Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Amigos con beneficios

Entre los diversos modelos que involucran la práctica del sexo sin formalizar, hoy cobran mucha fuerza en todas las generaciones los llamados «amigos con beneficios»

Autores:

Mileyda Menéndez Dávila
Jorge Sánchez

La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas. Demetrio de Falero

Entre los diversos modelos que involucran la práctica del sexo sin formalizar, hoy cobran mucha fuerza en todas las generaciones los llamados «amigos con beneficios», «de perfil amplio» o «con derechos», tendencia que se aparta de lo establecido por siglos en cuanto a relaciones humanas.

La amistad, como concepto general, es una relación afectiva que se establece entre varios individuos, a la cual asociamos valores como lealtad, solidaridad, incondicionalidad y amor, entre otros. Básicamente los amigos son seres con quienes compartimos nuestra vida para hacerla más llevadera, una especie de familiares escogidos a nuestro gusto y semejanza.

Las cosas se complican cuando comienzas a mirar a la otra parte con una extraña mezcla de deseo sexual sin voluntad de contraer obligaciones. A diferencia de otras relaciones no comprometidas, en este modelo la amistad es más poderosa que el sexo, tanto si llegó primero como si es el remanente de una convivencia que no logró cuajar, pero alcanzó suficiente complicidad para que ambos decidan seguir viéndose en la intimidad ocasionalmente y cooperando en otros intereses.

Mantener una relación de ese tipo (o varias a la vez) es como caminar por arenas movedizas: se necesitan códigos para conducirse hacia terrenos firmes sin perecer en el intento, pues siempre existe el riesgo de que al menos uno resulte vulnerable a heridas sentimentales si se engancha demasiado en la historia.

Mandamientos de cristal

En varios sitios digitales, como la revista mexicana Excelsior, se definen los términos que se han de negociar con la persona de la que solo esperas ratos agradables.

En primer lugar es obligatoria la sinceridad: ambas partes deben estar de acuerdo en que se trata de algo «musical» y por tanto ninguno puede exigir demasiado romanticismo o controlar el tiempo que se dedican mutuamente, incluidos los mensajes y charlas en las redes.

Este tipo de reciprocidad es para divertirse, no para estresarse: su razón de ser es el regocijo, no la angustia. Eso no quita que se acompañen en un momento difícil, pero como amistad, pasando el sexo a un plano inferior.

Por eso es importante poner límites: lo que no gusta se dice sin reservas, y como no existe disposición ni obligación de soportar pesadeces, el acuerdo se enfría si hace falta, hasta que pase el temporal.

También es esencial respetarse las libertades propias de forma permanente: Si hoy no te apetece dedicarle un rato no tienes el deber de hacerlo, pero tampoco puedes molestarte cuando la otra parte no esté disponible como amante o colega.

En ese tiempo no hay garantía de exclusividad si no se pactó antes responsablemente, y por tanto lo único no negociable es la exigencia de practicar sexo protegido.

Otro requisito para la sanidad del vínculo es no presentarse nunca a familiares y gente cercana como pareja. Hay quien opta por verse solo en las citas sexuales y renuncian a otros encuentros sociales, pero esa conducta desdice la prevalencia de la amistad y desacredita el supuesto beneficio del modelo; además, con el desarrollo de las comunicaciones, mantener una relación en secreto es muy poco probable en estos tiempos. 

Obviamente, los caminos de ambos están abiertos: si aparece alguien con expectativas y potencial para algo más serio lo más seguro es que el vínculo sexual se rompa, y aún así pueden elegir preservar su lado amistoso. Si lo otro no avanza se puede pensar en una nueva temporada de encuentros, siempre que el soslayado logre mantenerse respetuosamente al margen del intento fallido. 

Beneficios dudosos

Se supone que solo son amigos que la pasan bien juntos de vez en cuando, y si uno o ambos cambian su pretensión habrá que redefinirse, pero la regla de mantener el contacto a nivel físico, sin mezclar mente ni espíritu, es de dudosa aplicación.

Lo normal es que con el roce afloren cualidades, gustos y afinidades que provocan el enamoramiento y aumentan el riesgo de herirse emocionalmente, sobre todo si uno de los dos no está muy convencido del derecho de ambas partes de hacer lo mismo con otras personas a la vez.

Como seres humanos tendemos a integrarlo todo, especialmente cuando es placentero, porque la felicidad está en el ser más que en el tener o el estar. Pero muy poca gente sabe amar sin apego ni control, y aunque el premio lo valga, siempre hay peligros al doblar de la esquina, acechando el más mínimo traspié para fracturar nuestros sentimientos.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.