Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Números que estremecen al mundo

Autor:

Norland Rosendo

No sé cuántas bombas cayeron anoche sobre la enjuta Franja de Gaza. Da lo mismo el número, una sola debiera bastar para que el mundo entero se indigne. Leo un titular estremecedor: más de 5 000 muertos y casi 20 000 heridos en 17 días, víctimas del genocidio israelí.

Evito las imágenes desgarradoras. No puedo. Pienso en mi hija Valeria. Cuántas niñas de cinco años en esos datos fríos y quemantes. ¿Cuántas? Basta con una para que el mundo, todo junto, redujera a la obediencia al agresor. Y lo juzgara, severamente, por tamaña afrenta a la humanidad.

Hemos llegado al punto en que las vidas humanas no valen nada. Se han vuelto números. Sirven para engordar listas según etiquetas: por raza, credo, ideología… y otras muchas inventadas por una élite que guarda sus neuronas en la billetera.

Hoy es la Franja de Gaza. Ayer fueron Irak, Libia, Afganistán. Mañana, ¿quién sabe? El mundo se sostiene vendiendo armas, y para que el mercado no decrezca hay que usarlas. Matar es un negocio, un modo de vida de los jerarcas del imperio.

Pero escupir balas a quemarropa, de todos los tamaños y formatos, de todos los poderes destructivos posibles, aún suena fuerte. Queda, todavía, algo muy adentro que reniega de esos actos bárbaros.

Entonces disparan mentiras con una batería mediática igual de destructora. Antes eran balas simbólicas invisibles con alto poder manipulador. Ahora son bombas de racimo que estremecen la verdad en todos los idiomas.

La niña de cinco años no es tal niña, dicen. Y se jactan de apretar ambas teclas a la vez: una vomita morteros y la otra dispara mentiras.

Han de usarse en estos tiempos escudos para repelar semejantes ataques. Los visibles, por muy destructores que sean, se sabe de dónde vienen; los otros andan solapados con sus emplazamientos dislocados por todo el mundo.

Hubo un tiempo en que el planeta estuvo «patas arriba». Con una vuelta se hubiera enderezado. Ahora anda peor. Ni se sabe dónde está cada parte del cuerpo.

El Israel sionista, llámese igual Israel genocida y salvaje, sigue su limpieza ética impunemente. Incontrolados y aupados por Gobiernos que son tan genocidas y salvajes como ellos, los militares agresores andan descociendo a bombazos ese pedazo de tierra para hundirlo en el mar.

Después dirán, en convite mediático, que la Franja de Gaza nunca existió. O se inventarán una historia de demonios y fantasmas para justificar semejante mutilación a la redondez de un planeta que cualquier día pierde el equilibrio, cojo de sus propias piernas.

El dato de los muertos y los heridos en la Franja de Gaza en menos de 20 días sigue martillándome. Veo imágenes. Negándolas no se salva el mundo.

Mientras la foto de una joven posando semidesnuda tenga más reacciones en las redes sociales digitales que la de una niña víctima de las bombas, los israelíes van a seguir disparando sin piedad, y los genocidas, que no son solo sionistas, seguirán ganando su guerra.

 

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