Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los cantores de la paz

Presentes en Venezuela a la hora de los hornos, los trovadores Raúl Torres y Eduardo Sosa

Autor:

Enrique Milanés León

CARACAS.— En un momento de la presentación, Raúl Torres lo  explicó: «Hay cantantes y cantores. Los primeros lo hacen porque pueden; los segundos, por una necesidad imperiosa». Ya su hermano de cuerdas Eduardo Sosa había deleitado al público de colaboradores cubanos en Venezuela a los que ambos artistas querían obsequiar con sus canciones antes de dejar Caracas. Porque, lo sabe Cuba entera, Eduardo Sosa y Raúl Torres comparten una categoría artística superior: son patriotas que pueden, a pura metáfora, erizar la piel entera de su Isla.

Trovador de la mejor estirpe oriental, Sosa inició el concierto con uno de los mejores testimonios culturales y patrióticos que conoce Cuba: La Bayamesa de Céspedes, Castillo y Fornaris, para tejer desde ahí un lienzo de exquisiteces musicales que pasó por Pequeña serenata diurna, Canción —vitoreada de una nada callada manera—, Por quien merece amor y un tema suyo: María, acompañado por ese himno del arraigo que entre estos cubanos lejos de casa pareció un selfi de su misión: A mí me gusta, compay.

Luego, enlazados por una misma guitarra, se hicieron uno solo entibiando pechos con un Candil de nieve que abriga y un Se fue que nunca parte de la preferencia de los cubanos. Entonces Raúl Torres quedó a solas, dudando qué cantar entre tantas emociones, hasta que optó por su muy versionado Regrésamelo todo que ganó, en ese público comprometido con el arte y con la tierra, estribillos y olas de brazos extendidos.

Raúl Torres, el peleador delicado que con sus Tambores por la paz vuelve a situarse, por la justicia, en el centro de la confrontación, mostró además su tono guarachero y humorístico en una pieza que propuso en franco diálogo con este público de gente que cura y salva, ilustra y multiplica, repara y construye. Juntos rieron, reímos, como quien comparte historias de casa en un breve receso de trincheras.

Quien habla como pocos del valor de los agradecidos, dio las gracias por poder compartir aquí «este pedacito de canciones cubanas».

Claro que, entre tantos doctores internacionalistas, este par de cubanos ciertos tenían que poner a prueba los corazones de quienes aplaudían, y lo hicieron con dos temas que son uno: El regreso del amigo y Cabalgando con Fidel.

Raúl mismo lo explicó: «Son hermanas, comparten el mismo ritmo latinoamericano y, cuando hice la segunda a la muerte de nuestro Comandante, no quise separar sus atmósferas porque veo en ellas una especie de continuidad».

De modo que, tras cantar en coro de cientos ambos temas, tras el obsequio que el jefe de la Misión Deportiva les hiciera en nombre de los 19 200 colaboradores presentes en este país, el público coreó dos líneas de continuidad que entroncan con esas canciones: «¡Chávez vive, la lucha sigue!» y otra sembrada, como La Bayamesa, en el pentagrama patriótico de la nación: «¡Yo soy Fidel!».   

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