Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Arrollando con la deshonra

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

Anualmente, desde 1992, el mundo rechaza, de manera abrumadora, mediante la resolución cubana sobre la Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba, al más cruel y duradero de los instrumentos de presión que impone el Imperio.

Por el carácter extraterritorial de ese cerco, impuesto el 7 de febrero de 1962, el mal denominado Embargo es una extensión de las valerianas acciones de exterminio. Es un hecho injustificable, herencia de los mismos instrumentos con que se deshicieron del Partido Revolucionario Cubano o el Ejército Libertador, para coartar cualquier oposición e intento de resistencia.

Sabido es que de la estrategia nada ha cambiado si miramos en dirección al 20 de Mayo de 1902, en que militarmente y mediante un apéndice agregado a la Constitución, hicieron que aquella República brotara mutilada.

Así concibieron empezara a ser independiente la Isla, en apariencia, en neocolonial existencia y con estadounidenses ocupándose de nuestras mejores tierras, recursos minerales y estratégicas ubicaciones geográficas, todavía una de ellas usurpada y destinada a ilegales prácticas en nombre de la lucha antiterrorista que se inventaron, tras un cruento 11 de Septiembre.

Lo recíproco ofrecido tampoco engañaba a nadie: una economía recién salida de etapas bélicas, en recuperación, y menor en volumen de riquezas y materias primas, poco se alzaba en medio del monopolio e intereses del capital.  

Se prestaba en nuestro territorio oídos a sus recetas de democracia y componendas que removían o designaban a mandatarios ineptos, corruptos y déspotas, serviles de talla extra. Amenazado el país por intervenciones extranjeras, que tendrían la aprobación del Congreso norteamericano, la zozobra se implantó en la realidad y el imaginario, condicionando conductas y conciencias.

Una élite criolla aventajaba en oportunidades a la mayoría, que desconocía la bonanza, no gozaba de ningún privilegio social y padecía por su destino inevitable de negro, campesino o iletrado. El yugo desigual contradecía al cacareado desarrollo del que presumen algunos.

Libertad era lo menos conquistado, ante una fuerte penetración foránea en todos los ámbitos desde el siglo XIX. La movilización popular y un sentimiento patrio, bien fraguado en la travesía de Martí y Gómez hasta Playitas de Cajobabo o la Invasión a Occidente contra una metrópoli superior en efectivos y armamento, impidieron males mayores y frustraron una evidente cantidad de insensateces que venían ideándose siglos atrás, urdidas por teorías tan maquiavélicas como alocadas, de «fruteros» y políticos de imperialismo en pañales.

El Diferendo Estados Unidos-Cuba, a través de fechas, ejemplos y explicaciones, dilucida quién fue quién en la explosión del Maine y la negación de entrada a las tropas mambisas de Calixto García a Santiago de Cuba –la carta a Shafter es un documento de denuncia y premonición–, las intenciones plattistas, lo ejecutado en la fracasada política del Buen Vecino, las cañoneras ancladas junto al malecón habanero, el desprecio hacia lo cubano, la existencia de mafias, prostíbulos y marines insultantes, las lunas de miel de las tiranías de Machado y Batista, y la embajada norteamericana en diferentes períodos…      

Cuando los calendarios digitales, de nula inteligencia artificial, apuntan al 20 de Mayo como Día de la Independencia nuestra, la razón los valida en lo meramente formal de un nacer republicano, pero del avasallador pasado, permuta de poderes entre potencias, mentiras rescatadas y justificadas, espejismo de cifras prósperas y persecuciones contemporáneas ha de conversarse y debatirse, pues la conga de «chambelones» arrolla a Historia y presente.   

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