Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Venezuela seguirá resistiendo

Autor:

Lázaro Fariñas

Con referencia a las últimas elecciones que hace solamente unos días se llevaron a cabo en Venezuela, hay que recordar aquello que dice «haz lo que yo digo, no lo que yo hago». Los que se hacen llamar ellos mismos como «la comunidad internacional» están que rabian por el hecho de que el Gobierno venezolano haya convocado a unas presidenciales, las haya realizado y que además, las haya ganado.

¿No es la elección una de las exigencias que hacen estos llamados gobiernos constitucionales de Occidente? Si es así, ¿por qué se opusieron a que Venezuela las llevara a cabo? ¿Por qué exigieron a los opositores que no acudieran a las mismas? ¿Por miedo a que fueran a votar y las perdieran?

Sacaron bien la cuenta y llegaron al convencimiento de que les iba a ser imposible ganarle a Nicolás Maduro en las urnas, por lo que decidieron boicotear el proceso electoral que tanto ellos mismos habían exigido.

Cuando lanzaron las turbas a las calles a quemar edificios y  algunos declaraban que querían elecciones inmediatamente, cuando una parte de esa fragmentada oposición acudió a los diálogos que se realizaban en República Dominicana, la primera exigencia era igualmente la de «elecciones ya». 

Entonces fue que se dieron cuenta de que, si perdían en los comicios, no tenían más que dos opciones: declarar que había ocurrido un fraude o reconocer la legitimidad del gobernante bolivariano y, por lo tanto, aceptarlo ante la opinión pública como el presidente legítimo del país. Como eso no es lo que querían hacer, se decidieron por el camino de la no participación y la denuncia.

Primero abandonaron la Mesa de Diálogo y después empezaron con la campaña internacional, en la que declaraban espuria la convocatoria, acusando a los candidatos contrarios, que sí aceptaron participar, de estar haciéndole el juego a los chavistas. Es decir, que  veían ilegítima una acción que ellos mismos habían, con anterioridad, exigido al Gobierno.

Las votaciones, según sus criterios, eran fraudulentas. ¿Pero cómo iban a serlo si ni siquiera se habían realizado? En esto ni tan siquiera fueron originales, ya que estaban copiando lo que anteriormente había declarado Donald Trump durante su campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos.  

Aunque quizá esté exagerando un poco cuando digo que no eran originales, ya que pensándolo bien, ellos lo han afirmado cada vez que han participado o no en los maratónicos procesos electorales en Venezuela durante los últimos 20 años. En esas lides, la oposición ganó en dos ocasiones y el Gobierno reconoció los resultados, pero cuando el Gobierno ganaba, siempre se le echaba mano a la palabra fraude.

Fueron  tramposas para parte de la oposición las elecciones presidenciales de 2013 en las que Maduro le ganó a Capriles por poco más de 200 000 votos, apenas por un poco más de un uno por ciento. ¿Cómo era posible que el Gobierno hubiera hecho fraude y triunfara por tan pequeño margen? ¿A quién se le ocurre hacer trampa y dar como resultado tan pequeña cantidad de votos de diferencia?

En esta ocasión, como en tantas otras, la oposición fue acompañada por la llamada «comunidad internacional», la cual está compuesta por el Gobierno de Estados Unidos, los gobiernos de la Unión Europea y por sus fieles seguidores en América Latina. Por ejemplo, Brasil, que está gobernado por el presidente más impopular que haya tenido en su historia y que, además, es producto, no de los resultados de unos comicios, sino de un golpe de Estado parlamentario, y Perú, donde el presidente fue nombrado ante la renuncia— por corrupción— del presidente constitucional.

Esa mal llamada «comunidad internacional» dice no reconocer las elecciones venezolanas y sus resultados. Habría que preguntarse qué le importa a los venezolanos lo que reconozca o no este grupo de naciones.

En 2013, al candidato de la oposición Henrique Capriles no le quedó más remedio que reconocer su derrota, sin embargo, desde aquel momento, tanto los gobiernos europeos, como Estados Unidos y otras naciones  han acusado a Nicolás Maduro de dictador ilegítimo y le han impuesto injustas sanciones.  

La campaña contra Venezuela ha sido intensa por los grandes medios de prensa aliados a la derecha internacional, por la colonizada oposición, por los parlamentos y por los gobiernos de Occidente. Sin embargo, el Gobierno bolivariano ha resistido. ¿Quién dice que ahora no va a seguir resistiendo?  

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