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Crímenes del fascismo sionista israelí sepultan a Gaza en la barbarie

Lo que está ocurriendo en Gaza, Cisjordania y Jerusalén no tiene nombre. El concepto genocidio, técnicamente exacto, suena vacío, viejo, inservible. Incapaz de abarcar la magnitud de esta tragedia

Autor:

Leonel Nodal

LAS atrocidades del régimen militar colonial israelí revelan, cada día, una nueva acción criminal con el claro propósito de exterminar a la población nativa de Palestina. Se trata de matar, eliminar uno a uno, o a grupos en masa, hasta acabar con todos.

La matanza no se detiene. Tras 20 meses de guerra genocida en Gaza -y también en Cisjordania- sin un final previsible, la repetición de los crímenes, -cada vez más crueles- parecen tener un efecto paralizante en una parte de la opinión pública mundial, incapaz de influir para detener la masacre de seres humanos inocentes, que deambulan entre escombros, sin techo, comida y agua, perseguidos por los bombardeos de un extremo a otro de la estrecha franja de terreno costero, donde ya no hay olivares, palmas datileras ni trigo. Amenazados con ser echados al mar, la hambruna es un arma de exterminio masivo

Israel y Estados Unidos -la coalición depredadora que asesina sin límites y elabora planes de desalojo de sus víctimas-, ignoró hasta ahora las reacciones de repudio o de indignación de organismos internacionales defensores del derecho humanitario, incluso los fallos y recomendaciones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Israel continuó este miércoles perpetrando masacres. Al menos 41 palestinos murieron en ataques aéreos y con aviones no tripulados en Khan Yunis, en el sur, y en Nuseirat, en el centro de la Franja, informó Al-Jazeera.

Desde el 7 de octubre de 2023, Israel ha matado a 54 607 personas y ha herido a 125 341, la mayoría son mujeres y niños, según el Ministerio de Salud palestino en Gaza.

A los bombardeos de cada amanecer se suman ahora los tiroteos en tres o cuatro centros de distribución de alimentos habilitados por las fuerzas de ocupación, en contubernio con el gobierno de EE. UU., para distraer las fuertes críticas de organismos humanitarios al empleo de la hambruna como arma de presión contra Hamás, a fin de que acepte la rendición que el ejército no logró por medios militares.

Después de que el bloqueo israelí interrumpiera el suministro de víveres, combustible, medicinas, y agua durante casi tres meses, la semana pasada, autorizó a contratistas privados estadounidenses, a entregar unas cajitas de ayuda alimentaria.

Este miércoles, Lauren Jackson, editor de la sección The Morning en The New York Times, apuntó: «La decisión de Israel de cambiar el modo en que se distribuyen los alimentos en Gaza no sólo ha sido perturbadora: también ha sido mortal».

Gaza se ha convertido en el «lugar más hambriento del planeta», afirma la ONU.

«Con la llegada de las primeras cajas de cartón con alimentos —relata el NYT— la gente corrió, saltó barreras y se unió a la multitud para conseguirlos. Las tropas israelíes estacionadas cerca de los centros de ayuda han abierto fuego repetidamente. Casi 50 personas han muerto y decenas han resultado heridas, según funcionarios de la Cruz Roja».

Todos los nuevos sitios suspendieron sus operaciones hoy, y los gazatíes están desesperados por comida y agua.

Durante la mayor parte de la guerra, grupos con experiencia como las Naciones Unidas han distribuido ayuda, pero afirman que su labor ha sido insegura y limitada por los ataques y bloqueos de Israel a los convoyes de instalaciones.

El nuevo programa ha anunciado solo cuatro puntos de distribución; el sistema coordinado por la ONU, tenía 400.

Según el NYT, «Los tiroteos llegan en un momento especialmente difícil para el primer ministro Benjamin Netanyahu. Incluso los aliados de Israel han condenado su enfoque en la entrega de alimentos. Gran Bretaña, Canadá y Francia denunciaron sus planes de expandir la guerra como «desproporcionados» y «atroces».

«El derramamiento de sangre intensifica el escrutinio internacional sobre el primer ministro Netanyahu en un momento en que enfrenta crecientes demandas extranjeras, incluyendo las del presidente Trump, para alcanzar una tregua con Hamás», afirma Patrick Kingsley, corresponsal del NYT en Jerusalén. «Cuanto mayor sea la indignación mundial, añadió, mayor será la presión que enfrentará para ceder en las negociaciones del alto el fuego».

El Consejo de Seguridad de la ONU tuvo el expediente de Gaza sobre la mesa una vez más este miércoles 4 de junio. Estados Unidos vetó.

La fecha es relevante. Ese día, en 1982, hace ya 43 años, pude ver y dar cobertura —durante los cuatro meses siguientes— a la primera invasión masiva por tierra, aire y mar de el Líbano por parte de decenas de miles de soldados israelíes, con el propósito de eliminar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y sus dirigentes, sitiar Beirut y castigar a su población con la destrucción, cada día, de un pedazo de la ciudad.

La masacre de miles de indefensos refugiados palestinos en los campamentos de Sabra y Chatila fue el colofón de aquel crimen, que solo consiguió dejar plantada la semilla de la rebelión actual.

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