economía baja en emisiones de carbono, en un empeño titánico, según valoran algunos especialistas.

El Gobierno Chino ha hecho compromisos concretos para la reducción de emisiones de carbono, dijo Xie Zhenhua, viceministro encargado de la Comisión Nacional. Desde el 2009 se trazó un plan de reducción de entre 40 y 45 por ciento en el año 2020, respecto al nivel de 2005.

Igualmente, en el lapso de 1990 a 2005, por su propia iniciativa, la extensa nación asiática redujo el 46 por ciento de las emisiones. Hoy, instituciones de la ONU reconocen el  esfuerzo de sus gobernantes.

De modo que habrá tela por donde cortar si se quiere hablar del tema de las emisiones.

Estará en Cancún, con innegable fuerza, el problema de los Pequeños Estados Insulares, entre los cuales hay algunas naciones en peligro de desaparecer cuando la temperatura global sobrepase el incremento de 1,5 grados centígrados.

Y serán escuchadas las propuestas populares, tomadas en la Cumbre de los Pueblos y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada este año en Cochabamba, Bolivia.

No se podrá situar a un costado, auguran muchos, el esencial tema de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del recalentamiento global y de catástrofes crecientes.

El tiempo se acaba.

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