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En Venezuela, Claudia, joven doctora cubana en zona roja contra la COVID-19

«Esta es mi lucha, mi cuartel Moncada, mi Granma, mi Sierra Maestra, es mi mejor forma de demostrar que aprendí bien las lecciones de humanismo y de confianza en el triunfo inculcadas por Fidel y nuestra Revolución», expresa doctora en Ecografía, Claudia Olivera Arevich

Autor:

Jorge Pérez Cruz

VENEZUELA.— Natural del municipio de Media Luna, provincia cubana de Granma, la vocación humanista de la doctora Claudia Olivera Arevich está sazonada con ingredientes que exaltan el glorioso currículo de luchas por la soberanía nacional.

Nació en la tierra de Celia Sánchez Manduley y desde pequeña se sintió identificada con su vida y obra, y fueron frecuentes las visitas a la casa natal de la flor más autóctona de la Revolución y a sitios como Cinco Palmas, La Plata, Las Coloradas…, «en esos lugares he aprendido mucho de resistencia y de victorias de mi pueblo y, ahora, no voy a defraudar tanta historia», esa es su decisión irrevocable.

Cumplió los 25 años de edad el 28 de diciembre de 2019, un mes y siete días después de su llegada a Venezuela, y conversamos en la mismísima frontera de zona roja del Centro de Diagnóstico Integral Alí Primera, sector Gato Negro, parroquia Sucre, en el municipio de Libertador, del Distrito Capital, donde ocupa trinchera contra el Sars-CoV-2, patógeno causante de la COVID-19.

Motivos para la confianza

Claudia es doctora en Ecografía y realiza simultáneamente tareas como activista de Higiene y Epidemiología de su brigada, una responsabilidad mayor en estos tiempos en que la sanidad adquiere suma importancia, pero «desde que comenzó la pandemia ejerzo, además, como médico en la consulta que atiende los casos con síntomas de infecciones respiratorias agudas, quienes son de hecho sospechosos hasta que se demuestre lo contrario».

«Nunca pensé que estaría ante una situación así. Al principio había poca información, pero la asumimos responsablemente y nos prepararon muy bien con conferencias constantes de actualización y evolución de la enfermedad y su tratamiento, que nos ayudaron a confiar en la victoria que estamos alcanzando».

Cuenta Claudia que los protocolos de bioseguridad establecidos por el Ministerio de Salud Pública y la Dirección de la Misión Médica Cubana aquí, asesorados por especialistas del Contingente Henry Reeve que los acompañan y otros colegas con experiencias le dio las herramientas necesarias para sentirse segura.

Un binomio a favor de la salud y la vida

Un día antes de nuestro encuentro había recibido a la paciente venezolana Olga Vamonte, de 74 años de edad, «llegó muy alterada, preocupada, llorando; sin síntomas, pero positiva a la PCR, entonces una se extrema en delicadeza y le explica todas las medidas, el tratamiento y le inspiramos familiaridad para que se sienta acompañada en este duro trance».

Cuenta que frente a casos así, «a una le da mucha tristeza, piensas en tus abuelos, porque son personas adultas, muy sensibles y la incertidumbre les agobia, y hay que hacer ejercicios profundos de sicología para levantarles su autoestima».

Ante urgencias de esta naturaleza afloran, como bálsamos salvadores, el amor y el compromiso, un binomio cultivado por la Revolución y la escuela cubana de Medicina en sus galenos que hoy, frente a la pandemia, germina con inusual fuerza en muchos países del mundo.

Epílogo

«El trabajo es duro, son fuertes las medidas de protección y a veces se siente el agotamiento, pero vine a dar batalla por la vida de nuestros hermanos venezolanos y no los voy a defraudar, ni a ellos, ni a la Revolución que me formó ni al pueblo que represento», confirma la doctora Claudia.

«Esta es mi lucha, mi Cuartel Moncada, mi Granma, mi Sierra Maestra, es mi mejor forma de demostrar que aprendí bien las lecciones de humanismo y de confianza en el triunfo inculcadas por Fidel y nuestra Revolución», remarca, y en su imperturbable decisión están presentes también las enseñanzas familiares.

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