Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con las «Ofelias»

Autor:

Luis Sexto

Ofelias es un título clave para asumir, incluso presumir el contenido de los siete cuentos, de este libro que hoy comentaré, como otras veces he hecho para evitar que esta columna sea estigmatizada con el marbete de monotemática, es decir, adepta solo a tratar absurdos o conflictos de nuestra sociedad.

Como a cualquiera, también me place hablar de realizaciones. Y este libro con nombre de mujer en plural, Ofelias, está escrito por una mujer en singular: Aida Bahr, nacida en Holguín en 1958. El título es de por sí nuncio de conflictos. Quizá los lectores hallen aspectos inquietantes de nuestra vida en las páginas de este volumen que desde la portada alude a uno de los personajes femeninos de Shakespeare.

Umberto Eco ha recomendado en un texto del cual olvidé las señas, que el narrador no regale excesivos indicios para felicitar la interpretación de su historia. Pero enseguida el autor de El nombre de la rosa —nombre que parece no decir nada— advierte que resulta muy difícil no ofrecer pistas si el autor debe partir de un título.

No hemos de lamentarlo. Lo básico, me parece, es el cómo la narradora resuelve esas aparentes pistas o señuelos. Y Aida Bahr logra un conjunto narrativo en el que, sin fisuras didácticas o propagandísticas, construye desde la ficción las aspiraciones muertas, la victimización de ciertas mujeres, de ciertas Ofelias que al igual que el personaje trágico agonizan entre el querer y el no poder.

En un cuerpo de discreta extensión, cada cuento de los siete que integran el volumen —premio del concurso Alejo Carpentier, en 2007, y recién publicado por la editorial Letras Cubanas— articulan dura y a la vez grácilmente una intensidad dramática, un suspenso, que enerva y angustia. Tal vez sea cierto que la contención, el pie puesto en el freno, sea el secreto de los más efectivos narradores de cuentos. Nada en exceso; ne quid nimis, como decían los latinos: solo lo mínimo para conformar el mundo y el conflicto y lograr de ese modo, como ha dicho otro narrador, Alberto Ajón, que el cuento sea una mirada a través de una ventana. Nada en exceso, pues, ni la palabra. Y en Ofelias fluye sofrenada, trabajada para que module, apriete y afloje.

He de decir —espero que no me consideren un aguafiestas— que sobre la mujer por momentos se escriben banalidades. Pero en este libro de cuentos, la autora, distanciándose sin descomprometerse, delinea una imagen creíble, objetiva. No creo haber apreciado en estas páginas, ni por el olor, atisbos de un feminismo hiperbólico. Ofelias es literatura, aproximación desde la estética, y también la ética, a un conflicto social todavía no resuelto y que estas breves narraciones develan sin algaradas, y ayudan, en un resultado subliminal ganado mediante la emoción, a que el lector mueva la cabeza y asienta.

Ofelias es uno de los títulos que podrán hallarse en la inminente Feria de Libro. Y yo, que he tenido la ocasión de leerlo entre los primeros, no me demoro en recomendar esta obra escrita sobre mujeres por una mujer, voz muy personal entre las voces femeninas de la narrativa cubana.

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