Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No al No

Autor:

José Alejandro Rodríguez

Andan por ahí los cultores de la repelencia. Llevan el No impregnado, ante el reclamo del prójimo. Lo más cómodo es negarse a asumir la piel del otro, y escamotearle ayuda y servicio. Cerrarle puertas al que sufre, ensordeciendo ante el dolor ajeno.

Lo peor es cuando tal extrañamiento se institucionaliza, y dicta el estilo de una entidad estatal, de quienes allí deben asumir los problemas y reclamos de los ciudadanos. A esos que han burocratizado la llamada Atención a la Población, habría que preguntarles, a los ojos: ¿Cuál es el objetivo supremo de una institución estatal en nuestra sociedad, si no los ciudadanos, ese pueblo que, cual espina dorsal, sostiene este país contra no pocas borrascas internas y externas?

En los últimos años, Celia Sánchez verbigracia, se ha creado una red de Atención a la Población en los organismos y entidades estatales. Es fiel demostración de que la institucionalidad no podrá valerse por sí misma, sin la retroalimentación y el fermento realista de los estados de opinión populares, para asumir sus tareas de dirección y solucionar múltiples conflictos cotidianos.

Aún así, la existencia de una red de atención a las quejas de los ciudadanos, no es garantía por sí misma de que resolvamos los males cotidianos «con todos y para el bien de todos», si esos aparatos no palpitan al unísono con quienes están en el centro de las tragedias; si no hacen valer cada día la justicia, la verdad y la resolución de combatir lo que mancha nuestra sociedad.

La columna Acuse de Recibo es buen prisma para refractar cuanto desentendimiento pervive aún en ciertas entidades, por encima de progresos tangibles en aquello de rendir cuentas y responder a la ciudadanía como eje supremo. La justificativa obsesión de «cuidar la imagen», la ligereza de respuestas al paso, el no prever los errores e ir detrás de ellos a situarles parches o curas emergentes solo cuando se hacen públicos… Son variadas las muestras de irrespeto al sentir ciudadano, en esos que asumen la respuesta formalmente y como lavativo.

Los Lineamientos Económicos y Sociales del Partido y la Revolución y la reciente Conferencia del PCC han ponderado la trascendencia de fortalecer la atención a las quejas de la población. Pero ese gran propósito flaquea en su aplicación, por la pervivencia de métodos y estilos ya obsoletos, que siempre tienen puestos los ojos en los celajes administrativos, para no explorar lo que se puede hacer cuando no se cree en imposibles.

Ciertamente, los excesivos verticalismo y centralización que hemos padecido durante años, han propiciado esos estilos de dirección que se desentienden de la retroalimentación desde abajo. Tampoco deben obviarse las condicionantes objetivas y carencias materiales del país como factores inhibitorios ante muchos problemas.

Pero buena parte de las quejas ciudadanas ante las instituciones no atañen a recursos, y sí a muchas desviaciones, indisciplinas y errores de carácter subjetivo. Cuando no son resueltos esos conflictos, el ciudadano queda en una nebulosa de indefensión e incertidumbre; de la misma manera en que cuando no se explican ni fundamentan los porqué de los inevitables No, las personas se frustran y confunden la realidad.

En tanto la economía, la sociedad y nuestro sistema de gobierno logren horizontalizarse aún más, irán desapareciendo los pretextos para el No como excusa.

El socialismo cubano necesita afianzar el control popular sobre la gestión administrativa, económica y social. Gobernar con todos, y fiscalizar con la voluntad de la ciudadanía. Trascender la queja. La institucionalización urge de la participación del pueblo, en cerrarles los atajos a la impunidad, el desapego a la Ley y las transgresiones. Claro que deberán crearse más espacios para ello y fortalecerse los que ya existen. Pero mientras tanto, hay que ir entrenándose en decir no al No…

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