Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Apuntes de ocasión

Autor:

Ciro Bianchi Ross

Varios mensajes —electrónicos, de teléfono y verbales— motivaron la página del pasado domingo 25 dedicada a los autocines.

En cuanto a la ubicación exacta del autocine de Vento, dice el lector Luis Alberto Borges que se localizaba al fondo de donde hoy hay un parque de paneles fotovoltaicos, y que todavía se conservan allí las instalaciones en las que funcionaron la administración y el proyector del autocine, utilizadas ahora por la dirección del centro generador de energía. Precisa Borges que este autocine funcionó hasta comienzos de los años 70, aunque su pantalla quedó en el lugar durante varios años más. Un día colocaron a la entrada un cartel que anunciaba: «Cerrado por reformas». Años después el anuncio, ya con las letras un tanto desvaídas, seguía en su mismo sitio y la gente comentaba que ese Cerrado por reformas era el filme que durante más tiempo se había mantenido en la cartelera del autocine.

Dice en otro mensaje el mencionado lector que el autocine de Novia del Mediodía funcionó durante toda la década de los años 70, dato este que corrobora Gilda Guimeras, quien refiere que ella y su esposo, en sus viajes a la ciudad de Guanajay, podían ver desde la carretera la película que estuviera en pantalla. Y eso fue, remarca, en 1977. Añade: «Nos quedamos con las ganas de entrar carentes de auto como siempre hemos estado». Asegura: «Lo que no recordamos es hasta cuándo funcionó, pero es seguro que estuvo un tiempo». Una lectora cuyo nombre lamentablemente no retuve, dijo al escribidor que los autocines habaneros contaban con su propio expendio de alimentos ligeros, que, a solicitud del cliente, servían en el mismo automóvil, mediante una bandeja que enganchaban en una de las ventanillas del vehículo, lo que no era privativo de aquellas salas cinematográficas al aire libre pues el método se empleaba asimismo en otros establecimientos, como en la cafetería situada en la Calzada de Boyeros entre Vía Blanca y Santa Catalina, frente a la Ciudad Deportiva, y en el Pío Pío de la calle L, en el Vedado. Y ya que nos movemos por los alrededores de la Ciudad Deportiva, recordemos el ingenioso anuncio lumínico situado a la vera de la rotonda de la Fuente Luminosa, en la azotea de un comercio contiguo a El Rodeo y próximo a la línea del ferrocarril. En él se veía a un perro que corría perseguido por un pan que, a base de mordiscos, intentaba darle alcance. Esta fue una forma original de anunciar el expendio de perros calientes situado en el lugar y que era propiedad de un periodista de apellido Figueroa.

Al igual que en Novia del Mediodía, en Vento, e imagino que en Tarará, la película que se proyectaba podía verse desde la carretera, pero no se escuchaba. El autocine de Tarará desapareció, se dice, cuando en dicho balneario comenzó a construirse la Ciudad de los Pioneros.

Un mensaje telefónico firmado por «Andrés, de Cárdenas»,  reconviene amablemente al escribidor por no incluir en su relación el autocine de Varadero, convertido después en el anfiteatro de la playa.

El general López Amor

Información sobre el general de brigada José López Amor Villazante solicita el lector Manuel Concheso Rodríguez, de Luyanó, Diez de Octubre, La Habana. Ese oficial tenía a su mando a las tropas españolas que combatieron en Paso de las Damas, donde encontró la muerte el mayor general Serafín Sánchez. Fue inspector general del Ejército Libertador. Los datos que se dan a conocer a continuación están tomados de su expediente militar.

Nació López Amor en Madrid en 1836 y combatió en Cuba,  África y en la Guerra Carlista, lo que, sin cursar estudios en academia militar alguna, le permitió ascender paso a paso hasta alcanzar el grado de coronel, con el que el 22 de noviembre de 1895 llega por segunda vez a la Isla para permanecer aquí dos años y dos meses.

Asume diversos mandos hasta que en agosto de 1896 es promovido al empleo y rango de general de brigada por su destacada participación en la guerra contra los mambises en Las Villas, en especial en los combates de Mamey y Palo Prieto, y su papel en la conducción de un convoy a Manicaragua.

Se le confía de manera interina la jefatura de la 2da. brigada de la División de  Las Villas, y, más tarde, en Sancti Spíritus, el mando de la1ra. brigada de la División de la Trocha. Inspeccionó la zona bajo su mando, condujo un convoy a Taguasco y reconoció Los Limpios, La Campana y Pozo Azul. Con un convoy de carretas abasteció a Cabaiguán; con el mismo propósito marchó a Arroyo Blanco y sostuvo encuentros con las fuerzas cubanas que lo acosan en La Encrucijada, La Campana y El Gallego.

Sobreviene el combate de Paso de las Damas, en el que Serafín, el mayor general Francisco Carrillo y el general Avelino Rosas mandan las tropas mambisas, compuestas, se dice en el expediente,  por unos 2 500 a 3 000 hombres, aunque fuentes cubanas aseguran que no pasaban de 850 efectivos. Combate en Hoyo Guayabo, Las Delicias, Damagal y Los Pasitos de Taguasco, y ya en 1897 emprende la persecución de Máximo Gómez que le resulta inalcanzable en su victoriosa campaña de La Reforma, en la que el Generalísimo convierte el mosquito transmisor de la fiebre amarilla y de otras enfermedades en un aliado del Ejército Libertador.

En septiembre de ese año recibe el general López Amor  la Gran Cruz Roja del Mérito Militar, pero su estado de salud es pésimo y en febrero de 1898 se le autoriza salir de Cuba. Ya en Madrid vuelve a recibir la misma orden, pero en este caso con pensión y se le condecora con la Gran Cruz de San Hermenegildo. Fallece el 8 de junio sin haber logrado superar las enfermedades adquiridas en La Reforma. Tenía 61 años de edad. Había pasado en el Ejército 43 años, un mes y 14 días.

TV 70 años

La TV cubana cumplió 70 años. Su primera emisora que fue, al mismo tiempo, la tercera en América Latina y tuvo por ello una repercusión continental, salió al aire el 24 de octubre de 1950 cuando a las doce y treinta del día el doctor Carlos Prío Socarrás, entonces presidente de la República, inauguró, en control remoto desde el Palacio Presidencial, Unión Radio Televisión-Canal 4, con sede en la esquina de Mazón y San Miguel, donde funciona ahora el canal Habana.

Las cosas no debieron haber ocurrido así. Los radioemisores, afirma Oscar Luis López en su obra La radio en Cuba (1981), trataban de demorar el acontecimiento. Había en la radio fuertes inversiones que tardarían en amortizarse y un alto nivel de producción. No había por qué complicarse con la introducción del nuevo medio. En 1949, Goar Mestre, uno de los empresarios cubanos más exitosos y con mayor iniciativa y capacidad de gestión, anunciaba que el circuito CMQ, de su propiedad, demoraría aún tres años en iniciar sus empeños en ese sentido, lo que equivalía a decir que no habría TV en Cuba antes de 1952.

Pero Gaspar Pumarejo, un montañés que de dependiente de la casa importadora Humara y Lastra, de la calle Muralla, saltó a los micrófonos, era de otra opinión, sin importarle las dudas, las burlas y la desconfianza que provocaba su propósito. Logró hacerse de los equipos imprescindibles para poner la señal en el aire, consiguió que se los montaran en tiempo récord y se puso a lanzar imágenes desde la residencia de sus suegros, lo que obligó a Mestre a apresurar el paso a fin de poner en el aire, el 18 de diciembre de 1950, el canal 6.

Aunque se le adelantó en la arrancada, Pumarejo no era rival para Mestre. Cierto que era un hombre audaz y simpático, de indudable carisma, pero su capital era limitado —poseía una granja de pollos en La Salud— y carecía, se dice,  de la constancia para asumir por largo tiempo las exigencias  que reclamaba un sistema comercial de TV. Mestre, en cambio, era hombre sereno, metódico, calculador, hábil y frío. Propietario único o familiar del circuito CMQ, que controlaba los canales 6 y 7 de la TV, y de las radioemisoras CMQ, Radio Reloj, Radio Universal y CMBF, y propietario o accionista de televisoras en Argentina y Puerto Rico, así como de unas 20 empresas que iban desde una publicitaria, una productora e importadora de alimentos y agencias de venta de automóviles y equipos electrométricos hasta la fábrica de velas El Santísimo. Todo ello sin contar los edificios Radiocentro y el FOCSA, con sus 364 apartamentos, una de las maravillas de la ingeniería civil cubana y la operación inmobiliaria más exitosa que se dio  en la República.

La TV ahondó las diferencias que existían entre ambos —que a la larga redundaron en una TV mejor— desde que Pumarejo, presionado por Mestre, se vio obligado a renunciar a su cargo de director de programación de la radioemisora CMQ. Pero lo que allí aprendió y las relaciones que hizo, permitieron al exdependiente de la calle Muralla y oscuro cantante de tangos, fundar su propia empresa, Unión Radio.

No le duraría mucho. La vendió en 1951. Arrendó entonces espacios en el canal 2, Tele Mundo, propiedad de Amadeo Barletta, y desde sus estudios de Prado sacó al aire, con el arroz Gallo y los cigarros Competidora Gaditana como principales patrocinadores,  Escuela de Televisión, por las noches, y por el mediodía la programación de Hogar Club, modalidad de banco de capitalización y ahorro en la que los suscriptores —102 000 en total— pagaban la cuota mensual de un peso que daba derecho a optar por un plan de regalos que incluía el sorteo de una casa. 

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