Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Complicidad con los problemas

Autor:

Luis Sexto

Mil modos existen de convivir con los problemas. Uno de ellos, la indiferencia; pasar de largo, como si conmigo no tuviese que ver. Otro, el exceso de sectorialismo, la renuencia a conectarnos con una estrategia común. Este, que a la larga es también una actitud indiferente ante todo aquello que «no me toca», me parece que destaca como el más grave.

Lo peor de todo resulta, sin embargo, que ciertos individuos, ciertos organismos, calculan sus prioridades y se van desentendiendo de lo demás. Incluso a veces estorban otros intereses, que, si no tienen quien los defienda, sufren la preterición. No creo estar exagerando. Alguien me dijo, no hace mucho, que había sido sancionado en su organización por no asistir a una reunión en horas laborales. Es decir, priorizó lo más importante, sus obligaciones de trabajo, y le costó un punto negro en su historial.

Como se ve con claridad ofensiva, así se nos revela una de las formas de aplazar los problemas transformando lo más útil y necesario en lo subordinado, secundario. Pregunto: ¿Quién no llora cuando, al recorrer el país de occidente a oriente —como hice hace dos semanas— se percata de que ambas orillas de la carretera y todo el paisaje apreciable por el ojo humano que se extiende hacia el sur y hacia el norte, solo muestran la vitalidad del marabú? No niego que la agricultura cultive la tierra, pero a simple inspección no labora toda la tierra disponible y no toda cuanta nuestra sociedad necesita. Las estadísticas lo comprueban. ¿Y las soluciones, dónde están?

Parece que, en efecto, no todos ponemos de nuestro lado una parte de la solución de los problemas alimentarios del país. Alguna fórmula especial y única de goma de pegar nos ha adherido a nuestras sillas, y algunos creemos que pensar, concebir, crear, va contra un estado de cosas que, en la práctica, consideramos como inamovible.

Hace unos días, recibí un mensaje del ingeniero Roberto Fundora. Me adjuntaba una tesis, propuesta, proyecto de alimentación del ganado a base de proteína unicelular, como la torula, cuya fabricación hoy está paralizada casi para siempre. Los ensayos, en la empresa agroindustrial España Republicana, según sus datos, fueron muy estimulantes en cuanto a la capacidad de cebar a los animales, y sobre todo, a bajo costo, porque el proceso se sirve de los desechos de la caña, del cítrico, del tomate, del maíz, mediante una instalación mínima. «Lo que se ha logrado —sostiene— no es simplemente producir proteína, lo cual sería suficiente, es pienso rico en proteína fibra, vitaminas, minerales y energía metabolizable, es decir, un alimento completo».

Pero aún pleitea, enviando cartas y resúmenes a los puntos donde pueden como mínimo demostrar que tiene la razón. Y quienes localmente le facilitaron medios para ello ya se desaniman. Pierden fe. Confianza. Y quizá el trabajo de tantos años caiga entre las redes de la indiferencia. Fundora me pregunta: ¿Nos resignaremos a carecer de carne? Yo no me resigno. Y creo que cualquier solución elaborada por un hombre de ciencia o de técnica, cuya vida, según conozco, ha sido consagrada a la industria azucarera y sus derivados, merece que se confirme, al menos, si su tesis es efectiva.

Claro, se ha de ir despacio, para que la razón no se quede en la cuneta. Pero no tan despacio... ¿O sí?

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