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Los buenos Faunos

Japón ha dado luz verde a la creación de embriones animales con células humanas injertadas. Especulaciones y rumores abundan

 

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Habitaba los bosques cuidando del ganado. Si uno quería que sus ovejas estuvieran a buen recaudo, habría que contar con él, decían los helénicos. Rodeado de ovejas y vacas, solitario entre los bosques, no es de extrañar que se haya enamorado a la primera de la bella Sírinx, de labios rosáceos y piel como la nieve.

Tal vez la vio mientras paseaba por el campo, o tal vez, mientras tomaba un bucólico baño en las aguas de algún río, pero desde esa primera mirada, Pan descubrió sus instintos más oscuros, la lujuria de su corazón mitad animal, mitad humano que perseguiría cruelmente a las ménades para forzarlas a una pasión desordenada.

El mito griego pervivió hasta nuestros días para representar la contradicción entre la razón humana y la irracionalidad animal. El fauno cuidaba del ganado con la misma pasión con que era capaz de perseguir a jóvenes y tiernas doncellas. Debajo del personaje estaba el miedo a lo salvaje, a la falta de sentido que los antiguos deseaban superar.

Pero ese mismo miedo es el que hoy nos sobrecoge cuando llegan noticias de que en Asia se está ensayando un embrión animal con células madre humanas. Puede que el fauno haya quedado eternamente congelado en una imagen artística, mientras toca su flauta de cañas, pero en esta realidad sin mitos del siglo XXI, nos preguntamos, ¿qué puede suceder con un embrión animal que tiene partes humanas? Esa es la pregunta que intentamos responder en esta entrega.

A la caza de quimeras

Ha sido el país nipón el que este verano ha comenzado a esparcir la noticia de que se aventura en la creación de embriones animales con órganos humanos, un paso trascendental en investigación genética.

Pero el científico Hiromitsu Nakauchi, quien estará a la cabeza del proyecto, no intentará traer de vuelta ni a faunos ni a minotauros, tendrá más bien la responsabilidad de insertar células madre humanas con la esperanza de lograr el crecimiento de órganos útiles para trasplantar a personas que los necesiten.

Según la revista científica Nature, el objetivo central del proyecto es cultivar células humanas en embriones de ratón y rata para probar que el procedimiento resulta. Más tarde, se probará el proceso en otros animales para que los órganos logren el tamaño útil para el trasplante a humanos.

Lo que finalmente busca el científico japonés es producir animales con órganos hechos con células humanas que en un futuro puedan funcionar sin problemas en las personas.

Riesgos reales o antiguos temores

El rechazo de muchos ha sido la reacción lógica tras el anuncio del proyecto. Pareciera que los miedos antiguos a seres alados, con cabezas taurinas o mitades felinas regresaran al escenario en pleno 2019. Sin embargo, una vez más, podría tratarse de incomprensión, y de un sinfín de amarillistas medios que buscan a toda costa el titular más llamativo.

Tras una lluvia de anuncios infundados sobre animales apocalípticos, los científicos han tenido que responder a preguntas sobre los riesgos de humanoides animales poblando el planeta.

Víctor Hugo Espín, genetista español, explicó que este tipo de clonación, llamada clonación terapéutica, no consiste en clonar personas o crear bebés de reserva, sino únicamente tejidos y órganos para trasplantarlos a los pacientes que lo requieren.

Espín señaló que los embriones de roedores, como los de toda especie, segregan ciertas sustancias para formar distintos órganos. Precisamente, en el momento en que se producen estas sustancias, los científicos colocan células humanas que, según Espín, recibirán el influjo de las sustancias que produce el roedor y, en ese instante, se comenzará a formar un órgano humano.

Actualmente, la prioridad está en la creación de páncreas que solucionen el problema de la diabetes en pacientes más críticos. Y a partir de los resultados, se espera que los científicos pasen a la creación de otro tipo de órganos más vitales aún, como el corazón.

Para mayor seguridad, existen protocolos de ética que impiden el desarrollo de algún tipo de humanoide animal, precisamente a través del cuidado de la proporción de células animales y humanas.

El equipo de Nakauchi tiene como límite un 30 por ciento de células humanas antes de detener algún experimento. Con tales márgenes, es de esperar que la parte humana se limite al nivel orgánico.

Nakauchi ha expresado también su seguridad en que no haya muchas sorpresas, pues en realidad se trata de procedimientos que han sido ensayados antes. El elemento novedoso que ahora toma los titulares es precisamente la autorización y financiación del Gobierno japonés para llevarlos a término.

Justamente el año pasado, su equipo de Stanford creó con éxito el primer embrión humano-oveja y, aunque fue destruido después de solo 28 días, el híbrido no contenía órganos y muy pocas células humanas (solo una cada 10 000 o menos).

«Estamos tratando de asegurarnos de que las células humanas contribuyan solo a la generación de ciertos órganos», explicó Nakauchi en la edición de invierno de Stanford Medicine’s Out There y que recoge Sciencealert.

«Con nuestra nueva generación específica de órganos, no necesitamos preocuparnos por la integración de las células humanas donde no las queremos, por lo que debería haber muchas menos preocupaciones éticas», sentenció.

Uno de los mayores objetivos en la mira de este equipo es lograr que el número de células humanas en el órgano sea el adecuado, a fin de que el cuerpo del paciente que lo reciba no rechace el órgano.

Experimentos anteriores han logrado una relación de una célula humana por cada 100 000 del animal. Los experimentos de Hiromitsu Nakauchi llegan a una proporción de una humana por cada 10 000 del animal. Crear órganos ciento por ciento compatibles es la verdadera quimera, y este tipo de proyectos pretende acercarse mucho más a esa meta.

Los pasos para un humanimal

En primer lugar se modifica un embrión animal para que carezca del gen concreto que permite el crecimiento de un determinado órgano.

Tras esto, se inyectan células madre pluripotentes humanas en el embrión, para que las utilice para crear el órgano que sus propias células no pueden crear debido a que carecen del gen necesario para ello.

Una vez que se desarrolle el órgano, el siguiente paso es transplantarlo y conseguir que el cuerpo no lo rechace. Para evitar el rechazo del cuerpo, el órgano debe contener una buena proporción de células humanas.

 

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