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Shalom/As Salam, por favor, Paz…

«La paz debe reinar en la tierra, excluyendo la agresión y la opresión», decía el Profeta y son enseñanzas del Corán. «La paz –dice el Talmud– es para el mundo lo que la levadura para la masa»

Autor:

Juana Carrasco Martín

El domingo, día de reposo para los cristianos y casi todos los que habitan esta Tierra, Joseph Robinette Biden Jr., que se hace llamar Joe Biden y se le conoce como actual presidente de los Estados Unidos, fue al programa de televisión 60 Minutos de la CBS News, y dijo: «Somos los Estados Unidos de América, por el amor de Dios, la nación más poderosa de la historia, no del mundo, en la historia del mundo. La historia del mundo. Podemos encargarnos de ambos y en general aún mantener nuestra defensa».

La soberbia es algo así como un deseo excesivo por ser preferido a otros, el amor desmedido por uno mismo, por creerse por encima de los demás. Con esa actitud, uno está menospreciando a Dios y a los demás, leí esta definición en alguna página de Internet y me pareció que el mandatario número 46 de EE. UU. peca por soberbia, considerado el pecado capital, la madre de todos los vicios. Y hay un proverbio en la Biblia, de seguro un libro de cabecera para el que habita en la Casa Blanca, que dice: « La soberbia precede al fracaso; la arrogancia anticipa la caída».

Hechas estas salvedades, una pregunta se impone: ¿Qué o quiénes son esos «ambos» de los cuales Joseph Biden puede encargarse y cómo?

Él los identificó en la entrevista, pero lo reiteró con total licencia la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, cuando insistió el lunes en que Estados Unidos «ciertamente» podría permitirse el lujo de financiar la guerra en Ucrania y la guerra de Israel contra Gaza, conflictos bélicos para los cuales la administración Biden busca el voto favorable del Congreso para darle más ayuda militar de la que ya reciben.

Es más, Yellen dijo que aprobar esos fondos —que son multimillonarios—, era la «prioridad» para Estados Unidos, aunque también está claro que La Casa Blanca también está fuertemente involucrada en el propósito de transferir fondos para armar a Taiwán, una provocación y amenaza dirigida a la República Popular China. Se hace evidente que mientras más frentes se abran, más ganancias tendrán las industrias de la muerte o industrias militares.

Este miércoles 18 de octubre, cuando la guerra llega a su día 12, Biden estará en Tel Aviv, un viaje extraordinario en tiempo de guerra y fuerte muestra de apoyo a Israel, lo calificaba la CNN. Precisamente cuando las huestes militares del régimen sionista que encabeza Benjamin Netanyahu y su gabinete de guerra de la más violenta ultraderecha se apresta a invadir Gaza por tierra, a sabiendas de que el objetivo militar es arrasar las ciudades y a su población civil, porque les ciega una desproporcionada revancha.

Justo previo a esa visita, el martes 17, Israel ha bombardeado el hospital bautista de Al-Ahly, también conocido como Al-Mamadani, y el golpe ha dejado sin vida a unos 500 palestinos, mujeres, niños y ancianos refugiados allí, sacando de las informaciones y de los mensajes en las redes otros bombardeos de este día: el devastador ataque contra una escuela administrada por las Naciones Unidas en la zona de Al-Maghazi, en el centro de Gaza, que mató e hirió a decenas de personas, y otros contra refugios de defensa civil y otros hospitales en la Franja.

Algunos dicen que Biden buscará reducir el sufrimiento de los civiles y propiciar que abandonen Gaza quienes lo deseen, pero la hipocresía es parte del juego, porque también se afirma que en cuanto el presidente de Estados Unidos parta del escenario de guerra, entrarán los tanques y la infantería de Israel para acompañar los constantes bombardeos por aire y mar, en una terrífica operación de «ablandamiento» que ha costado hasta este onceno día la vida a unos 3 000 palestinos y han sido heridos más de 10 000. Los cuerpos de más de 1 200 palestinos pudieran estar todavía bajo los escombros de la Gaza arrasada.

La pretensión de Israel de ser la nación que posea las riquezas del Oriente Medio, dirija sus destinos y comparta esos intereses con el socio mayor, Estados Unidos, se enmascara por muchos en un conflicto puramente religioso. Pero sabido es que los grupos judíos en Estados Unidos ejercen el poder desde sus representantes directos en las instituciones políticas legislativas o en el cabildeo y compra de esos legisladores.

Son el más poderoso de los grupos de presión que existe en el sistema político-electoral de EE. UU., el lobby israelí, que se sabe está constituido en el sector bancario-financiero internacional, en comités de acción política, en los think tanks o tanques pensantes académicos y grupos de vigilancia de los medios de comunicación o parte fundamental de esos medios desde donde influyen en la formación de conciencias y corrientes de opinión que les favorecen.

«La paz debe reinar en la tierra, excluyendo la agresión y la opresión», decía el Profeta y son enseñanzas del Corán. «La paz –dice el Talmud– es para el mundo lo que la levadura para la masa».

Desde mi posición de respeto a todos, aún sin ser creyente de religión alguna, tengo un solo vocablo que aspiro sea el saludo y el hacer en esta sufrida Tierra, de igual significado aunque la escriba aquí en dos idiomas enfrentados: Shalom aleijem – As Salam. Paz debiera ser la palabra de orden…

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