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Cuba contra las hepatitis virales

Reducir la morbilidad y la mortalidad es una prioridad a la que se sumó la Isla desde que en los años 80 desplegara su primer programa con alcance nacional para el control de la enfermedad

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Cada vez Cuba está más cerca de poder cumplir con la eliminación de la hepatitis, en correspondencia con uno de los principales desafíos para la salud pública a nivel global, según los objetivos trazados por la Organización Mundial de la Salud para 2030, y paulatinamente lograr que los virus B y C dejen de ser una amenaza para los cubanos.

Según datos de este organismo internacional, en comparación con las muertes por enfermedades como la tuberculosis y el VIH-sida, la cifra de las provocadas por hepatitis virales (A, B, C, D y E) se incrementa, sobre todo porque la mayoría de las personas no acceden a las pruebas de detección ni a los tratamientos que podrían salvarles la vida.

Reducir la morbilidad y la mortalidad causadas por las hepatitis virales es una prioridad a la que se sumó la Isla desde que en los años 80 desplegara su primer programa con alcance nacional para su control, y que ha permitido que se obtuviera la vacuna recombinante contra la hepatitis B (Heberbiovac HB) y así avanzar en su prevención, control y eliminación.

En entrevista para la revista médica Infomed, la doctora Mirta Infante Velázquez, presidenta de la Sociedad Cubana de Gastroenterología, precisó que la incorporación de esta vacuna al esquema nacional de vacunación ha permitido la aplicación de 13 994 872 dosis desde 1992 hasta 2017, lo que garantiza que la población menor de 36 años esté protegida y que la hepatitis B en Cuba no sea un problema de salud.

Además, se tiene acceso a los medicamentos que frenan la replicación del virus B, como son el Tenofovir, la Lamivudina y el Interferón pegilado, todos incluidos en el Cuadro Básico de Medicamentos, agrega la especialista, quien además insiste en la disponibilidad de la vacuna terapéutica recombinante HeberNasvac para la inmunoterapia activa contra la infección crónica por el virus de la hepatitis B y la prevención de sus consecuencias potenciales.

La hepatitis C es una preocupación aún porque el 90 por ciento de los casos evolucionan a la cronicidad y puede avanzar hasta la cirrosis y el cáncer hepático, por lo que la doctora Infante Velázquez pondera el tratamiento con la Ribavirina y el Interferón pegilado, ambos producidos en la Isla, a los que tuvo acceso un grupo importante de pacientes con el logro de la curación aproximadamente en el 50 por ciento de los casos.

En la actualidad están disponibles en el mercado internacional los Antivirales de Acción Directa, que son curativos, pero altamente costosos, y aunque no se ha podido extender en nuestro Sistema de Salud el uso de estos medicamentos porque su patente pertenece a un laboratorio de Estados Unidos, se desarrollan acciones a favor de su utilización en el país, como la reciente inscripción de Cuba en el fondo estratégico de la Organización Panamericana de la Salud, que incluye los fármacos contra la hepatitis C.

Para el diagnóstico de la hepatitis crónica es vital la prueba (muy costosa) basada en la técnica del PCR (reacción en cadena a la polimerasa), que sigue la secuencia nucleotídica del virus, y a partir de 2013 se introdujo para la asistencia en el Laboratorio de Biología Molecular del Instituto de Gastroenterología de nuestro país. Además, la detección por PCR de los virus B y C puede efectuarse en las provincias de Santiago de Cuba y Sancti Spíritus, y en el Banco Provincial de Sangre de la capital.

Infante Velázquez reconoce el aporte de la industria biofarmacéutica nacional con la producción de la vacuna contra la hepatitis B (1989), los medicamentos y también de los marcadores virales, producidos por el Centro de Inmunoensayo. Además, resultan importantes los sistemas y reactivos disponibles en la red de hospitales y bancos de sangre cubanos para detectar el antígeno de superficie del virus B y de anticuerpos contra el virus C en muestras de sangre, suero o sangre seca sobre papel de filtro.

Registros estadísticos muestran que el año pasado en estos laboratorios se realizaron más de 714 231 determinaciones de Umelisa HBsAg plus para estudiar la hepatitis B en donantes, gestantes y no donantes, así como 673 478 determinaciones de Umelisa HCV para estudiar la hepatitis C en donantes y no donantes.

Insiste la especialista en que cualquiera que desee saber si porta cualquiera de estos virus puede recibir de su médico de la familia las orientaciones pertinentes para realizarse los estudios necesarios, disponibles en toda la red de laboratorios SUMA instalados en cada uno de los municipios del país.

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