Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ecuador elige a la sombra de la violencia

La necesidad de detener las mafias se ha ubicado en el primer punto de la agenda

Autor:

Marina Menéndez Quintero

La muerte ha tendido su manto sobre las elecciones de Ecuador con tal osadía, que podría confirmarse como coprotagonista de lo que acontezca en las urnas este domingo.

A raíz del asesinato, hace apenas diez días, de Fernando Villavicencio, uno de los contendientes entre los ocho aspirantes que se disputan la presidencia, algunos han comparado el crimen con lo que aconteció en Colombia cuando fue muerto a tiros, sobre la tarima donde daba su discurso de cierre de campaña, el candidato liberal Luis Carlos Galán, en agosto de 1989; o con los dos disparos a quemarropa que acabaron con la vida de Luis Donaldo Colosio, aspirante del PRI de México, mientras avanzaba entre la multitud que lo aclamaba en Tijuana, en marzo de 1994.

Pero si bien la sangre y el hecho de ser candidatos muertos a punto de cerrar sus respectivas campañas electorales emparenta los acontecimientos, los diferencia algo esencial: Galán y Colosio eran aspirantes muy cercanos de ganar la presidencia y portaban programas que, se estima, habrían cambiado el rumbo de sus naciones. Sus asesinatos fueron casi magnicidios.

Fernando Villavicencio, periodista y diputado que se destacó por su denuncia a la delincuencia y la corrupción, candidato por el Movimiento Construye, no figuraba en las encuestas, sin embargo, estaba entre los contendientes con más intenciones de voto. Pocos deben pensar que el atentado persiguiera evitar su llegada al poder.

Precisamente, el móvil detrás del crimen que ha conmocionado a Ecuador y la región constituye una de las incógnitas latentes cuando la ciudadanía se apresta a votar, a pesar de que seis hombres identificados como colombianos han sido detenidos y uno muerto —presuntamente, el autor de los disparos—, y aunque agentes del FBI han llegado a Ecuador para colaborar en el esclarecimiento de los hechos a solicitud del presidente saliente Guillermo Lasso, quien ha sido señalado, a su vez, ante la Fiscalía, de omisión dolosa por la falta de seguridad y las anomalías que rodearon la andanada de disparos impunes cuando Villavicencio abandonaba ya el local donde acababa un mitin, y lo rodeaba una multitud espantada mientras un presunto miembro del equipo de seguridad conseguía introducir al político en un auto… que no era precisamente el transporte blindado usado por él, de modo que los disparos le alcanzaron dentro.

Se presume que el hecho tuviera una motivación de revancha por parte de miembros de las bandas delincuenciales que habían amenazado ya a
 Villavicencio por sus denuncias. Pero nada concreto se ha establecido aún.

Decreto del estado de emergencia por Lasso a raíz del suceso, y un temor a la violencia que había provocado desde antes que padres de familia pidieran clases online para que sus hijos evitaran las calles, rodean los comicios.

Incluso, organizaciones sindicales como el Frente Unitario de los Trabajadores (FUT) y la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (Ceosl), han recordado al ejecutivo y a las fuerzas armadas y policiales su responsabilidad de velar por la integridad ciudadana hoy, y reprocharon al Gobierno no haberse ocupado de la lacra del auge delincuencial en los dos años y medio que lleva de mandato.

¿Cuánto pudieran influir esos temores en la asistencia a las urnas este domingo?

«Ninguna fuerza despoja con tanta eficacia la capacidad de actuar como el miedo», señaló una columnista del diario El Universo, citada por elperiodico.com.

La inseguridad, que ya formaba parte de las preocupaciones del ecuatoriano común en un país que registró el año pasado casi 5 000 muertes y en lo que va de este ya se acerca a las 4 000, se ha ubicado ahora como el punto focal de lo que la ciudadanía espera de quien gane la presidencia: seguridad para vivir.

El expresidente Rafael Correa, líder de la Revolución Ciudadana y presidente por dos mandatos, ha denunciado el crimen de Villavicencio como un complot de la derecha con participación policial para desplazar las intenciones de voto que llevaba a su favor la candidata de Revolución Ciudadana, Luisa González, una política que formó parte de sus gobiernos y que puntea en los sondeos desde su postulación. Su nombre, junto al de Andrés Arauz, candidato del correísmo en las elecciones de 2021, y ahora su compañero de fórmula, seguía a la cabeza después.

Se estima, no obstante, que son más lejanas ahora sus posibilidades de triunfar en primera ronda, nunca seguras pues su liderazgo no la había llevado antes a exhibir más del 45 por ciento de los votos necesarios para ello, o el 40 por ciento con diferencia de diez puntos porcentuales sobre su rival más cercano.  

Según los observadores que pisan el terreno, los acontecimientos han favorecido a Jan Topic, de la alianza Por un país sin miedo, quien subió en la escala y es retratado como otro outsider de los varios que aparecen ahora en los escenarios electorales latinoamericanos —ver el caso de Jair Bolsonaro en Brasil y ahora de Javier Milei en Argentina: se presentan como políticos antisistema pero, al final, resultan una vuelta de tuerca hacia lo más retrógrado del pensamiento conservador—.

Se espera que el votante priorice ahora al aspirante que, estime, mejor puede detener la violencia, y Topic, aunque sin propuestas detalladas, centró su discurso prelectoral en ese campo.

Con un programa más amplio que ha hecho énfasis en el acceso y la calidad de la educación y la salud, entre otros tópicos, Luisa González tiene su mejor carta de presentación en los logros de la Revolución Ciudadana que representa, y que cristalizó durante los períodos de Correa en el ejecutivo, entre 2007 y 2017.

Una de las últimas encuestas de opinión publicadas en Ecuador, de la empresa Cedatos, calculaba para González un 24 por ciento de los votos y ubicaba todavía lejos de ella a Topic, con 12, 2 por ciento. En tercer puesto aparecía Otto Sonnenholzner, de la alianza Actuemos, con apenas 5,1 por ciento.

Sin embargo, otros sondeos incluían en los primeros puestos a Yaku Pérez —tercero en los comicios de 2021—, y otorgaban a Luisa puntos en el entorno del 30 por ciento. En todos los casos, ella se mantenía como primera.

Para muchos es seguro que la presidencia se definirá en octubre, cuando tendrá lugar la segunda vuelta.

Este 20 de agosto, además, se escogerán los 137 miembros de la Asamblea Nacional y se realizará una consulta popular acerca de la extracción petrolera en el Parque Nacional Yasuní y sobre la actividad minera en el Chocó Andino, en el noroccidente de Quito.

Primer punto en la agenda

Los crímenes en la campaña han llevado a un segundo plano, incluso, el hecho de que Ecuador está ante elecciones adelantadas luego de la llamada muerte cruzada con que Lasso, a punto de ser removido por una moción del Congreso, desenfundó primero y disolvió la Asamblea, tras lo cual debió convocar de inmediato a estas elecciones, que debieron celebrarse en 2025. 

Pero la muerte ha colocado en los primeros planos de la escena lo que era su telón de fondo: la violencia y la inseguridad de un país que se denuncia está casi en manos de la delincuencia organizada, donde hay presencia de cárteles de la droga de México y, presuntamente, matones a sueldo provenientes de Colombia —recordar el magnicidio de Jovenal Moise en Haití, en julio de 2021—.

Según Correa, el auge delincuencial responde en parte a la propia desarticulación del Estado que se gestó con la vuelta neoliberal fraguada desde los tiempos del expresidente Lenín Moreno, traidor a la Revolución Ciudadana, y se ha profundizado con Lasso, luego del recorte de importantes carteras que tenían que ver con la seguridad de la ciudadanía.

Los motines en las cárceles abarrotadas a merced, precisamente, de bandas ligadas al narcotráfico, fueron los sucesos horrendos más vistos mientras el crimen también asolaba las calles. Luego la ola violenta penetró la mismísima campaña proselitista.

Aunque ha sido el caso más sonado, el asesinato de Villavicencio no es el único que enluta estos comicios. Pocos días después pereció, en circunstancias parecidas, Pedro Briones, dirigente de Revolución Ciudadana. Antes, había perecido baleado el alcalde de Manta, Agustín Intriago. La lista aciaga la abrió Rider Sánchez, candidato a asambleísta por la región de Esmeraldas. Muchos deben seguir rezando hoy por que no haya más víctimas.

Sea cual sea el desenlace electoral, algo parece claro: la necesidad de detener las mafias se ha ubicado, per se, en el primer punto que debería abordar la agenda de quien resulte triunfador.

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