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¿Hacia dónde va el mundo?

De crisis en crisis y de guerra en guerra, el año 2012 recibe en herencia un planeta sacudido desde sus bases indignadas por la injusticia y la irresponsabilidad de quienes solo buscan dominio y lucro, poniendo en peligro la existencia de todos

Autores:

Juana Carrasco Martín
Yailé Balloqui Bonzón
Jorge L. Rodríguez González
Marina Menéndez Quintero
Nyliam Vázquez García

Matar para «defender los derechos humanos». Esa es la guerra de nuevo tipo con que un planeta espeluznado y estremecido recibe al año 2012.

Yugoslavia, en 1999, había sido el balón de ensayo de estos conflictos desatados, presuntamente, para salvar a civiles «en peligro». Recientemente, el caso de Libia ha sido la constatación más dramática de la manera «fácil» con que las potencias, encabezadas por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pueden desatar guerras que no se presentan al mundo como tales, y que van realmente en busca de una nueva repartición de los recursos naturales y las áreas de influencia.

La impunidad prevaleciente constituye el dramático alerta de que todos, absolutamente todos quienes no se plieguen a los dictados del imperio y sus aliados, están en peligro. Esa puede ser la primera lección que debe quedar bien aprendida por los países pequeños y pobres.

El nuevo año se abre sombrío con las aves de rapiña volando ahora sobre Siria y graznando alrededor de Irán.

Derrumbada moralmente después del anunciado asesinato de Osama Bin Laden como resultado de una operación de los seals norteamericanos en Paquistán, sin pedirle permiso a su Gobierno, la cruzada contra el terrorismo proclamada por W. Bush para domeñar al mundo, podría ser reemplazada ahora por una nueva versión de las guerras preventivas (así sería denominada una eventual agresión contra Irán) o, como en el caso libio, para «defender los derechos humanos».

Y si tomamos en cuenta que en la antes «privilegiada» Europa, los esfuerzos por salvar a un euro víctima de la crisis económica los está pagando la gente, atenazada por las medidas fondomonetaristas que ya depauperaron y rebelaron a Latinoamérica, el panorama hacia los futuros 12 meses resulta aún más incierto.

El clímax puede ser la verdadera rebelión ciudadana que está presenciando la misma Casa Blanca, con los indignados que nacieron en España reeditados luego en Wall Street y, de allí, diseminados a más de una decena de las más importantes ciudades estadounidenses.

Los bastonazos y gases lacrimógenos y pimienta que han recibido las manifestantes pacíficos pueden considerarse una buena evidencia de cómo los «paladines» de la democracia y la defensa de los derechos del hombre aplastan y golpean los de sus mismos ciudadanos.

Si llegaran a mantenerse, las protestas bien podrían terminar de frustrar los propósitos de Barack Obama de reelegirse aunque ello significaría la vuelta de la ultraderecha.

El proceso electoral comenzó desde 2011 y, si bien su costo multimillonario alcanzará límites bochornosos para inclinar la balanza hacia el que más gaste entre los dos defensores de los poderosos, existen temas sustanciales que aportarán sus adarmes a ese forcejeo, y esos serán decisivos en las urnas.

Todo indica que el estado de la economía determinará el ganador, y en ese terreno Obama debe lidiar aprisa con una crisis que aumentó los números del desempleo y disminuyó el poder adquisitivo, como elementos más visibles de una transformación paulatina de la sociedad donde se está deteriorando la clase media, y es más evidente el abismo que separa a los segmentos poblacionales extremos.

Si no remonta esa situación, que ha sacado a las calles a quienes se autonombran el 99 por ciento, para reclamar una redistribución de las riquezas ostentadas por el uno por ciento, a Obama se le hará muy difícil mantenerse en la Casa Blanca, y les dará la razón a quienes lo consideraron una figura de transición frente a un Bush desprestigiado por dos guerras que malgastaban buena parte del presupuesto de la nación.

De indignación en indignación

La crisis económica mundial que dio sus primeros indicios en 2008 despertó un movimiento ciudadano que vio la luz en Europa, se desplazó a Estados Unidos y se enfiló contra los principales enclaves de los centros financieros de poder a escala planetaria, a los que responsabiliza del trance y de las desigualdades que hoy aquejan a la humanidad.

El 15 de mayo de 2011 quedará grabado en la historia. La Puerta del Sol en Madrid se convirtió en el punto donde ciudadanos españoles se concentraron en desobediencia civil contra las medidas anticrisis dictadas, por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que depredan su calidad de vida. Estallaban los indignados.

Sin cabeza dirigente y con la espontaneidad como signo, han revelado allí, como en otros lugares del mundo occidental, el hastío de una ciudadanía sin definición política, pero decidida a no aguantar más de brazos cruzados, y que se ha cohesionado mediante un fenómeno comunicacional propiciado por las nuevas tecnologías.

¿Podrán mantenerse beligerantes cuando, además, tienen la represión sobre sí?

Su disgusto mucho tuvo que ver con los resultados comiciales del 20 de noviembre, que han devuelto a la Moncloa a la rancia derecha representada en el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, luego de que el electorado pasara las cuentas de la crisis al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Pesó, sobre todo, la caída de la economía, causante de un récord histórico de cinco millones de parados; una situación tan precaria que incluso profesionales de la clase media se están yendo a buscar trabajo a países más desarrollados de Europa.

Pero no fue el primer Armagedón en el Viejo Continente. Antes, la debacle financiera griega y el plan de rescate «propuesto» por el FMI y la Unión Europea a Giorgios Papandreu sacó la gente a las calles en cientos de miles, al punto que el Primer Ministro osó rebelarse contra las imposiciones, depositadas sobre las espaldas del pueblo griego. Su decisión le costó la renuncia, y su reemplazo por Lucas Papademos.

Los extemporáneos programas neoliberales aplicados en Europa dondequiera que no se cumplan las metas económicas, también hicieron tambalearse y caer a Silvio Berlusconi, incólume hasta entonces ante los escándalos de su disoluta vida privada, y quien con su poder había logrado sortearlos. Luego de perder la mayoría en la Cámara de Diputados, el Cavalieri renunció a cambio de que esta avalara el paquete anticrisis, al estilo griego.

Sin embargo, las huelgas ya han comenzado a molestar y posiblemente sigan tensionando al nuevo primer ministro italiano, Mario Monti, entrampado ahora en la misma coyuntura.

Pasando por alto la alta explosividad que se generaliza en el Viejo Mundo, sin embargo, la canciller alemana Angela Merkel y su par francés, el presidente Nicolas Sarkozy, han propuesto un duro programa que, entre otros postulados, establece una reforma de los Tratados de la Unión, donde se incluye la imposición de sanciones automáticas a los países que sobrepasen el techo del déficit europeo, fijado en el tres por ciento de su PIB, y el 60 por ciento de su deuda.

Las vicisitudes de los países que tienen al euro como moneda común y los peligrosos salvatajes del FMI, con base en los mismos programas de ajuste que desangraron a América Latina, pero pusieron en pie de lucha a los movimientos populares, todavía darán mucho que hacer y decir en Europa en 2012.

Los nuevos puntos de mira

Resultado, precisamente, del cambio de la correlación de fuerzas en una región donde son ahora mayoría los Gobiernos con alto sentido nacionalista, la constitución oficial de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los días 2 y 3 de diciembre en Caracas, significó la arrancada del primer bloque integracionista que reúne a los 33 países independientes de esta parte del hemisferio, sin la presencia de Estados Unidos.

El conglomerado nace en busca de una integración que supere los marcos estrechos del comercio y que, a diferencia de la Unión Europea, tiene su principal derrotero en el bienestar del hombre.

Integración política, económica, social y cultural, según ha quedado estampado en los postulados, debe posibilitar a latinoamericanos y caribeños caminar con sus propios pies, hablar también con voz propia, y pertrecharse de los mecanismos que le sigan permitiendo hacer frente a una crisis que hasta hoy han podido enfrentar como pocos.

Claro que todo dependerá de la voluntad política de los Gobiernos. Es en ese sentido que cobra relevancia la reelección en 2011 de Daniel Ortega en Nicaragua y de Cristina Fernández en Argentina; la repetición del Partido del Trabajo en Brasil, ahora con Dilma Rousseff, o la llegada al poder de Ollanta Humala en Perú: un hombre que presionado por la manipulación de la derecha debió atemperar su primer programa de Gobierno, que era claramente izquierdista, pero cuya clara vocación nacionalista y a favor de la integración queda fuera de toda duda.

Locomotora en esa integración ha sido la Venezuela bolivariana, que tiene en las elecciones presidenciales de octubre de este año el reto de mantener la Revolución reeligiendo a su líder, Hugo Chávez, frente a los intentos de una oposición apoyada desde Estados Unidos, que hará todo lo posible por revertir el proceso.

Heterogénea al fin, la CELAC nace signada por el difícil derrotero de mantenerse unida en la diversidad.

Estará, pues, plagado de desafíos el camino que empiezan a andar juntos latinoamericanos y caribeños, precisamente a partir de este 2012.

Y aunque Washington no dejará de mirar con el rabillo del ojo a esta nueva América Latina ni desechará la oportunidad de obstaculizar el trayecto que comienza, la vista de los halcones sigue centrada en el Medio Oriente, donde su nuevo diseño de las asépticas guerras no declaradas cerró 2011 con éxito.

La «intervención» en Libia sin depositar un solo hombre en tierra y con la ayuda en el trabajo sucio de los aviones de la OTAN, constituye un muy mal augurio en un año que comienza con los cañones estadounidenses y de la Alianza Atlántica enfilados hacia Siria.

El guión puesto en práctica en Libia y que tuvo desenlace en la ejecución extrajudicial de Muammar al-Gaddafi, se está repitiendo al calco contra el Gobierno de Bashar-al Assad.

Campaña mediática para otra vez convencer de que se violan los derechos humanos, y sanciones de la Unión Europea, Estados Unidos y de una Liga Árabe otra vez al servicio de los injerencistas, hacen presagiar un conflicto bélico que busca derrumbar el muro de contención de Washington en el Medio Oriente, para cerrar el cerco contra Irán: la presa mayor… con una proyección de alcance hacia zonas de Asia más alejadas.

Sin embargo, la Casa Blanca no ha aplicado este libreto de «defensa» de los derechos humanos contra sus aliados en la región, donde las manifestaciones de la población civil están siendo reprimidas por los ejércitos locales; dicho sea de paso, con un armamento suministrado por la industria bélica estadounidense, con el apoyo que le representan sus numerosas bases militares en la zona.

Y menos se han inmutado sus funcionarios ante los 12 millones de personas que en el denominado Triángulo de la Muerte (Somalia, Etiopía, Kenya) sufren una severa escasez de alimentos y necesitan desesperadamente, para sobrevivir, una ayuda que, como siempre, es insuficiente y tarda en llegar. La situación más grave se vive en Somalia donde, según la ONU, 29 000 niños menores de cinco años han muerto y 3,7 millones de personas necesitan asistencia humanitaria.

Para ellos, tampoco valen los derechos del Hombre.

Desde el asesinato de Bin Laden

Según un viejo refrán, «muerto el perro, se acabó la rabia». Sin embargo, algunos temas escapan, por su complejidad, a la sabiduría popular. Con el asesinato de Osama Bin Laden, Estados Unidos se quedó sin pretextos para continuar sus guerras contra Iraq y Afganistán, las cuales han tenido como daño colateral el enrarecimiento de las relaciones con Paquistán, al punto de que la nación asiática esté revisando toda su política exterior hacia Washington.

¿Acaso no estaban en busca de Al Qaeda?

La ejecución de quien llegó a ser el hombre más buscado del mundo por obra y gracia de la propaganda estadounidense, muerto en un complejo residencial de Abbottabad, justo al lado de una academia militar en suelo paquistaní —y no en una cueva perdida en las montañas afganas—, provocó también los cuestionamientos en el Congreso norteamericano sobre la efectividad de los fondos para asistencia militar que recibe el ejecutivo de Islamabad, cifrados en 2 000 millones de dólares al año.

Pero nada de ello significará que en lo adelante se prescinda de la presencia estadounidense en la región. Aunque poco antes de concluir 2011 formalizó la retirada oficial de sus militares de combate de Iraq, Washington ha dejado claro que conservará un papel protagónico en la zona, donde le sobran instalaciones de avanzada y, como aseguramiento, multiplica su personal contratado: se autorreleva con un ejército mercenario. Así Barack Obama simula haber cumplido una promesa electoral que dijo prioritaria hace cuatro años.

Tanto en Iraq como en Afganistán, la égida ocupante norteamericana fomentó la corrupción y las pugnas internas, que dificultan el avance de esos países, y de una «reconstrucción» que hasta ahora solo sirve para engordar los bolsillos de los consorcios imperiales.

Allí las guerras tampoco acabarán el año que comienza.

Acontecimientos inesperados a finales de diciembre permiten avizorar también la posibilidad de que se recalienten otras tensiones.

El fallecimiento de Kim Jong Il, máximo dirigente de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), llevó nuevas incertidumbres a una península que tiene la triste posesión de la frontera más militarizada del planeta y, por ende, es foco permanente de tensiones entre Pyongyang y un Seúl aliado afanoso de Estados Unidos, en una región donde las pulseadas tienen condimento nuclear.

Allí, constantemente, el diálogo se alterna con ejercicios militares y queda siempre el mal sabor de que la retórica puede transformarse en el paso arrollador de portaaviones, submarinos, tanques y misiles de carga atómica.

El año cerraba con el diálogo bilateral entre Estados Unidos y la RPDC en Ginebra, en busca de soluciones que permitieran la desnuclearización de la península y en el que participan, además, Corea del Sur, Rusia, Japón y la República Popular China como principal mediador. Mas no es tan fácil cuando Washington exige condiciones previas para cualquier paso de avance.

La entrada del nuevo año encuentra a la RPDC todavía sin lograr el relanzamiento de las conversaciones a seis bandas, suspendidas desde 2008. Es un tema pendiente para 2012. Y la muerte del líder norcoreano añade un nuevo ingrediente de incertidumbre, pues Washington tratará de aprovechar las circunstancias para acercar la sartén a su brasa.

Todas son situaciones que demuestran el terreno movedizo en que vive la humanidad. Pero, aun siendo graves, su trascendencia se torna relativa cuando recapacitamos que vivimos en un mundo donde la prepotencia, el afán de dominación y el lucro de los poderosos, ni siquiera ha dejado que se alcancen compromisos para salvar la vida en el planeta.

Al brindar por el año 2012, ese es el principal reto que tiene la humanidad.

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