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AMLO-Biden: de igual a igual

El encuentro de esta semana entre ambos mandatarios reivindicó la valía y las razones de México y, con ellas, las de América Latina

 

Autor:

Marina Menéndez Quintero

La pelota ha vuelto a ser puesta donde realmente le toca, del lado de Estados Unidos, lo que ante la opinión pública deshace la falacia de su presidente, Joe Biden, durante la más reciente Cumbre de las Américas, cuando llevó a firmar —en ausencia, además, de los países concernidos— una propuesta sobre migración que puso en las manos vacías de las naciones centroamericanas emisoras de indocumentados, la responsabilidad de otorgarles trabajos temporales para desalentar su viaje al edén de los sueños frustrados.

¿Con qué recursos los países pobres de un mundo cada vez más agobiado por la crisis económica y más desigual pueden asumir lo que solo puede hacer la nación supuestamente más poderosa, y responsable, en buena medida, de su pobreza?

Con otras palabras, López Obrador se lo acaba de espetar a Biden durante su segundo encuentro bilateral, en el marco de la visita del Presidente mexicano a Washington: Estados Unidos debe otorgar visas temporales de trabajo a aspirantes capacitados como obreros, profesionales y técnicos que pueden aportar a la lacerada economía de Estados Unidos, y regularizar de una vez a los millones de indocumentados que hace años lo hacen, bajo la amenaza latente de la deportación por la carencia de «papeles». 

Ese modo de hacer tan hipócrita que ponía el balón del lado equivocado fue instaurado por Donald Trump en 2019, en el primer mezquino intento de trasladar a quienes padecen un problema que solo el Norte puede ayudar a resolver.

Entonces, la Casa Blanca casi obligó a México —so pena de aumentar los aranceles a sus productos que van al mercado estadounidense— a retener y albergar a los indocumentados, mientras las autoridades migratorias de EE. UU. procesaban sus papeles, casi todos rechazados.

Por ese trance se calcula que pasaron 60 000 viajeros ilegales, unas pocas decenas de los cuales, apenas, recibieron el permiso de Washington para entrar, mientras se forzaba a la nación vecina a un trance tan difícil como interceptarlos, un rol que México encaró sin represiones ni mella a la dignidad de los indocumentados, y con la misma visión humanista con que analiza el fenómeno.

Aunque —reticencias del Congreso por medio— nada se ha hecho en Estados Unidos para aliviar el problema desde que llegó Biden a la presidencia, una buena noticia precedió al encuentro bilateral de esta semana entre los mandatarios, cuando los tribunales estadounidenses finalmente derogaron los llamados Protocolos de Protección al Migrante (PPM) instaurados por Trump, y más conocidos como el programa Quédate en México: seguramente un alivio para las autoridades mexicanas y, sobre todo, un acto de justicia que deja de contemplar al vecino sureño como simple peón del macabro match donde únicamente EE. UU. tiene los resortes necesarios para salvar la partida.

Según ha dicho AMLO a su regreso a México, EE. UU. otorgará más visas laborales para  Centroamérica y México, aunque en el comunicado conjunto final luego del encuentro AMLO-Biden quedaran en el papel, de parte de Estados Unidos, solo promesas de que el tema será analizado, y declaraciones de principios que apuntan a una visión menos agresiva y violenta del asunto en comparación con la política de Trump. De un modo u otro debe valorarse que el Presidente mexicano expusiera a su colega las demandas que, por ausencia, no fueron dichas durante la cita presidencial de Los Ángeles: una reunión que ya ha pasado a la historia como la Cumbre de las exclusiones… o Cumbre del fracaso.

Ese enfoque integral y multidimensional es el que debe prevalecer: la migración Sur-Norte tiene sus causas en la desigualdad procreada por un sistema económico y financiero internacional injustamente desigual, generador de la falta de oportunidades, de la desesperanza y, en muchos casos, de la violencia…

Ello, sin contar la migración generada por actitudes de Washington políticamente motivadas, como es el caso del asedio contra Cuba, mientras se restringe a sus nacionales la posibilidad de una visa legal.

En lo que concierne a Centroamérica, México ha predicado con el ejemplo, propiciando su cooperación en la eliminación de la pobreza que empuja afuera a los ciudadanos de los países vecinos.

En tanto Estados Unidos, durante la gestión de la vicepresidenta Kamala Harris como encargada del tema dentro del ejecutivo demócrata, solo ha ofrecido cantidades irrisorias de dinero a los países centroamericanos emisores —principalmente El Salvador, Guatemala y Honduras—, México ha extendido a esos países, mediante acuerdos bilaterales, los programas de desarrollo que ha instaurado para sus propios nacionales.

Tres mil doscientos millones totalizan los dólares que Washington destinará para «ayudar» a las naciones mencionadas, en la pretensión de estimular sus economías. Sin embargo, ha dotado a Ucrania en los últimos meses, y solo hasta ahora, de ¡más de 54 000 millones de dólares para enfrentar a Rusia!

Si bien los planes mexicanos Sembrando vida y Jóvenes construyendo el futuro resultan humildes de cara a los enormes desafíos económicos y sociales del istmo y no pueden, por sí mismos, desarrollar un país, lo cierto es que han dotado de decenas de miles de nuevos empleos a las áreas rurales, al tiempo que ayudan a la reforestación y a la formación de quienes irrumpen en el mercado laboral.

La persecución y la muerte no detienen a quienes buscan otro destino. Se estima que cada día siguen sumando unos 7 500 los migrantes irregulares que intentan cruzar la frontera en pos del muy vendido sueño americano.     

Hace dos semanas el espeluznante fallecimiento, por asfixia, de 53 ilegales que viajaban hacinados en un tráiler sin ventilación, volvió a mostrar otros ribetes dramáticos del asunto. 

Pero, de parte de la Casa Blanca, la respuesta queda encerrada en un vocablo dicho casi al pasar por Biden, durante el diálogo con AMLO: «paciencia…».

«Nosotros también podemos dar»

Otras lecturas quizá no muy visibles ha dejado el encuentro, como el recordatorio a Estados Unidos acerca de la necesidad, para todos, países dependientes y países poderosos, de una integración real.

También con un ofrecimiento humilde pero sincero, AMLO apuntó a Biden que cualesquiera puede ser vulnerable, como lo está siendo ahora mismo la nación norteamericana presa, también, de la crisis energética desatada por las restricciones al petróleo y el gas de Rusia.

Obrador propuso incrementar el abasto a sus gasolineras para que más consumidores estadounidenses puedan abastecer sus vehículos del lado mexicano de la frontera, algo que ya aquellos están haciendo, porque el galón cuesta poco más de tres dólares en México: un dólar y algo más barato que en territorio estadounidense.

¿Quién habría pensado que Estados Unidos podría ser objeto de un socorro de esa naturaleza? 

Como parte de lo que calificó en Twitter como «un programa atrevido de desarrollo y bienestar» demandado por «los grandes desafíos», y sin olvidar que la cercanía con Estados Unidos coloca a ese país, per se, como un aliado casi inevitable de México, Obrador también sugirió inversiones conjuntas para reducir las importaciones desde otras regiones, una propuesta realmente inédita en el marco de las relaciones bilaterales, tratándose de una invitación formulada por la nación mexicana a su poderoso vecino.

En contante y sonante, el comunicado de prensa conjunto emitido por los mandatarios al final, recogió la disposición de dotar a la frontera común de infraestructura para hacerla más segura y fortalecer el comercio, propósito en pos del cual la Casa Blanca usará unos 3,4 mil millones de dólares provenientes de la Ley de Infraestructura Bipartidista, y México, 1,5 mil millones de dólares hasta 2024, fecha en que concluye el mandato de Obrador.

El texto dijo que dichos «proyectos de modernización de cruces fronterizos crearán empleos locales bien pagados, incrementarán la seguridad, y harán la economía más resiliente (…), al mismo tiempo que servirán como modelos de sustentabilidad e innovación».

Así sea, porque lo cortés no quita lo valiente… Aunque ello poco aporte contra los resortes de la pobreza y el hambre que desatan la migración ilegal.

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