Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

EE.UU. con otro cuento chino

Autor:

Lázaro Fariñas

Fíjense que las calumnias contra Cuba no nacen del restaurante Versalles de Miami, ni de la Calle Ocho, ni de las emisoras de radio anticubanas de esta ciudad, ni tampoco de los canalitos de la televisión que aquí transmiten en español. No, esas, la mayor parte de las veces, vienen de las alturas mediáticas o gubernamentales de este país.

Los grillos supersónicos no salieron de la miamera anticubana, ni la base de espías de los chinos en Bejucal tampoco. Los de la enajenada morralla solo sirven de caja de resonancia, repiten como papagayos lo que de allá arriba les mandan, y los de allá siempre andan inventando algo para que se siga manteniendo la criminal política de EE. UU. hacia Cuba. Para ellos, cuando no es Juana es su hermana, no les importa el tamaño de las mentiras que lanzan al aire, lo más importante es mantener siempre ese espíritu de confrontación contra la Isla de Cuba, contra el pueblo cubano, para seguir tratando de mantenerlo en la miseria y las penurias.

Ahora se baja el periódico Wall Street Journal  con la desinformación de que hay una base de espionaje chino en Bejucal, otras veces han sido el New York Times o el Washington Post los que han salido con ese tipo de noticias alarmistas. Nunca se ha podido descifrar si son las agencias de inteligencia norteamericanas las que le filtran estas desinformaciones o si es la misma  dirección de esos periódicos las que indican el camino a seguir. No importa, todos conocen la verdad, todos la ocultan.

No se puede desentender la enorme influencia que a través de la historia han tenido esos medios periodísticos sobre la política a seguir por los gobernantes de turno. En una época se le llamó a la prensa el cuarto poder y yo creo que no fue por gusto, siempre, hasta los tiempos de la internet, la prensa radial, televisiva o escrita, por lo menos en Estados Unidos, habían tenido una enorme influencia en la opinión pública del país.

Esa prensa podía balancear las encuestas a favor o en contra de un candidato a la presidencia o a los cargos legislativos, eso en los casos federales, para no mencionar la influencia que ha ejercido sobre los cargos políticos estatales o locales en todos los estados de la Unión.

Hace años se decía que la prensa podía poner o quitar presidentes, crear crisis financieras y que incluso podía llevar al país a una guerra o terminarla.

Hay que acordarse del famoso  William Randolph Hearst,  aquel editor de periódicos en New York que con los famosos reportajes que publicaba desde La Habana creó la base favorable en la opinión  pública norteamericana para que el presidente  William McKinley mandara los soldados a intervenir en los asuntos internos de Cuba y se apoderara de la Isla. McKinley estaba decidido a intervenir en Cuba, solo necesitaba una opinión pública favorable para hacerlo y Mr. Hearst se la suministró.

Hearst mandó un reportero a Cuba para que empezara a mandar artículos relacionados con las atrocidades que los españoles estaban cometiendo contra los cubanos, pero una de sus recomendaciones para aquel corresponsal de guerra fue que exagerara todo lo que pudiera, porque él creía tener el poder de hacerlo, indicándole al reportero,  «si me das el material, yo creo la guerra». Y así fue.

Si uno mira la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en los últimos 63 años, uno se queda perplejo al darse cuenta de que las desinformaciones por la parte norteamericana han sido como la corriente de un río que no acaba de parar. Una y otra vez han llovido las mentiras, las acusaciones absurdas, los informes falsos, etc.

Hay que ver que el cuento chino que publicó hace poco el periódico neoyorquino, fue desmentido tanto por el Pentágono, como por la Casa Blanca y, sin embargo, hace muy poco el secretario de Estado Mr. Blinken lo sacó a colación.

¿Es decir que no importa que los gobiernos de China y Cuba lo desmientan o que lo haga el Pentágono o la Casa Blanca para que nada menos que el encargado de los asuntos exteriores del país lo suelte en una conferencia de prensa sin tan siquiera sonrojarse?

Dicen que en una guerra la primera víctima es la verdad y en esta guerra que Estados Unidos le declaró a Cuba la verdad hace muchísimos años que dejó de existir.

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