Los buenos libros son habitualmente oportunos. Este juicio, de tan obvio, parece ocioso. Lo digo, sin embargo, porque un título de la Editorial Pablo de la Torriente acaba de salir de la imprenta casi al unísono con el inmediatamente próximo VIII Congreso de los periodistas.
El interés que en sí mismo posee el volumen de Fidel periodista se acrecienta al coincidir con la mayor reunión de los hombres y mujeres dedicados a la información y la opinión en los medios. Quiero decir que nos acompañará durante el inminente congreso de la UPEC un quehacer periodístico signado por el magisterio. El libro reúne los artículos y reportajes de combate que Fidel publicó en la década del 50, antes y después del asalto al Moncada. Y también compila algunas de las entrevistas que concedió en la Sierra Maestra durante la guerra de liberación.
Es evidentemente útil, por tanto, que los profesionales de la prensa dispongamos de esos textos, que hemos venido leyendo por separado o en fragmentos en el transcurso de los últimos 50 años. Textos que amplían y profundizan nuestros conocimientos de la historia revolucionaria y que nos ofrecen algo más: lecciones de forma y contenido. Y sobre todo de estilo. Un estilo nutrido y firmado por la pasión, por los destellos quemantes de la convicción. Y por ello, nadie que lea estos enunciados podrá encogerse de hombros. Forma, contenido, estilo se entretejen consecuentemente mediante la cultura, y pelean por las ideas de la Revolución. Y confirmamos, en esa alianza, que Fidel nunca ha descuidado la forma, ni ha debilitado el contenido, ni se ha olvidado de calimbar sus textos con el hierro estilístico que los hace inconfundibles y originales. Únicos. Las tres categorías han servido parejamente como vehículos de polémica, denuncia, persuasión política. Componen en Fidel una trilogía indisoluble. Dialéctica. Resaltan como un ejemplar servicio público.
El libro, además de la introducción de Ana Núñez Machín, se completa con la visión de varios periodistas que de una u otra manera, en este u otro tiempo, han trabajado cerca de Fidel. Los testimonios de Ernesto Vera, Marta Rojas, Juan Marrero, Tubal Páez y Katiuska Blanco abonan la imagen de Fidel periodista.
Esas vivencias, entrañadas como experiencias irrepetibles por sus autores, nos permiten acercarnos a anécdotas y juicios de valor que nos delinean al periodista que es y ha sido Fidel. Se define así, entre la emoción, que Fidel es un índice que nos está señalando la norma ética y estilística del Periodismo: la obra carente de sinceridad no podrá conmover o convencer; la obra que no respete la armonía de la forma y se llene de sustancia y verdad, no podrá merecer, en pureza humana y literaria, el diploma de ser un estilo. Es decir, una voz.
El empeño del volumen estuvo respaldado por la UPEC, la Editorial Pablo de la Torriente y el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. El prólogo lo escribió Guillermo Cabrera, director del Instituto hasta su deceso hará precisamente un año el próximo primero de julio. Otra coincidencia con la celebración del Congreso. Guillermo, un fidelista consecuente en su ejercicio periodístico y su militancia política, nos presenta a Fidel periodista, después de haberse ido quedando entre nosotros, sus colegas, como las buenas obras y los hombres buenos. El libro es también un homenaje a su memoria. Al menos, su nombre permanecerá unido a quien nos honra siendo también un periodista: Fidel.
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