Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Monterroso y el dinosaurio

Autor:

Omar Olazábal Rodríguez

Desde hace muchos años se viene hablando de la necesidad de transformar la forma en que trasladamos el mensaje político. La no aceptación de que las audiencias cambian como mismo se transforman los tiempos y las sociedades provoca que no se escuchen como se quiere los llamados y consignas que sí funcionaron en otros tiempos de diferente ebullición y efervescencia.

Las reacciones son disímiles cuando se quiere entronizar una actitud o un punto de vista. El receptor lo asimila en la medida en que el medio en que se desenvuelve se lo permite y es atraído si la forma en que se le entrega el mensaje toma en cuenta sus maneras de ver y escuchar.

Se puede hablar del tema más fuerte con las palabras adecuadas y cuando el énfasis en lo que se quiere transmitir lo ponemos con un guiño inteligente, que obligue a pensar e investigar de qué se está hablando. Es entonces cuando la propaganda se convierte en una herramienta de cultura, que nunca debe estar reñida con el arte. Tanto visual como auditivamente, la genialidad del mensaje se regula por el nivel de asimilación por parte del receptor.

Hace unos años me pidieron colaborar en una campaña sobre el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Un grupo de jóvenes diseñadores egresados del Instituto Superior de Diseño y varios especialistas en comunicación nos iban mostrando los caminos para una mayor comprensión audiovisual y gráfica de un tema del cual hablamos casi a diario, y quizá por eso nos parece normal y no asombroso.

Recuerdo esa campaña de 2004 con mucha nostalgia. Realmente fue uno de esos espacios de mayor lucidez de nuestra propaganda política, gracias al cual el pueblo pudo conocer con un impacto nunca antes visto, el verdadero alcance del bloqueo y lo que significa un día de esa monstruosa política para la vida del país.

Sé muy bien que existe mucho talento formado y listo para ejercer su arte en el difícil campo de la propaganda. Por eso es importante que pueda ser atraído en el momento en que la batalla de pensamiento se hace más dura y el discurso de la reacción es cada día más inteligente y con la agresividad envuelta en un pedazo de terciopelo. Solo hay que seguir las reuniones de la OEA para darse cuenta de a qué me refiero.

Desenmascarar es también un arte. Explicar los peligros y las realidades contrarias no puede hacerse con letanías, sino con sapiencia y argumentos. Despertar el interés y atraer, sin caer en facilismos, es el reto.

Como un reto veo entonces la atinada referencia al microrrelato de Augusto Monterroso hecha por el Presidente Miguel Díaz-Canel, cuando comparaba al bloqueo con el dinosauro que ahí está cuando nos despertamos. Un excelente uso del arte en medio de un discurso político de mensajes claros y fuertes. No creo equivocarme cuando pienso que dicho símil tiene que ver con todo lo que he comentado anteriormente.

Es un llamado. Pensemos entonces cómo hacerlo y bien.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.