Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Núñez Rodríguez

Autor:

Ciro Bianchi Ross

Era todo un consagrado, tenía ya muchas horas de vuelo en el teatro, la radio y la TV cuando en 1987, con 64 años de edad, comenzó a publicar, domingo tras domingo, sus crónicas en este diario.

Eran páginas de un optimismo imbatible, desenfadadas, ajenas a todo estiramiento y sin pretensiones moralizantes, en las que era posible encontrar a veces un humor reflexivo y filosófico, pero sobre todo la voluntad de provocar la risa y propiciar un rato agradable con su lectura. Páginas de un humorismo diáfano y con una visión incisiva del fluir cotidiano, con las que el autor no se inmiscuía en cuestiones teóricas, sino que, limitado a recordar y contar, dejaba, dice la crítica, «su aporte a nuestra permanente e incansable definición de lo cubano». A lo largo de 15 años, Enrique Núñez Rodríguez, con su columna, acreditó un espacio de singular eficacia comunicativa en la prensa cubana, y lo hizo merecedor del Premio Nacional de Periodismo José Martí.

Muy demandados fueron los libros que conformó con las páginas de aquella columna dominical: Yo vendí mi bicicleta (1989), Oye como lo cogieron (1991) Gente que yo quise (1995), Mi vida al desnudo (2000), ¡A Guasa a garsín! (2003) y El vecino de los bajos (2014).

En ellos transcurre la vida con pasajes de recreación autobiográfica, de memoria espejeante, de evocación de hechos y gente. Diría el propio Enrique: «De la oración de San Luis Beltrán al ultrasonido y los rayos láser. Del fonógrafo de cuerda al videocasete en colores. Del padrejón al sida. De Miguel Matamoros a Silvio Rodríguez. Del ábaco a la computadora.De Vargas Vila a García Márquez. De la cabellera lacia a la calvicie. De la dentadura blanca y pareja a la prótesis parcial. De la masturbación a la impotencia, Y, todo, en menos de 50 años...».

Ahora este Hijo Distinguido de Quemado de Güines cumple cien años y sigue siendo joven. Así lo evidencian las páginas que siguen. Disfrutémoslas otra vez.

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