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Un «depredador» vegetariano

Expertos afirman que el Chilesaurus diegosuarezi es el primer representante de un linaje de dinosaurios totalmente desconocido para la ciencia

Autor:

Patricia Cáceres

Una extraña criatura prehistórica descubierta en Chile ha sido el foco de atención por estos días en la comunidad científica internacional. Se trata del Chilesaurus diegosuarezi, una especie de dinosaurio que tiene desconcertados a los investigadores por su anatomía.

Parece que vivió en la Patagonia en el período Jurásico (de 200 a 145 millones de años atrás). Al realizar un análisis filogenético (que busca sus relaciones de parentesco), los científicos determinaron que pertenece al linaje de los terópodos, grupo que incluye a famosos carnívoros como velociraptor, carnotaurus y tyrannosaurus.

No obstante, el ejemplar tiene el cráneo pequeño, un pico córneo y los dientes en forma de espátula, lo cual sugiere que mantenía una dieta completamente herbívora.

«Sus brazos eran robustos, pero las manos solo poseían dos dedos bastante cortos que terminaban en garras ligeramente curvas, por lo que no usaba sus manos para capturar animales. Podría describirse a este dinosaurio como un puma con cabeza de guanaco y manos atrofiadas como las de un tiranosaurio rex», explicó a la revista Nature Fernando Novas, autor principal del estudio y paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.

Rompecabezas evolutivo

El Chilesaurus… constituye el primer representante de un linaje hasta ahora desconocido para la ciencia. «Es un verdadero “rompecabezas evolutivo” que causará revuelo entre los especialistas», afirmó Novas.

El paleontólogo recuerda que la primera vez que observó los fósiles enviados por el geólogo chileno Manuel Suárez pensó que se trataba de varias especies de dinosaurios que habían muerto en el mismo lugar.

La mano, cabeza y dientes eran similares a las de los sauropodomorfos (dinosaurios de cuello largo), la pelvis se parecía a la de los ornitisquios (con cuernos), pero el cuello, la espalda y las patas traseras a las de los terópodos (carnívoros bípedos, como el tiranosaurio), dijo.

Tras una visita al terreno y la recolección de un esqueleto casi completo en 2010, Novas comprobó que todos los huesos pertenecieron a una misma especie: un raro dinosaurio de cerca de 1,60 metros de alto.

«La gran cantidad de restos revela que era uno de los habitantes más comunes del sector sur de la Patagonia en este período. Su descubrimiento revela que la historia de los dinosaurios fue mucho más compleja de lo que imaginábamos», señaló.

De acuerdo con el grupo de paleontólogos y geólogos chilenos y argentinos que participó en los análisis, cambia radicalmente lo que se conocía sobre la evolución de los dinosaurios, ya que se trata de un terópodo que adquirió características parecidas a las de otros grupos y evolucionó de carnívoro a vegetariano.

«Nos está indicando que la adquisición de caracteres relacionados con el consumo de vegetales en la evolución de los herbívoros fue más común de lo que imaginábamos. Hubo carnívoros que en numerosas oportunidades perdieron su condición de depredadores y se transformaron en herbívoros.

«El Chilesaurus viene a sumar esta información; nos está indicando que la mezcla de caracteres rarísimos que tiene lo convierte en el primer representante de un linaje totalmente desconocido para la ciencia», subrayó Fernando Novas.

Además de perder su condición de carnívoro, también dejó de ser un ágil corredor. «En general cuando uno piensa en los terópodos piensa en un velocirraptor, un tiranosaurio, que más bien tenían patas esbeltas que les permitían correr velozmente detrás de una presa. En cambio el Chilesaurus… poseía patas robustas, tenía un pie relativamente ancho, provisto de cuatro dedos que posaban en el suelo, en lugar de los tres de los terópodos de hábitos depredadores», indica el informe publicado en Nature.

El paso de carnívoros a herbívoros habría tardado millones de años en los que fue adquiriendo los rasgos para comer material vegetal.

Se trata, además, de uno de los ejemplares más completos y mejor conocidos anatómicamente de todos los dinosaurios de Sudamérica para el período Jurásico.

Es el primer terópodo herbívoro documentado en el Hemisferio Sur. Otros encontrados en Asia o América del Norte no están emparentados con él y, de hecho, vivieron mucho después (Cretácico, 145 a 65 millones de años atrás).

Es también un hito para el área en Chile, asegura David Rubilar, jefe de Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).

«Vamos a pasar de ser un país donde no se tenía registro de dinosaurios a tener uno de los más raros. No se habían encontrado dinosaurios tan raros como este desde los años 70. Es único; es un linaje exclusivamente chileno, de Aysén. No hay nada como él», comentó.

La razón por la que vivió solo ahí todavía es un enigma; entonces no había cordillera, lo que habría explicado su endemismo. Sería esperable tener una fauna común con Argentina.

«Sin embargo, nos encontramos con un Chilesaurus… que, a pesar de tener un aspecto extraño, era el más abundante en esa zona y uno se pregunta qué pasaba: ¿era un centro de nidificación? ¿Por qué solo ahí? ¿Cuáles eran las condiciones ambientales que permitían que fueran tan abundantes en ese sitio?», se cuestiona Novas. Algo que podría tener respuesta en próximos estudios.

Afortunado azar

Chilesaurus diegosuarezi fue bautizado con ese nombre como un homenaje al país donde fue hallado y a Diego Suárez, el niño de siete años que encontró el primer hueso en el año 2004.

Hijo de dos connotados geólogos chilenos, desde muy pequeño Diego recorría con sus padres los cerros de Aysén, en el sur de Chile, en busca de rocas.

«Desde chico empecé a recolectar huesos de vaca, de oveja... conocía la textura. Como mis dos papás son geólogos, estaba acostumbrado», comentó hoy con 18 años a BBC Mundo.

Cierto día mientras jugaba con su hermana en la localidad de Mallin Grande, a 80 kilómetros de Chile Chico, Diego encontró unos fragmentos extraños que mostró a sus padres. Se trataba de una pequeña vértebra de escasos centímetros y una pequeña costilla. Junto a sus padres y hermana volvió al lugar del hallazgo. Comenzaron a buscar y encontraron más vestigios.

Luego Manuel Suárez, padre de Diego, contactó a especialistas en reptiles fósiles de Argentina, con una larga experiencia basada en descubrimientos e investigaciones efectuadas al otro lado de los Andes. Tras muchos análisis los científicos determinaron que se trataba del singular terópodo, un verdadero hito de la paleontología latinoamericana.

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