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Epidemia confesa

Juventud Rebelde comparte hoy con sus lectores fragmentos de la presentación en la sede de la UNEAC del libro Sida: nuevas confesiones a un médico, del doctor Jorge Pérez, director del IPK, hecha por el escritor Norge Espinosa Mendoza*

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

En el año 2006 vio la luz la primera parte del volumen cuya continuidad me han pedido presentar hoy. Sida: confesiones a un médico, publicado a 25 años de la creación del Sanatorio, vino a arrojar una buena cantidad de luz sobre la epidemia, y lo hizo (he ahí su mayor virtud) apelando a las páginas de vida de quienes protagonizan la verdad dolorosa y tenaz de esta historia.

Si el VIH/sida sigue entre nosotros siendo ese fantasma sobre el cual sigue pesando mucho tabú, la necesidad de saber sobre sus causas, desarrollo y actual tratamiento ha hecho que ese libro sea uno de los más socorridos de cuantos se hayan editado en Cuba desde ese entonces hasta nuestros días. Y cada tirada resulta insuficiente.

Sida: nuevas confesiones a un médico prolonga de manera orgánica el anhelo de aquella primera entrega. Como en el primer volumen, el doctor Jorge Pérez deja saber datos útiles sobre el desarrollo de la enfermedad en Cuba y sus tratamientos, y precisa referencias que pueden ser doblemente útiles al retratar con especificidad aspectos punzantes de este batallar.

Así el lector sabrá por ejemplo que hasta el año 2010 habían nacido en Cuba 37 niños de padres seropositivos, o que el 87 por ciento de las personas tratadas desde el año 2001 seguían con vida hasta la aparición de este título, editado por la Casa Abril.

Jorge Pérez, y esta es una virtud suya que el libro jamás oculta, trata de inspirar siempre un poco más de fe en sus pacientes y lectores. Mas no edulcora la verdad de lo que cuenta, y los casos que analiza quedan lo suficientemente descritos como para que sepamos cuál puede ser el precio de un descuido, de una actitud irresponsable, de un acto no pensado dos veces.

El lector estará en complicidad con la historia del violinista y la bailarina, pero también sabrá de las actitudes ofensivas que otros pacientes despliegan ante quienes tratan de ayudarlos. Proxenetas, jineteras, padres e hijos, esposas y esposos que deben enfrentar el contagio debido a la infidelidad de alguno de ellos, estudiantes universitarios que imaginan no podrán culminar sus carreras, homosexuales y homofóbicos, pacientes que deben asumir su condición y luchan exitosamente con el virus y otros que se suponen infectados y llegan a obsesionarse con la idea aunque las pruebas más exactas continúen diciéndoles lo contrario.

La galería es amplia, abarcando desde las circunstancias más trágicas a las que pueden leerse con un esbozo de sonrisa en los labios. En todas, el autor intenta dejar su buen ánimo, su impulso hacia la vida, incluso cuando lo que narra es demasiado estremecedor.

Es el libro de un médico, lo dice desde el título, y no induce falsas posturas literarias. Si el lector pacta con esa convención desde el principio, la lectura le será reveladora e inquietante.

El VIH/sida termina, si algo positivo pudiera señalársele a un mal que acosa a tantos, por arrancar las máscaras de la doble moral y la hipocresía, de la doble vida en la que muchos siguen atrapados. Vivir una mentira puede ser más agónico que sobrevivir a una epidemia. No pocos de los retratados en estos libros nos lo recuerdan con sus palabras más sinceras, por encima de las garantías que en nuestro país asegura el tratamiento gratuito a las personas detectadas bajo los efectos del virus, pero donde aún también el prejuicio y el desprecio dilatan la enfermedad a otros tipos de dolencias.

Digo aquí sinceridad, y quiero subrayar esa palabra. Quien lea este volumen podrá imaginar y conocer a Jorge Pérez desde la honestidad con la que ha asumido una tarea que es ya para él una parte indisoluble de su vida, si es que no es ya «su» vida. Con su lenguaje llano, su gusto por los acrósticos y poesías con los que intenta animar a sus pacientes más deprimidos, el libro nos revela la identidad de un hombre al que admiro y respeto, y al que admiraremos más a través de estas páginas. No porque el libro lo haga un protagonista de estas historias, sino porque a través de ellas lo conocemos mejor, y nos estimula a conversar, discutir, sostener con él otros diálogos futuros.

A través de sus palabras, el VIH/sida es desmontado en tanto estigma o fantasma: la batalla que se desarrolla en las páginas de estos libros suyos nos deja saber el costado más humano de esa guerra, y nos hacen parte de ella, contemos o no las horas que nos quedan de vida, haciéndonos quizá más sensibles a todo lo que el virus y sus ecos representan.

En los momentos culminantes de esta nueva entrega, Jorge Pérez reconoce que nunca esperó que su libro tuviera una respuesta tan ardorosa por parte de tantos y diversos tipos de lectores. Me alegro de poder decirle que es solo la punta del iceberg: títulos como este cubren espacios de silencio en el panorama cultural y social cubano no siempre habitados, dejándonos estar más cerca de realidades que hace ya mucho exigen ser representadas e incorporadas a la agenda nacional de una manera más vívida.

Estos dos tomos logran, con mucha más eficacia que otras maniobras, contar lo que somos antes, durante, después, detrás, con o sin VIH/sida. El libro les da esa voz, y el autor, con humildad, la deja llegar a otros. De esa manera también salva algunas vidas. Incluso, aquellas que no pueden ser descritas ya, lamentablemente, desde este lado del mundo.

Quienes compartimos horas que sabemos irrecuperables y preciosas con amigos, colegas, amantes, seres humanos que el VIH/sida nos arrebató, comprendemos en otra dimensión cada una de estas palabras. Esa estadística no está en el libro: no sabremos nunca, tal vez, cuántos de los millones de cubanos que palpitamos a esta misma hora en la Isla hemos perdido a un ser que quisimos de una manera especial bajo los efectos de la pandemia. Y tal vez, tampoco sabremos cuántos, ahora mismo, comparten otro día más con alguien que lucha contra la muerte, y busca apoyo en quienes lo estiman y rodean.

Por encima del miedo que muchos podemos sentir ante ese fantasma que debilita, desfigura, marca y deshace existencias que nos son preciosas; por encima de la falsa seguridad con la que muchos se imaginan invulnerables ante el virus; por encima de la homofobia, de la discriminación, estamos junto a esas personas, siendo parte de sus historias más estremecedoras y sencillas.

Alguien habrá que las recoja y haga de ellos algo más que una página privada. Como lo ha hecho y seguirá haciendo Jorge Pérez. Para que también esos momentos sean, en la batalla contra la ignorancia, el temor y la indiferencia, armas provechosas en contra del silencio.

*El texto completo de este artículo está disponible, y puede enviarse por correo electrónico a quien lo solicite a nuestra dirección

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